Konstantín Tsiolkovski

Konstantín Tsiolkovski RIA Novosti

Konstantín Tsiolkovski es una figura clave en la historia de la ciencia pero difícilmente puede considerarse un científico en el sentido tradicional de la palabra. Nunca se licenció y solo estudió tres años en la escuela primaria. Aunque fue un inventor y pensador laborioso, la falta de conocimiento general de los avances de la ciencia le provocó varios momentos embarazosos, como cuando descubrió de manera “independiente” la teoría cinética de los gases varias décadas después de que esta fuera de público conocimiento en el mundo académico. Sin embargo, su visión acerca de la exploración del espacio y su trabajo respecto a los cohetes sentaron las bases para la conquista espacial.

El camino del autodidacta

Durante su juventud, Tsiolkovski casi murió ahogado en un accidente invernal, lo que derivó en una grave enfermedad que casi le provoca sordera. Eso le creó problemas en la escuela y le marginó de sus compañeros. La muerte de su madre, a quien quería mucho, terminó por convertir al niño en un ermitaño. Pese a ello, mostró gran interés por leer cualquier libro que pudiera encontrar y trató de poner en práctica lo que aprendía.

El padre de Tsiolkovski —un aristócrata menor y empobrecido de origen polaco— quedó sumamente impresionado por algunos ingeniosos bosquejos de su hijo, al punto que decidió pagar sus estudios en Moscú, pero por alguna razón desconocida Tsiolkovski no logró ingresar en la escuela técnica. Sin embargo, decidió quedarse en Moscú y continuar sus estudios de manera autodidacta con los libros que sacaba de la única biblioteca pública de la ciudad. La mayor parte de la pequeña mensualidad que recibía de su padre la gastaba en libros, sustancias químicas e instrumental, dejando el resto para alimentación y ropa. Después de regresar a Viatka, su pueblo natal, Tsiolkovski empezó a ganarse la vida dando clases particulares y luego pasó el examen que le permitió alcanzar el cargo de maestro de una escuela pública.

Durante la mayor parte de su vida Tsiolkovski ganó poco reconocimiento por sus obras científicas. En cambio, sus experimentos en la ciudad provincial de Bórovsk y, más tarde, en la ciudad de Kaluga, le granjearon la reputación de “inventor loco” entre los habitantes locales. Recordando sus experiencias, se refirió a una prueba para una investigación en la que se puso a esquiar con una vela pequeña sobre el río congelado, lo que asustó a los caballos. La gente le increpó pero él no lo oyó por su sordera.

En sus estudios tempranos se centró en la aviación y, sobre todo, en los dirigibles. Su idea favorita era la construcción de un enorme dirigible de metal de volumen variable que se mantuviera a flote con aire caliente en vez de hidrógeno. Durante largos años, Tsiolkovski no pudo conseguir fondos para su ambicioso proyecto. Sus propios ingresos solo le alcanzaron para modelos pequeños.

Al cabo de varias décadas, en 1931, cuando el científico gozaba de fama y reconocimiento en la Unión Soviética, se construyó un gran modelo de prueba, pero la aeronave metálica requería demasiados materiales y resultó irrealizable. La estación Mayakóvskaya del metro de Moscú está decorada con detalles de aquel proyecto.

Visionario cósmico

Fue a fines de la década de los años 80 del siglo XIX cuando Tsiolkovski escribió su primer libro de ficción, en el que describía lo que experimentaría un hombre en la Luna.

Aunque la trama distaba mucho de ser sofisticada y se permitía a los protagonistas andar sin trajes espaciales, el libro ofrecía variados detalles sobre cómo sería un medio ambiente con menor gravedad y sin el vital aire terrestre.

En la última década de ese siglo, Tsiolkovski escribió sus primeras obras serias sobre la exploración del espacio y los cohetes. Creía que los vehículos con propulsión a chorro eran el método más prometedor para salir al espacio y moverse en el vacío. Más tarde, esbozó los principios básicos de la construcción de motores de cohetes, incluido el uso de hidrógeno y oxígeno líquido para la propulsión y el instrumental de control de posición.

Sus estudios se conocieron poco fuera de la URSS pero inspiraron a los científicos locales. Como homenaje a su contribución a la ciencia espacial, la ecuación que determina el movimiento ideal de un cohete respecto a su masa, la masa del combustible y la velocidad de escape lleva el nombre de Tsiolkovsky.

En tanto, sus teorías sobre los viajes espaciales presagiaron la creación de estaciones orbitales sustentadas con energía solar. Fue él quien concibió la idea de cohetes de múltiples etapas, aunque imaginó erróneamente que se trataría de una caravana de vehículos separados que realizaría múltiples reabastecimientos de combustible en vuelo antes de lograr la llegada a la órbita. Otra de sus ideas fue un ascensor orbital, lo que reduciría en gran medida el costo del transporte de cargas al espacio. Se trata de una concepción aún por realizar porque por ahora no existen materiales con la suficiente resistencia.

Menos conocidas por el público son las polémicas obras filosóficas de Tsiolkovski, en las que aborda ideas tales como la eugenesia y el gobierno de los genios. Según él, los viajes espaciales serán naturales para la humanidad a medida que se desarrollen nuevas tecnologías, pero también estaba de acuerdo con los adeptos del transhumanismo y creía que la humanidad debía dirigir su evolución con miras a independizar a los individuos del medio ambiente y hacerlos potencialmente inmortales.

También hay controversia acerca de las relaciones de Tsiolkovski con las autoridades comunistas. El maestro escolar de provincia y autodidacta que hacía descubrimientos sobre la base de su pura dedicación y la capacidad de su inteligencia era una figura demasiado atractiva para la propaganda comunista para no usarla. Incluso por entonces “se olvidó” a sus nobles ancestros. Algunos críticos sostienen que su legado está sobrevalorado y sus obras son, en muchos aspectos, secundarias y carentes de valor científico. Sin embargo, muchos ingenieros de cohetes, desde Wernher von Braun hasta Serguéi Koroliov, han alabado a Tsiolkovski como la persona que les “mostró” el camino.

Su sueño de que la humanidad se aleje definitivamente de la proverbial cuna terrestre ha inspirado a muchos y algunas de sus predicciones han sido asombrosamente precisas. ¿Quién sabe si otras ideas suyas se materializarán en el futuro?

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