Los juguetes de Dýmkovo
Los juguetes de Dýmkovo son figuritas, frecuentemente silbatos, de animales y personas modeladas a mano en barro, pintadas de colores vivos y hechas normalmente por las mujeres de la aldea del mismo nombre, cerca de la ciudad de Kírov (antiguo Viatka), a unos 900 kilómetros de Moscú.
Los silbatos en forma de caballo, oso o pájaro se remontan a los antiguos rituales de magia relacionados con las fiestas agrícolas. Poco a poco fueron perdiendo su significado mágico y se convirtieron en juguetes para niños y productos de artesanía.
Aunque se estuvieron fabricando hasta el siglo XX en vísperas de la feria de primavera para darles salida en ese mercado, lo cierto es que desde finales del siglo XIX este tipo de artesanía se encontraba en decadencia debido, principalmente, a la expansión de las figuritas de yeso que imitaban porcelana.
Durante la época soviética la artesanía se recuperó. En 1933 se organizó la cooperativa Juguete de Viatka, donde al principio trabajaban solo algunos artesanos, pero que con el tiempo logró que sus esfuerzos por conservar el oficio de sus antepasados dieran frutos y que la producción, además de obtener muchos premios, adquiriera gran popularidad.
La fabricación tradicional de los juguetes sigue un proceso muy artesanal: las figuras se modelan en barro rojo de la localidad con añadidos de arena fluvial que se adhieren con barro líquido. Después de secarse y cocerse en el horno, los juguetes se blanquean con creta disuelta en leche y se pintan en al menos cuatro colores con diseños geométricos, como ondas o círculos, que en el último paso del proceso se cubren con oropel.
Los motivos de las figuras han evolucionado con el tiempo y afortunadamente hoy se pueden encontrar temas de todas las épocas. Los más tradicionales son los motivos animales; en el siglos XIX eran populares las damas, caballeros, aguadoras, bufones o niñeras con niños; y a partir de los años treinta del siglo XX se ampliaron los temas y aparecieron personajes de los cuentos populares, escenas de la vida moderna, grupos de bailarinas grandes —de más de treinta centímetros de altura— y otros.
Las formas grandes y algo grotescas se acentúan con detalles como los volantes y los collares opulentos. La pintura viva tiene carácter improvisado y subraya la expresividad de la plástica.
Ahora ya nadie usa estas figuritas como juguetes pero se han convertido en elementos de decoración y en los suvenires preferidos de los extranjeros.