Exploración de otros planetas

Exploración de otros planetas RIA Novosti / Archivo

La creación de los planes soviéticos para la exploración de la Luna empezaron con un carta enviada a principios de 1958 al Comité Central del Partido Comunista por el ingeniero Serguéi Koroliov y el académico Mstislav Kéldysh, en el que se explicaban los principales puntos del futuro programa lunar: alcanzar la superficie visible de la Luna y dar la vuelta al lado de su cara oculta. Nikita Jruschov, el entonces líder del Partido, aprobó el programa, teniendo en cuenta el aspecto político de los vuelos al espacio: había que dejar atrás al principal rival de la Unión Soviética... EE. UU.

La primera sonda espacial en alcanzar las inmediaciones del satélite y una de las primeras de la larga serie soviética “Luná” (realizada de 1958 a 1976) fue la sonda Luná-1.

Las estaciones Luná

El dos de enero de 1959, la sonda Luná-1 fue la primera nave en alcanzar la velocidad de escape de la Tierra, se separó de la tercera parte del cohete y puso rumbo hacia la Luna. La sonda pasó a 5995 kilómetros de la superficie del llamado planeta celeste, el cuatro de enero, después de 34 horas de vuelo, y no impactó en la superficie selenita debido a una falla en el sistema de control del cohete impulsor.

El catorce de septiembre de 1959, la estación Luná-2 alcanzó la superficie lunar por primera vez en la historia. El siete de octubre de 1959 la estación Luná-3 transmitió a la Tierra por primera vez las imágenes de la cara oculta del satélite.

El tres de febrero de 1966 la estaci­ón Luná-9 efectuó el primer buen alunizaje de la historia. El veinticuatro de septiembre de 1970, Luná-16 trajo a la Tierra muestras del suelo lunar. Las estaciones Luná-17 y Luná-21 transportaron a la Luna dos “Lunojods”.

Los paseos lunares de los "Lunojods" y otras expediciones a la Luna

El Lunojod-1 fue el primer vehículo planetario (rover en inglés) que realizó exitosamente trabajos en la superficie de otro cuerpo celeste y fue el primero de la serie de sistemas autónomos de control remoto soviéticos que llevaban el mismo nombre.

La estación interplanetaria soviética Luná-17 con el Lunojod-1 se desplegó el diez de noviembre de 1970; el diecisiete de noviembre el vehículo fue llevado a la superficie de la Luna, en el mar de las Lluvias; y trabajó en el suelo del satélite natural de la Tierra hasta el cuatro de octubre de 1971. La vida útil del Lunojod-1 superó tres veces lo esperado. Además de los estudios de la superficie lunar, de la radiación cósmica y de la composición química y calidades físicas del suelo, realizó un programa para encontrar un lugar idóneo de alunizaje. Durante el período de su trabajo la nave atravesó 10 540 kilómetros, transmitió a la Tierra 211 panorámicas lunares y 25 000 fotografías.

El Lunojod-1 estaba equipado con el reflector angular utilizado en los experimentos de la evaluación de la distancia a la Luna. Durante los primeros seis meses de trabajo el reflector de Lunojod-1 facilitó unas veinteobservaciones, pero luego su posición exacta se perdió. Solamente en abril de 2010 los científicos estadounidenses de la Universidad de California (San Diego) informaron que por primera vez desde 1971 habían logrado recibir un rayo de láser reflejado.

El Lunojod-2 fue transportado a la Luna el dieciséis de enero de 1973 por la estación automática Luná-21. Esta misión espacial fue una de las más exitosas en el “Programa lunar de la URSS”. Permaneció operativo durante cuatro meses, recorriendo 37 000 kilómetros, y transmitió a la Tierra más de 80 000 imágenes de la superficie de la Luna. El funcionamiento de Lunojod-2 finalizó oficialmente el cuatro de junio de 1973.

También entre 1963 y 1970 se efectuaron varios lanzamientos de vehículos automáticos ideados como sistemas de pruebas con vistas a un futuro alunizaje y puestas en servicio en el marco del proyecto “Sonda” (Zond en ruso).

La serie se inició con el despegue de las primeras naves Zond destinadas al estudio de Marte y Venus, y que pasaban por las cercanías de la Luna. Más tarde otras naves fueron lanzadas para, precisamente, estudiar el satélite natural de la Tierra.

En cuanto al programa soviético de naves pilotadas hacia la Luna, este, aunque tenía una larga historia, no llegó a completarse. Los primeros logros en el espacio infundieron esperanzas a los ingenieros soviéticos e hicieron que los estadounidenses se preocuparan. Pero no todo fue tan fácil y exitoso. La URSS no envió ningún cosmonauta a la Luna. A pesar de ello, los proyectos lunares soviéticos fueron muy interesantes.

La "nave lunar" N1-L1, diseñada por Serguéi Koroliov en 1964 y finalizada para 1970, fue la primera que habría podido llevar al hombre a la Luna. Tres veces más ligera que su rival norteamericano, el Apollo, la nave podía albergar a tan solo un cosmonauta. Fue el único proyecto que alcanzó la etapa de pruebas finales (se habían realizado tres lanzamientos para probar varios aspectos del funcionamiento). Sin embargo, el proyecto nunca llegó a su final.

Serguéi Koroliov no fue el único especialista que diseñó naves espaciales. Otro ingeniero famoso, Vladímir Cheloméi, propuso en 1966 un proyecto alternativo —el LK 700— que a diferencia del complicado programa de Koroliov, realizado en varias etapas y por eso no muy estable desde el punto de vista de la seguridad tecnológica del momento, ofrecía un aterrizaje directo en la superficie de la Luna. Pero el proyecto de Koroliov tuvo prioridad.

También la Unión Soviética fue la primera en enviar sondas planetarias a Venus y Marte.

Para los inicios de 1961 los especialistas tanto soviéticos, como estadounidenses, habían elaborado artefactos y cohetes que podían alcanzar e incluso aterrizar en planetas del Sistema Solar. En la oficina de diseño del ingeniero Serguéi Koroliov se proyectaron los primeros equipos espaciales para los vuelos a Marte y Venus, de aquí su nombre: MV.

Todavía había que aprender a manejar las naves con las radioseñales teniendo en cuenta la distancia entre la Tierra y la lejana nave en el espacio. También se necesitaba un cohete más potente que aquel que llevó un banderín a la Luna. Crear el cohete de cuatro etapas 8K78 lo logró Koroliov en menos de un año después de la orden dada por el gobierno soviético.

Expediciones a Venus y Marte

El primer lanzamiento de la misión Venera, “Venus”, el cuatro de febrero de 1961, fracasó debido a la falla del propulsor.

Entre 1961 y 1984 desde el cosmódromo de Baikonur se ejecutaron veintiocho lanzamientos de estaciones automáticas interplanetarias a Venus. De estos, diecisiete fueron exitosos. La nave Venera-1 pasó entre el diecinueve y el veinte de mayo de 1961 a 100 000 kilómetros de Venus, sin enviar datos. La Venera-7, que efectuó el aterrizaje en la superficie de Venus el quince de diciembre de 1970, fue la primera nave en enviar datos desde la superficie de este planeta e informó sobre la temperatura y la presión de la superficie de Venus. Las Venera-9 y 10 transmitieron las primeras imágenes de la superficie de otro planeta, aún en blanco y negro, mientras que las misiones Venera-13 y 14 en 1981 ya proporcionaron fotografías en color.

En cuanto a los vuelos a Marte, pese al gran deseo de desvelar los enigmas del Planeta Rojo, la Unión Soviética no tuvo mucha suerte con ellos.

La frase “¿Hay vida en Marte?” no es solamente un dicho popular conocido por todos los rusos como pregunta retórica a la que es imposible responder concluyentemente, sino también el símbolo del interés por lo desconocido que sigue conmoviendo. El ingeniero espacial Serguéi Koroliov estuvo especialmente interesado en lanzar una nave hacia Marte.

El primer proyecto de una misión al planeta vecino fue demasiado idealista, aunque muy atrevido. Había que construir y poner en órbita una nave interplanetaria gigantesca de varios bloques, para lo que se planeaban unos veinte lanzamientos de cohetes portadores y cuatro años de expedición espacial. Pero debido al corto plazo dispuesto para la realización del proyecto, la exigencia de alto nivel tecnológico y el acaparamiento de recursos por parte del programa lunar, el proyecto no se llegó a realizar.

Tampoco fueron muy exitosos los lanzamientos de las sondas hacia el Planeta Rojo. La sonda automática de exploración interplanetaria Mars, se aproximó a Marte el diecinueve de junio de 1963 hasta una distancia aproximada de 193 000 kilómetros, sin lograr el envío de datos. Las primeras naves sobre la superficie de Marte, la Mars-2 y la Mars-3, lanzadas en 1971 por la URSS, se averiaron y no consiguieron enviar datos.

A fines de la década de 1960, tras perder la primacía en los programas de la exploración de la Luna, la Unión Soviética volvió al tema de los vuelos pilotados a Marte.

En aquel período nació el proyecto Aelita para efectuar una misión pilotada al Planeta Rojo. El director del proyecto fue el ingeniero espacial Konstantín Feoktístov. La nave debía ser ensamblada en órbita, y los módulos debían ser transportados por cohetes H-1. Luego la nave alcanzaría velocidad por un trayecto espiral, tras lo cual se incorporaría la tripulación que habría llegado allí en un aparato creado para el programa lunar. La misión debía durar 160 días, cinco de los cuales permanecería en la superficie de Marte. Este programa nunca fue realizado.  

La Unión Soviética volvió a la cuestión de los vuelos a Marte a mediados de la década de 1980, cuando se creó el transbordador Energuia (“Energía”), que permitía llevar grandes cargas al espacio. Se suponía que este proyecto emplearía todos los avances tecnológicos realizados en las estaciones orbitales y naves no pilotadas. Pero con el inicio de la perestroika se perdió la posibilidad de realizar este vuelo.

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