Animales cosmonautas
Muchos recuerdan hoy en día los simpáticos perros que viajaron al espacio por primera vez. A principios de los años sesenta sus fotografías se publicaron en todas partes del mundo. Pero, a pesar de la gran simpatía que suscitaron todos estos animales, sus hazañas ahora están casi olvidadas.
Cuando empezó la construcción de la nave espacial Vostok y la preparación de los primeros cosmonautas, los médicos prácticamente desconocían qué impacto podían ejercer las condiciones de un vuelo espacial en el organismo humano. Solamente había algunas suposiciones basadas en la experiencia de la medicina de aviación. Algunos creían que el vuelo en una nave cósmica era similar al realizado en un avión; otros sostenían que el cosmonauta en el estado de ingravidez podía volverse loco. Pero todos coincidían en que había que encontrar la solución a ese problema antes del primer vuelo.
Entonces se decidió que en los vuelos de prueba participaran animales. Eligieron a los perros porque hacía mucho tiempo que los empleaban en experimentos de aviación. Los investigadores tenían la tarea planteada por las autoridades del país de finalizar las pruebas cuanto antes para ser los primeros en envíar un hombre al espacio. Según el programa de pruebas, un vuelo con un ser humano a bordo se realizaría tras solo dos vuelos exitosos de perros al espacio.
Laika y los primeros perros en el espacio
Los canes tienen sus propios “pioneros”. El tres de noviembre de 1957, la perrita Laika se convirtió en el primer animal en volar al espacio. Lo hizo en el segundo aparato lanzado por los rusos, el Spútnik-2. Laika estaba destinada a morir porque la nave en la que voló no tenía cápsula de descenso. Sin embargo, su sacrificio marcó una etapa importante en la ciencia y tecnología espacial. Pasados cuarenta años de ese lanzamiento, instalaron una placa conmemorativa en el edificio del laboratorio del Instituto de medicina de aviación y espacio, donde se preparó durante diez años este primer vuelo.
A finales de 1959, al mismo tiempo que se formó el equipo de los primeros cosmonautas, se realizó el “reclutamiento” del destacamento de los “cosmonautas” caninos. Los criterios para ellos no fueron tan duros como para los seres humanos pero también se imponía una serie de restricciones. Se buscaban perros sin raza, de no más de 35 centímetros de alto y de seis kilogramos de peso. La experiencia de los investigadores les sugirió que los perros sin raza eran los más tenaces, inteligentes y tenían un mejor carácter. Los canes pasaron por la preparación estándar para los astronautas: la centrífuga, cámaras barométricas y experimentos en espacio cerrado.
El primer aparato espacial similar a la nave Vostok, el Spútnik-4, fue lanzado el quince de mayo de 1960 sin seres vivos a bordo. Pero el siguiente Spútnik, lanzado el veintiocho de julio de 1960, ya llevaba a dos perras, Chaika y Lisichka, la perra favorita del diseñador general de los aparatos espaciales. Pero no lograron llegar al espacio, pasados veintitrés segundos del despegue se produjo un accidente por causas desconocidas, el aparato se estrelló y las perras murieron. Este vuelo fallido, que ni siquiera fue anunciado en la prensa, sirvió de estímulo para que los ingenieros mejoraran los sistemas de seguridad de los vehículos espaciales.
El primer regreso con éxito
El lanzamiento de la nave que entró en la historia bajo el nombre de Spútnik-5, se efectuó el diecinueve de agosto de 1960. El tercer aparato enviado al espacio ya estaba equipado con dispositivos para estudiar la actividad vital de los cosmonautas de cuatro patas durante el vuelo y el impacto de la radiación; también podía chequear el funcionamiento de diversos sistemas de a bordo. Todo salió bien, aunque en algunos momentos los investigadores se pusieron nerviosos. Junto con las perras Belka y Strelka, a bordo del cohete Vostok (8K72) iban cuatro ratas blancas, cuarenta ratones blancos y negros, insectos, hongos, plantas, granos de trigo, maíz y guisantes. Transcurridas entre cuatro y seis vueltas alrededor del planeta, Belka comenzó a inquietarse, trataba de liberarse de los cinturones, ladraba y empezó a vomitar. Este hecho influyó en la elección de la duración del primer vuelo del ser humano: solo una vuelta alrededor de la Tierra. Durante el vuelo los perros llevaban puestos unos trajes especiales de color rojo y verde. La nave recorrió 700 000 kilómetros.
El veinte de agosto, la cápsula espacial regresó a la Tierra. Las perras se sentían perfectamente y cuando las llevaron a la conferencia de prensa con motivo de su exitoso viaje, incluso se pelearon como las perras comunes y corrientes. Tras el vuelo, tanto Belka como Strelka vivieron varios años, hasta la vejez. Strelka tuvo seis cachorros, uno de los cuales fue enviado como regalo por orden del mandatario soviético Nikita Jruschov, a Caroline Kennedy, hija del presidente estadounidense John Kennedy. Los cuerpos disecados de los perros están en el Museo de Cosmonáutica de Moscú.
No solo perros para preparar el viaje del hombre
Los periódicos afirmaban: “¡Ahora llegó el momento para que el hombre vuele al espacio!” En efecto, este fue el primer vuelo exitoso experimental al espacio, y si el proyecto planeado para noviembre hubiera tenido éxito, el viaje del hombre al espacio se habría realizado ya en diciembre de 1960. Pero una serie de fallos y catástrofes en el cosmódromo de Baikonur aplazó los experimentos. El uno de diciembre de 1960 volaron al espacio las perras Pcholka y Mushka, pero el sistema de eliminación destruyó el aparato junto con los animales, porque según la trayectoria estimada el objeto habría podido aterrizar fuera de los límites del país y los resultados de los experimentos cósmicos habrían podido ir a parar a manos de los enemigos, o así se creía.
El siguiente vuelo de prueba fue realizado el veintidós de diciembre de 1960, con las perras Zhemchúzhina y Alfa a bordo. La cápsula aterrizó en Yakutia (Siberia) con éxito tras dispararse el sistema de evacuación de emergencia. El nueve de marzo de 1961 se llevó a cabo un vuelo con la perra Chernushka y un muñeco, también con éxito.
El veinticinco de marzo de 1961, fue lanzado el último Spútnik con la perra Zviózdochka y un muñeco a bordo. Según el programa, era la perra Udacha (“Fortuna”, en español) la que iba a viajar al espacio. Pero un día antes del lanzamiento uno de los candidatos a cosmonautas, Yuri Gagarin, opinó: “No somos supersticiosos, pero la fortuna también nos haría falta”. Entonces a la perra Udacha se le cambió el nombre por el de Zviózdochka (“Estrellita”), y entró en la historia bajo este nombre. Después de este vuelo ejemplar, nada le impedía al hombre volar al espacio.
Con el vuelo del primer ser humano al espacio no se terminaron los experimentos con animales a bordo de naves espaciales. En particular, antes del primer vuelo cósmico de larga duración (dieciocho días), dos perros, Veterok y Ugoliok, fueron puestos en órbita el veintidós de febrero de 1966 con el fin de permanecer allí veintidós días para que los científicos estudiaran los efectos en su organismo al pasar un periodo de tiempo prolongado en el espacio. Sin embargo, el honor de participar en los experimentos de circunnavegación de la Luna no lo tuvieron perros, sino que el quince de septiembre de 1968 lo lograron unas tortugas.