Válenki

Válenki RIA Novosti / Alexéi Dánichev

La mayoría de los rusos relaciona la palabra “válenki” con algo muy antiguo o simplemente peculiar. Sin embargo, a pesar de las muchas nuevas tecnologías existentes, todavía no se ha inventado nada más cómodo y que caliente mejor durante los duros inviernos rusos que estas botas de lana. Los valénki son el calzado ruso tradicional, semejantes a las botas de media caña o las modernas botas de la marca Uggs.

Orígenes y usos de los válenki

Sin embargo, resulta que la procedencia de los válenki no es tan genuinamente rusa como pensamos. Según los historiadores, el origen de la invención de este tipo de calzado está en los pueblos nómadas de las estepas de Asia central. Ellos fueron los primeros que inventaron el método de enfurtir (apelmazar) la lana. La lana no solo resiste bien el frío, sino que también protege los pies de las piedras puntiagudas y de las plantas con espinas. Este cómodo calzado pasó de los nómadas a todo el territorio poblado por los eslavos orientales. Ahora los valenki son unos de los símbolos de Rusia.

Se considera, aunque hay otras versiones, que los válenki rusos son originarios de la localidad de Myshkin, en la provincia de Yaroslavl, donde los artesanos empezaron a hacer este calzado tal y como lo conocemos hoy en día. Por cierto, Myshkin cuenta con uno de los dos museos de válenki que hay en el país. Desde esa región, las botas se propagaron por todo el territorio de Rusia.

Lo que más se valora de los válenki es que están hechos sin una sola costura, son una sola pieza y gracias a eso resultan suaves y cómodos para el pie. Solo tienen una desventaja bastante problemática: los válenki calan, por eso suele ponerse calzado de goma sobre ellos.

Los médicos confirman el efecto beneficioso de los válenki sobre la salud. La lana de oveja es capaz de absorber y disipar el agua y acumular el calor y por tanto puede ayudar a curar los resfriados, el reumatismo, la ciática y otras enfermedades de los músculos y articulaciones. Los válenki son muy beneficiosos para los que padecen de trastornos del aparato locomotor porque el pie no se deforma con ellos. Además, el calzado transpira, lo que impide las infecciones de hongos. Los válenki también pueden aliviar la tensión nerviosa, el cansancio y el dolor de piernas y espalda. Para lograr el efecto curativo es mejor ponerlos sobre los pies desnudos ya que la superficie rugosa del tejido estimula la circulación de la sangre.

Los válenki no deben estar ceñidos. Siempre deber haber un espacio libre para el aire, solo así los pies estarán abrigados.

Antiguamente los válenki eran un objeto caro, razón por la cual los más ricos eran los únicos que podían permitirse tal lujo. La familia de campesinos en la que cada miembro tenía un par de válenki se consideraba adinerada. En otras casas se creían afortunados si por lo menos había un par para todos. Por ello eran un regalo muy valorado, hasta se solían heredar. Para el soldado que iba a la guerra, no había nada más preciado que un par de botas de lana, pues este calzado de calidad no solo lo salvaba del frío, sino que también protegía los pies de los escombros y objetos puntiagudos durante el combate. Durante la Gran Guerra Patria (1941-1945) más de 100 millones de pares de válenki fueron enviados al frente. Este elemento del uniforme militar ruso desempeñó un papel muy importante en la derrota del fascismo. Basta con mencionar que para los soldados alemanes los válenki rusos eran uno de los botines más apreciados ya que la industria alemana nunca logró producir un calzado similar que protegiera a sus soldados del frío invernal ruso.

Incluso los mandatarios llevaban válenki. Por ejemplo, Pedro I se los ponía para combatir la resaca. Durante los fríos inviernos, las emperatrices Catalina II y Ana de Rusia combinaban los válenki, fabricados especialmente para ellas, con los lujosos vestidos de baile. Otro famoso aficionado a los válenki fue Lenin. Según una leyenda, los utilizaba antes de la Revolución para enviar libros prohibidos. Cuando ya estaba gravemente enfermo, andaba con sus válenki tanto en invierno como en verano. Incluso Stalin, que se había criado en el clima suave del Cáucaso y no estaba acostumbrado a los válenki, los empezó a usar tras recibirlos como regalo por su septuagésimo cumpleaños. Se dice que lo que más apreciaba de este calzado era que le permitía acercarse sigilosamente a sus colegas.

Fabricación

Luego de mucho tiempo, su producción se extendió por las aldeas rusas. Este negocio resultó muy provechoso ya que todos necesitaban válenki. En la antigüedad los fabricantes de este calzadose consideraban la élite de los zapateros ya que un par costaba más que cualquier par de botas de cuero. La tecnología de la producción se heredaba de generación en generación y cada artesano tenía su propio secreto o su propia técnica.

La fabricación de válenki es un proceso que requiere mucha paciencia y tiempo. A día de hoy el 60 % del trabajo continúa haciéndose a mano. Al no tener costuras, el artesano debe trabajar la lana para que esta se una en una sola pieza. El proceso es muy difícil, el zapatero debe tener mucha fuerza para apelmazar el material. Para darle forma se moja el zapato con agua caliente, se pone en la horma de madera, se golpea y se deja secar durante la noche.

Los válenki más baratos son los grises, que se hacen de lana mezclada. Los blancos y negros son más caros porque es preciso separar la lana según el color durante su producción.

Un artesano experto tarda casi seis horas en elaborar un par de válenki, pero para llegar a este punto ha de ser un maestro: se necesitan cinco años de práctica en este arte tradicional. Cabe mencionar que la tecnología de la fabricación casi no ha variado en los últimos trescientos años. Del mismo modo trabajaron los abuelos y bisabuelos de los maestros actuales.

Existen varias supersticiones sobre los válenki. Antiguamente los recién casados se los regalaban. Según la creencia popular, habría amor y armonía en el matrimonio hasta que se desgastasen. Al mudarse a una nueva casa, los dueños ante todo llevaban un válenok. Se creía que así entraba el espíritu de la casa —el domovói— que supuestamente ayudaba a los que eran amables con él.

Los válenki en la actualidad

Sigue habiendo demanda de válenki hoy día. Se producen unos cuatro millones y medio en Rusia anualmente. Algunos de ellos incluso los hacen los diseñadores conforme a las últimas tendencias de moda y se pueden encontrar en los vestuarios de elegantes mujeres urbanas. Pero los consumidores más importantes de este calzado siguen siendo los habitantes de las poblaciones rurales, así como casi todos los trabajadores del petróleo, gas y ferrocarril.

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