Nikita Jruschov

Nikita Jruschov RIA Novosti

Nikita Jruschov (en ocasiones transliterado “Khrushchev”, “Kruschev” o “Jrushchov”), fue el primer secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética y el presidente del Consejo de Ministros soviético entre los años 1953 y 1964. Tras su dimisión forzada vivió en el ostracismo hasta su muerte en 1971.

Introducción

Vida personal y familiar

Carrera política

—Ascenso al poder tras la muerte de Stalin

Principales medidas políticas y económicas

—“Desestalinización”

—La crisis de los misiles

—“Colonización de las tierras vírgenes y baldías”

—Construcción de vivienda

—Primeros logros del proyecto espacial, el vuelo de Yuri Gagarin

—Visita a Estados Unidos

—“El maicero”

—La construcción del Muro de Berlín

Jruschov, protagonista de anécdotas

Fin de época

INTRODUCCIÓN

Nikita Jruschov asumió el poder en 1953, poco después de la muerte de Iósif Stalin, y desde el comienzo de su mandato dedicó muchos esfuerzos a denunciar los abusos de la época estalinista y el “culto a la personalidad” de su predecesor.

Liberó a la mayoría de presos políticos y recrudeció el control estatal sobre los organismos de seguridad. En el ámbito internacional mejoró sustancialmente las relaciones con Occidente con su promoción de la idea de “coexistencia pacífica” de países con distintos sistemas sociales. Su época, sobre todo el final de la década de los años 50, fue bautizada en la URSS como “el deshielo de Jruschov”.

Sin embargo, su carácter impulsivo y negligente, así como su tendencia a asumir demasiada responsabilidad en cuestiones que no dominaba, desembocaron en varios experimentos económicos frustrados.

La mayoría de los rusos al hablar sobre Jruschov recuerda su exótico programa de plantar el maíz en todos los campos, incluidas las zonas inapropiadas desde el punto de vista climático. En el extranjero su nombre se asocia con la crisis de los misiles en Cuba. Muchos recuerdan la anécdota del líder soviético golpeando con un zapato la mesa en la sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

VIDA PERSONAL Y FAMILIAR

Nikita Jruschov nació en el municipio de Kalínovka (en la actual provincia rusa de Kursk) el 15 de abril de 1894 en la familia humilde campesina de Serguéi Jruschov y Axinia Jruschova. Nikita en verano trabajaba de pastor para ayudar a sus padres y en invierno estudiaba en una escuela local. En 1908, en busca de una vida mejor, la familia se trasladó la localidad minera de Yúzovka (actual Donetsk, Ucrania), donde su padre empezó a trabajar en una mina de carbón mientras que el joven Nikita pasó a trabajar como aprendiz de tornero en una planta industrial, profesión que desarrollaría a continuación en una mina, hecho que lo salvó del reclutamiento en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial.

En 1914, con veinte años de edad, contrajo matrimonio con Yefrosinia Písareva, que falleció en 1920. El matrimonio tuvo dos hijos: Yulia (1916-1981), que contrajo matrimonio con Víktor Gontar, director del Teatro de la Ópera de Kiev; y Leonid (1917-1943), que fue piloto militar y desapareció en combate en 1943, a pesar de lo cual su segunda mujer, Liudmila, fue arrestada bajo la acusación de “espiar” para Alemania.

La segunda esposa de Jruschov, Nina Kujarchuk, nació en la localidad de Vasilev (actualmente en el territorio de Polonia). Se casó con Nikita en 1924. Años más tarde se convertiría en la primera esposa de un líder soviético en acompañar a su cónyuge en recepciones y ceremonias oficiales tanto en la URSS como en el extranjero. Falleció en 1984. La primera hija de este matrimonio murió siendo todavía niña.

Otros hijos del matrimonio fueron: Rada, nacida en Kiev en 1929, que más tarde se casaría con Alexéi Adzhubéi, redactor jefe del diario oficialista Izvestia; Serguéi, nacido en 1935, ingeniero empleado en una compañía de diseño de misiles y actualmente residente y ciudadano de EE. UU.; y Yelena, nacida en 1936, que fue jurista y estuvo casada con el ingeniero químico Víktor Yevréinov y falleció en 1972.

CARRERA POLÍTICA

En 1918 Jruschov ingresó en el Partido Bolchevique y participó en la guerra civil rusa. En 1918 encabezó un destacamento de la Guardia Roja (primeras milicias bolcheviques formadas con voluntarios) y después llegó a comisario político de batallón.

Terminada la guerra, se dedicó a actividades políticas a nivel provincial, hasta que fue enviado a estudiar a la Academia Industrial de Moscú en 1929. En 1931 fue nombrado secretario del Partido en un distrito de Moscú. Muy pronto, en 1932, se convirtió en subsecretario del Comité del Partido Comunista en la capital soviética y en la provincia de Moscú, órgano en el que ya desde 1934 ocuparía el puesto de primer secretario. Los historiadores atribuyen la brillante carrera política de Jruschov a su amistad con Svetlana Alilúyeva, estudiante de la Academia Industrial de Moscú e hija del líder soviético Iósif Stalin.

En 1939 fue nombrado primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Ucrania y en 1938 entró en el Buró Político del Partido Comunista, el círculo más cercano a Stalin. Sin embargo, a juicio de muchos historiadores, a diferencia de la “vieja guardia” (Viacheslav Mólotov, Lázar Kaganóvich, Klement Voroshílov, Anastás Mikoyán, etc.), Jruschov no era una de los políticos más importantes para Stalin.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue Miembro del Consejo Militar (encargado político) de varios frentes pero su contribución a la guerra no fue excepcional, como lo demuestra el modesto grado de teniente general que ostentaba al final de la contienda, a diferencia de sus compañeros de armas, que llegaron a ser generales de ejército e incluso mariscales.

De 1944 a 1947 ocupó el puesto de presidente del Consejo de Ministros de Ucrania y luego volvió a ser nombrado primer secretario del Comité Central del Partido Comunista ucraniano. En 1949 retoma el cargo de líder comunista de Moscú y de la provincia de Moscú y de miembro del Comité Central del Partido comunista.

Ascenso al poder tras la muerte de Stalin

En junio de 1953, tras la muerte de Stalin, Jruschov fue uno de los responsables de la dimisión, arresto, juicio y fusilamiento de Lavrenti Beria, el ex director del NKVD, Ministerio del Interior soviético, una de las instituciones estatales más temibles de la época. Después de un corto período “transitorio”, dominado por la lucha por el poder entre la cúpula comunista gobernante, en septiembre de 1953 Jruschov fue elegido para el cargo de primer secretario del Partido Comunista.

El momento estelar de la vida política de Jruschov fue su informe para el XX Congreso del Partido, celebrado el 25 de febrero de 1956. Este es un fragmento sobre la gestión de Iósif Stalin:

“En lugar de demostrar la idoneidad de su política, eligió casi únicamente el camino de la represión y del aniquilamiento físico, no solamente contra sus enemigos reales, sino también contra individuos que no habían cometido crimen alguno contra el Partido ni contra el pueblo soviético”.

Aunque leído al término del XX Congreso, a puerta cerrada y en ausencia de periodistas e invitados de otros países, el contenido del informe pronto se dio a conocer dentro y fuera de la URSS, causando gran conmoción entre aquellos que tan solo hacía 3 años lloraban la muerte de Stalin.

Las discusiones sobre el papel de Stalin estallaron no solo en la URSS, sino también en el seno de todos los partidos comunistas del mundo. Los investigadores coinciden en que el informe fue un duro golpe para los movimientos comunistas y aliados del bloque soviético. Algunos incluso intentaron deshacerse de la tutela ideológica, política y militar de la URSS, como por ejemplo Hungría, que se sublevó en el año 1956. La respuesta de Jruschov a la rebelión fue el envío de tanques, que pronto sofocaron la revuelta.

El primer intento de arrebatarle el poder al arrogante y excéntrico líder fue emprendido en junio de 1957. La reunión del Presídium del Comité Central del Partido duró cuatro días y terminó con la decisión de destituir a Jruschov del cargo de primer secretario. Sin embargo, un grupo de partidarios de Jruschov encabezado por el mariscal Gueorgui Zhúkov (entonces ministro de Defensa) pudo interrumpir en el trabajo del Presídium e insistir en que el asunto fuera estudiado por una reunión plenaria de todos los miembros del Comité, convocada urgentemente con ayuda de los militares (Zhúkov incluso se encargó de enviar aviones militares para transportar a Moscú a todos los miembros del Comité que se encontraban fuera de Moscú). Finalmente en la reunión del Comité Central Jruschov logró que casi todos los miembros de este organismo fueran acusados de formar “el grupo antipartido” y fueran destituidos de sus cargos en el Comité Central (más tarde, en 1962, fueron expulsados del partido).

Cuatro meses después de estos acontecimientos, pese al insólito apoyo que el mariscal Zhúkov —el afamado héroe de la Segunda Guerra Mundial— brindó a Jruschov, el militar quedó destituido de todos sus cargos en el Ejército.

PRINCIPALES MEDIDAS ECONÓMICAS Y POLÍTICAS

“Desestalinización”

La lucha contra el “culto a la personalidad” de Stalin iniciada en el XX Congreso del Partido terminó con una “desestalinización” generalizada emprendida a partir de las decisiones del XXII Congreso. El cuerpo de Stalin fue retirado del mausoleo de la Plaza Roja, donde yacía con Lenin; las ciudades que habían sido rebautizadas con el nombre de Stalin abandonaron su denominación; y todos los monumentos del antiguo primer secretario fueron derribados (salvo uno en Gori, Georgia, ciudad natal de Stalin, que actualmente también ha sido derribado).

Con la “desestalinización” se abrió el periodo de mayor libertad de expresión marcado por la vuelta a casa de centenares de miles de presos políticos y un fuerte auge cultural. Sin embargo, en los años 60 Jruschov lanzó una campaña de persecución contra el mundo del arte, al que acusaba de promover valores culturales ajenos. Entre los perseguidos se encontraba el escultor Ernst Neizvestny, que se atrevió a criticar los puntos de vista de Jruschov sobre el arte moderno.

La crisis de los misiles

Pese a la considerable superioridad norteamericana en municiones estratégicas nucleares (6000 ojivas contra unas 300 de la Unión Soviética), en 1961 Estados Unidos inició la instalación en Turquía de 15 misiles de alcance medio (de 2400 kilómetros) PGM-19 Jupiter que amenazaban directamente a la parte europea de la URSS y podían alcanzar Moscú. El mando militar ruso y Jruschov personalmente en calidad de comandante jefe, se dieron cuenta de que se podrían lograr cierto equilibrio nuclear si se instalaban en Cuba sistemas de misiles de medio alcance, capaces de alcanzar en 20 minutos Washington y la mitad de las bases aéreas de bombarderos estratégicos estadounidenses (portadores de armas nucleares) desde la isla

En aquel entonces las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba atravesaban su momento más dulce. Jruschov quedó encantado con Fidel Castro. Se conocieron en Nueva York en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cuando a Jruschov le preguntaron si Castro era comunista, este respondió: “No sé si Fidel es comunista pero yo soy ‘fidelista’”. La Unión Soviética suministró a Cuba armas, consejeros militares (españoles republicanos que combatieron en el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial), concedió créditos y compró azúcar de caña a precios subvencionados. El petróleo soviético llegó también con precios especiales a la isla.

En abril de 1961 un informe de la Embajada soviética en México enviado a Moscú precisó la fecha y el lugar exactos de la invasión de las tropas anticastristas que se estaba preparando. Jruschov compartió con Fidel la información clasificada y Castro triunfó en Playa Girón.   

La crisis de los misiles estalló el 14 de octubre de 1962, cuando un avión espía estadounidense U-2 que sobrevolaba la isla tomó cerca de San Cristóbal fotografías de misiles que todavía no estaban en posición de combate.

Por iniciativa de Kennedy se formó en EE. UU. un comité especial dedicado a estudiar posibles soluciones al problema. Tras varios días de sesiones secretas, el 22 de octubre el presidente norteamericano dirigió un mensaje televisado a la nación, en el que habló de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla Para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses. El mensaje en seguida provocó el pánico en el país. Miles de estadounidenses huyeron a México maldiciendo tanto a Jruschov como a su propio Gobierno.

Inicialmente la URSS desmintió la existencia de armas nucleares en Cuba pero después comunicó a EE. UU. que las instalaciones tenían únicamente objetivos disuasorios. El 25 de octubre las fotografías fueron mostradas en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU. Otro vuelo de un U-2 reveló que los misiles ya estaban preparados para el combate. En total, según el ex general de los servicios secretos de la URSS Nikolái Leónov, en la isla ya se encontraban desplazados unos 40 000 uniformados soviéticos: una división de cinco regimientos, armados con misiles de 4500 kilómetros de alcance, dos divisiones de defensa antiaérea y un regimiento de cazas MIG-21. A los infantes de Marina estadounidenses deberían enfrentarse cuatro regimientos de infantería soviética. Hasta 1992 el mundo no supo que en los misiles había instaladas ojivas nucleares tácticas. Nikolái Leónov afirma que el comandante del contingente, el general Issá Plíyev, tenía poderes para atacar Estados Unidos sin esperar órdenes desde Moscú.

El 27 de octubre la tensión llegó a su punto álgido, cuando un U-2 fue derribado por un misil soviético al sobrevolar la isla y el piloto pereció.

Sin embargo, el mismo día se iniciaron las primeras conversaciones entre Jruschov y Kennedy (anteriormente los contactos se realizaban entre los servicios secretos de ambos países). Después de continuas negociaciones secretas, se decidió el desmantelamiento de las instalaciones nucleares soviéticas en Cuba a cambio de la garantía de los Estados Unidos de no realizar jamás una invasión a la isla y desmantelar las bases de misiles nucleares en Turquía. El 28 de octubre empezó el desmantelamiento de los misiles soviéticos y en noviembre del mismo año, cuando los misiles fueron retirados de la isla, EE. UU. levantó el bloqueo marítimo de Cuba.

Asimismo se decidió instalar un cable telefónico directo entre la Casa Blanca y el Kremlin a fin de tener un medio de comunicación operativo entre ambas potencias durante los períodos críticos, el llamado “teléfono rojo”. La crisis de los misiles y el nombre de Jruschov desde aquel entonces son inseparables.

“Colonización de las tierras vírgenes y baldías”

En la economía soviética las reformas de Nikita Jruschov estuvieron dirigidas principalmente hacia el sector agrario y pretendían aumentar la producción de alimentos con la consiguiente mejora del nivel de vida del campesinado. Para ello se autorizó a los campesinos a aumentar la producción privada y se incrementaron los precios de venta de los productos de las granjas colectivas. En general, subieron considerablemente las inversiones en el sector agrario.

Otra importante medida de Jruschov fue la campaña de “colonización de las tierras vírgenes y baldías” que se inició en 1954 y consistió en el cultivo de una amplia superficie (más de 300 000 km2) de tierras vírgenes en la región de Altái y en las estepas de Kazajistán mediante la utilización generalizada de maquinaria agrícola moderna. Para ello fue necesario poner en marcha un fuerte desplazamiento de población, algo que se logró gracias a una frenética campaña propagandística entre los jóvenes. La primera cosecha fue un éxito espectacular. Sin embargo, las dificultades no tardaron en emerger: en la década de los sesenta el monocultivo de trigo terminó por erosionar el suelo dejándolo estéril.

Pocos años después de iniciada la campaña de tierras vírgenes, la URSS se vio obligada a comprar trigo a Canadá con el fin de cubrir el déficit interno. Otras medidas reformistas en la agricultura, como la reorganización de los koljozy, se saldaron también con fracasos.

Construcción de vivienda

A inicios de la década de los años 50 la aplastante mayoría de los ciudadanos soviéticos vivía en las llamadas “kommunalki” o “pisos comunitarios”, apartamentos donde residían varias familias, cada una en una habitación, que compartían las zonas comunes de la casa.

A fin de solucionar este déficit de vivienda, que se agudizó aún más tras los enormes destrozos de la Segunda Guerra Mundial, se fomentó la construcción de apartamentos de reducidas dimensiones que considerablemente paliaron el problema aunque sin resolverlo completamente. Estas viviendas, apodadas “jruschovki” siguen en pie en Moscú y en muchas otras ciudades de Rusia. Residir en uno de estos apartamentos se consideraba un cierto lujo en la época de los años 60 y 70 ya que libraba a sus residentes de la convivencia con otras familias y de las largas colas matutinas para entrar al baño.

Primeros logros del proyecto espacial, el vuelo de Yuri Gagarin

En 1957 la comunidad internacional quedó deslumbrada por un fantástico logro técnico: el exitoso lanzamiento y puesta en órbita del primer satélite artificial, el Spútnik-1. Cuando el 12 de abril de 1961 la agencia de información estatal TASS emitió un despacho titulado “Sobre el exitoso regreso del hombre del primer vuelo espacial”, el efecto sobrepasó todos los límites. El ruso Yuri Gagarin sería para siempre el número uno en el cosmos. La gente salió a la calle, quizás por primera vez en la historia de la URSS sin permisos oficiales, con pancartas en las que se leía “¡El espacio es nuestro!”.

Cabe destacar que este logro fue también un adelanto de la industria bélica rusa: los cohetes portadores de la nave espacial y del primer satélite servían también como misiles balísticos intercontinentales. Jruschov se jactaba ante sus interlocutores extranjeros de que los misiles “se fabricaban como salchichas”. La industria militar y los proyectos espaciales acaparaban la mayoría del presupuesto soviético, dejando sin recursos la industria ligera y la producción de alimentos.

Visita a Estados Unidos

Entre el 15 y el 27 de septiembre de 1959 tuvo lugar la primera visita de la historia de un líder soviético a los Estados Unidos. Durante su viaje Jruschov no se limitó a entrevistarse con el presidente Eisenhower, sino que dedicó la mayor parte del tiempo a conocer el país.

El interés de los medios internacionales fue espectacular. El Departamento de Estado norteamericano acreditó a 2500 periodistas y fotógrafos para cubrir la visita.

En todos los lugares visitados Jruschov tuvo que pronunciar discursos, muy frecuentemente improvisados, y mantener debates con periodistas, economistas, financieros, congresistas y sindicalistas. En uno de sus discursos, en San José (California), el 21 de septiembre, Jruschov declaró: “Cuando me reúno con hombres de negocios, no surge ningún conflicto. Nos comprendemos. Nos damos cuenta de que tenemos filosofías diferentes, pero tratamos de entendernos en una base práctica. Pero con frecuencia, cuando me reúno, por ejemplo, con dirigentes sindicales o con ciertos políticos, sucede que las cosas no son tan fáciles entre nosotros”.

La prensa local indicó que el jefe del Gobierno soviético se mostró un ágil polemista, saliendo airoso en muchas ocasiones frente a sus oponentes públicos. Jruschov llegó a declarar: “No podemos esperar a que los estadounidenses salten del capitalismo al comunismo, pero podemos ayudar a sus líderes electos a que les suministren pequeñas dosis de socialismo hasta que un día despierten y se den cuenta de que están viviendo en comunismo”.

Su manera impulsiva y sincera se dejó sentir desde su primer coloquio, el 16 de septiembre, en el Club de Prensa de Washington, que comenzó de la manera más impertinente cuando el mandatario le contó al presidente del Club una anécdota sobre su silencio mientras Stalin cometía los crímenes que el mismo Jruschov denunciaría después. Contestando a la pregunta de cómo podía justificar la intervención armada soviética en Hungría en 1956, Jruschov señaló: “Veo que la cuestión húngara ha quedado atravesada en la garganta de varias personas como una rata muerta”.

En otras ocasiones el líder soviético hizo esfuerzos por mostrarse agradable con su auditorio. En ese contexto ofreció la explicación del sentido que él verdaderamente diera a su famoso dicho “¡Los enterraremos!”: no se refería a personas, sino al sistema social capitalista.

“El maicero”

Estando de viaje por Estados Unidos, Jruschov realizó una visita a la granja del famoso ranchero de Iowa Roswell Garst. El agricultor y el jefe de Estado se habían conocido en la URSS, donde Garst estuvo compartiendo sus conocimientos en este campo. La primera charla entre el mandatario soviético y el ranchero se celebró en 1955, en Crimea.

“Mi padre y Garst se cayeron bien: ambos adoraban la tierra, podían discutir sobre el maíz, la soja, las habas, durante horas”, recuerda el hijo de Jruschov, Serguéi, en su libro El reformador. Un libro sobre mi padre. “Al trabar conversación, mi padre le preguntó qué pensaba el ranchero sobre nuestra agricultura. El poco diplomático Garst respondió: “Es que la agricultura soviética tiene un retraso de 15 años respecto a las necesidades de la población soviética, que crece, mientras los rancheros americanos se adelantan a este crecimiento otros quince años. De ahí surgen los problemas en ambos países: un déficit en la URSS y una sobreproducción en EE. UU.”.

Tras la experiencia norteamericana, Jruschov dio orden de que los campesinos empezaran a cultivar maíz en casi todas las zonas favorables (y también en las desfavorables) para este cultivo. El desastroso resultado se dejó ver cuando en vez de abundante trigo se cosecharon miserables cantidades de un cereal casi desconocido en el país. El prestigio del “maicero” Jruschov, apodo que lo acompañaría tras el fallido experimento, quedó muy afectado.

En los años sesenta los habitantes de la URSS comenzaron a tener problemas con el abastecimiento de productos alimenticios. Había fracasado el plan de “alcanzar y adelantar a los Estados Unidos en la producción de carne y leche en dos años”, elaborado en 1957. En las ciudades aparecieron libretas de racionamiento de harina, el precio de la carne aumentó un tercio y el de la mantequilla un 25 %, algo insólito en un país donde la inflación siempre era del 0 %. En 1962, debido a una reducción del sueldo de un 30 %, se sublevaron los obreros de la ciudad de Novocherkassk. Las tropas que aplastaron el levantamiento acabaron con la vida de 24 manifestantes e hirieron a 87.

La construcción del Muro de Berlín

La famosa edificación supuso la división física de Alemania y durante varias décadas fue un símbolo de la guerra fría.

Al término de la Segunda Guerra Mundial Alemania quedó dividida en cuatro zonas de ocupación: la norteamericana, la británica, la francesa y la soviética. También en cuatro zonas fue dividida la capital del país, Berlín, para lo cual en 1945 se creó una Comandancia Militar conjunta de los aliados. Pero debido a discrepancias sobre las formas de gobernar entre la URSS y los demás aliados, muy pronto estas cuatro zonas se convirtieron en dos: Berlín Occidental y Berlín Oriental (futura capital de la República Democrática Alemana). La creación de la OTAN y la configuración de la República Federal Alemana en 1949 contribuyeron a empeorar las relaciones entre Oriente y Occidente.

Pero la verdadera causa de la construcción del Muro fueron las continuas fugas de alemanes del Este al Oeste. A medida que el nivel de vida en Alemania Occidental iba mejorando, aumentaba el número de personas que pasaban al otro lado de la frontera. En su mayoría los “prófugos” eran profesionales liberales: ingenieros, técnicos, médicos…

Finalmente, Jruschov mandó tomar medidas muy acordes con su política: el 13 de agosto de 1961, a las 0 horas 30 minutos policías alemanes del Este montaron una valla de alambre de espino a lo largo de los 43 kilómetros de la línea de demarcación entre las dos partes de Berlín. El verdadero muro de hormigón se empezó a construir el 18 de agosto. En las obras participaron 52 000 obreros.

JRUSCHOV, PROTANONISTA DE ANÉCDOTAS

No es de extrañar que a un personaje tan impulsivo y contradictorio como Jruschov se le atribuya una gran cantidad de hechos anecdóticos y frases célebres, momentos que explican la imagen de payaso que a veces tenía en la URSS.

·        Cuando se encontraba de visita en Moscú, el senador estadounidense Humphrey cayó muy bien a Jruschov, quien le preguntó de dónde era. Cuando Humphrey le contestó que había nacido en la ciudad de Minneapolis, Jruschov se acercó al mapa y marcó la localidad con lápiz rojo. “Para no olvidarme de dejar esta ciudad intacta cuando despeguen nuestros misiles”, explicó el mandatario.

·        El biógrafo estadounidense de Nikita Jruschov, William Taubman, en su libro Jruschov y su época da su versión de la discusión histórica entre el agricultor norteamericano Garst y el primer secretario soviético: “¿Por qué saben tan poco sobre la agricultura estadounidense? Si necesitan solo tres semanas para obtener el proyecto de nuestra bomba nuclear, ¿por qué no pueden ‘robar’ nuestros secretos del cultivo de maíz?”, preguntó Garst. “No, se equivoca usted. Solo dos semanas”, bromeó Jruschov.

·        Quizás la más historia famosa de Jruschov con el “rico” lenguaje ruso (con el que siempre infundía horror en los traductores por sus improvisaciones) sucedió en junio de 1959, cuando el mandatario visitaba una exposición de EE. UU. que se había organizado en Moscú. Jruschov dijo al entonces vicepresidente Richard Nixon la frase “¡Les mostraremos a la madre de Kuzmá!”. Se trata de una frase hecha rusa que se utiliza para amenazar o asustar, pero que el intérprete tradujo literalmente al inglés, algo que, además de gran perplejidad, causó verdadera conmoción a muchos que pensaron que se trataba de un arma nuclear rusa codificada bajo el nombre “madre de Kuzmá”.

·        “Los políticos son iguales en todas las partes: prometen construir un puente donde ni siquiera hay río”.

·        La sesión de la Asamblea General de la ONU celebrada en octubre de 1960 en Nueva York pasó a la historia de la diplomacia universal cuando Nikita Jruschov intentó protestar ante las acusaciones contra Rusia de haber suprimido por la fuerza la sublevación húngara… golpeando su mesa con un zapato. Hay varias versiones de lo acontecido, aunque no existe fotografía alguna. Según su traductor, que estaba junto al mandatario, los golpes no se dieron con un zapato sino con una especie de sandalia. Cuando el representante de la delegación de Filipinas afirmó que los países del Este “están privados del libre ejercicio de sus derechos civiles y políticos al haber sido tragados por la Unión Soviética”, Jruschov se quitó una sandalia y se puso a mirarla y sacudirla como si dentro tuviera una china. La golpeó varias veces contra la mesa como si estuviera tratando de sacarla, en una clara demostración de que el discurso no le interesaba y segundos más tarde empezó a golpear con los puños sobre la mesa, cosa que tuvo hacer junto con él el ministro de Exteriores soviético, Andréi Gromyko.

·        Probablemente una de las frases de Jruschov que más fuerte impresión causó en el escenario internacional fue la que en noviembre de 1956 pronunció el mandatario soviético ante los embajadores occidentales durante una recepción en Moscú: “Les guste o no, la historia está de nuestro lado. Los vamos a enterrar”. Más tarde tuvo que explicarse y aclarar que lo que la URSS aplastaría sería el sistema social capitalista.

FIN DE ÉPOCA

Pese a sus importantes méritos, para muchos miembros de la élite del Partido Comunista y del aparato administrativo soviético, al final de su mandato Jruschov había ido demasiado lejos. Sus errores en la política exterior y sobre todo sus numerosos y mal pensados “experimentos” precipitaron su caída.

El 14 octubre de 1964, mientras Jruschov estaba de vacaciones en la península de Crimea, el Comité Central del Partido se reunió en Moscú. A Jruschov lo invitaron a las últimas sesiones. El líder del país advirtió el complot, pero no podía recurrir a la ayuda de los militares: las Fuerzas Armadas tampoco deseaban que el primer secretario siguiera en su puesto tras las reformas llevadas a cabo en el Ejército y el despido de miles de oficiales experimentados. El comunicado oficial del Comité Central decía que “Nikita Jruschov queda liberado de sus cargos a causa de su avanzada edad y del empeoramiento de su estado de salud”. Sin embargo, el ex líder soviético vivió siete años más, casi recluido en su dacha y sin autorización para dar discursos ni entrevistas.

Su hijo Serguéi registró con una grabadora las memorias de su padre que, sacadas clandestinamente del país, se publicaron en Occidente. En ellas, Jruschov aseguraba no saber nada de las purgas estalinistas de los años 30. Para el ex primer secretario, que había pertenecido al círculo de colaboradores más íntimo de Iósif Stalin, fueron pasados por las armas o aniquilados en los campos de concentración siberianos solo los “enemigos acérrimos del poder soviético”. Se le abrieron los ojos solo después de la muerte de Stalin. Sin embargo, actualmente existen numerosos documentos secretos hechos públicos en los últimos años que prueban la participación de Jruschov en las represalias del régimen en Ucrania, por ejemplo, listas de arrestados firmadas por el futuro mandatario.

El autor de una de las mejores biografías del político (Khruschev. His Life and Times, “Jruschov. Su vida y tiempo”), el estadounidense William Taubman respondió a la pregunta de cómo los futuros historiadores valorarían su tiempo: “Sin duda serán más condescendientes con él que con Lenin, Stalin o Brezhnev. Por otra parte, está claro que no solo tuvo grandes éxitos, sino también graves errores en todos los campos: en la política, en la economía, en temas personales. Los historiadores valorarán su gobierno como una época de tremendos contrastes”.

Nikita Jruschov está sepultado en Novodévichie, el cementerio más afamado de Moscú, donde hay erigido un impactante monumento en su honor. Se trata de una columna de mármol blanco y negro compuesta de varios bloques de diferentes materiales y formas y coronada por la cabeza en mármol del difunto. Curiosamente el monumento, objeto de admiración de los visitantes del cementerio, es obra del escultor Ernst Neizvestny, quien en su día acusó a Jruschov de no entender nada sobre arte.

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