La primera caminata espacial

La primera caminata espacial RIA Novosti

Es imposible subestimar su contribución a la historia de la cosmonáutica. Su audaz misión, cuatro años después de que Yuri Gagarin protagonizara el primer vuelo espacial, confirmó el liderazgo de la Unión Soviética en la carrera por la conquista del cosmos y estimuló a otros países a desarrollar sus propios programas espaciales. Nos referimos a Alexéi Leónov, uno de los dos cosmonautas rusos de la nave Vosjod-2, y a la primera salida del hombre al espacio abierto.

Primer paseo espacial de la historia

Leónov estuvo fuera de la nave 23 minutos y 41 segundos y pasó la mitad de este tiempo en movimiento libre a unos 5 metros de ella.

Años después, recordando aquel legendario vuelo, diría: “Al abrir la escotilla vi un cielo lleno de estrellas brillantes y la Tierra completamente redonda. Toda Europa estaba debajo de mí. Había mucho silencio, un silencio absoluto, todo estaba muy quieto. Tenía una sensación muy rara, imposible de imaginar”.

La salida al espacio empezó durante la segunda vuelta de la nave alrededor de la Tierra el 18 de marzo de 1965. Quien le acompañaba era el capitán y piloto principal de la nave, Pável Beliáyev, presto a brindar apoyo en cualquier momento.

Desde el cuadro de control Beliáyevabrió la escotilla que llevaba a la cámara de la compuerta de salida. Según los planes, el cosmonauta iba a estar unido a su nave mediante un cordón que le suministraría oxígeno y una línea de comunicación con el comandante y el control de Tierra.

Al alcanzar la órbita aunos 500 kilómetros de altura la tripulación comenzó a preparar la caminata espacial. El comandante Beliáyevayudó a Leónov a preparar su mochila de emergencia y a acoplar el cordón.

Leónov salió sin contratiempos por la escotilla despresurizada y abandonó la nave. “Me sentía bien e iba informando de lo que veía”, señala. Sin embargo, a los 10 minutos de paseo el cosmonauta descubrió un problema. “El traje espacial se estaba comportando de una forma muy diferente de como lo había hecho en la Tierra”.

El traje se empezó a hinchar y dificultaba los movimientos tirando de sus manos y pies.En el momento en que el cosmonauta se disponía a regresar a la nave las cosas se descontrolaron.

“A pesar de que había un buen ajuste, mis pies se salían de las botas del traje y mis manos de los guantes”, recordó. “El trabajo se volvió imposible, traté de agarrar las asas [de la escotilla] pero mis dedos no podían sujetarla porque no se ajustaban a los guantes.”

Además, la escafandra se hinchó tanto que ya no cabía por la escotilla. En ese momento Leónov, sin consultar con el control de Tierra, decidió bajar la presión interna del traje en un 200 %. “Pensé que había respirado oxígeno suficiente para evitar que el nitrógeno provocase burbujas en mi sangre [la tristemente célebre narcosis de nitrógeno que sufren los buceadores]”, contó.

Además, Leónov desobedeció el procedimiento normal de regreso a la nave entrando primero con los pies. A esto se sumó que su temperatura corporal se incrementó en casi 2ºC durante su actividad extravehicular.

Problemático regreso a la Tierra

Pero el exitoso regreso de Leónov no puso fin a las desventuras de la tripulación, ya que el sistema automático de control de descenso se estropeó y Beliáyevtuvo que asumir el control manual de la nave, elegir un lugar de aterrizaje y, en el momento preciso, encender los motores de descenso.

Esto tampoco fue fácil puesto que el control manual era imposible estando los cosmonautas sujetos en los sillones de descenso, a 90º del cuadro de control. Transcurrieron unos 22 segundos hasta que Pável Beliáyevpudo conectar el panel en modo manual y orientar la nave para después regresar a su sillón, hecho que al final significó una desviación de 165 kilómetros al noreste con respecto a lo planeado.

Finalmente la nave aterrizó en la taiga, lejos de zonas habitadas, y además en condiciones invernales.

Los grupos de salvamento tardaron tres días en rescatarlos. El helicóptero no pudo aterrizar en el bosque y tan solo se pudo preparar una pista de aterrizaje a 9 kilómetros del paradero de Beliáyev y Leónov. Los socorristas y cosmonautas tuvieron que llegar hasta ahí en esquíes.

Más tarde en 1975, Leónov formaría parte de la célebre misión Soyuz-Apollo, la primera misión espacial conjunta de Estados Unidos y la Unión Soviética.

Dos veces fue condecorado con el título de Héroe de la Unión Soviética.

Pero lo más extraordinario es que al terminar su carrera como cosmonauta, Alexéi Leónov encontró un nuevo oficio. Sus cuadros al óleo son apreciados tanto por sus colegas cosmonautas, como por admiradores de la pintura. Publicó libros con reproducciones de sus dibujos así como sus memorias; en sus obras siempre el principal protagonista es el viejo gran conocido de los viajeros estelares: el espacio.

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