Iván Kupala

Iván Kupala RIA / Oleg Lástochkin

La fiesta eslava de solsticio de verano simboliza la unión del agua, el fuego y las hierbas que da fuerzas naturales a los humanos y produce milagros. Suele celebrarse en Rusia, Bielorrusia, Ucrania, Letonia, Lituania, Estonia y Polonia.

La fiesta caía el 24 de junio del antiguo calendario juliano y ahora el 7 de julio según el contemporáneo gregoriano. El propio solsticio tiene lugar el 21 de junio o el 20 de junio, en años bisiestos. Así que en diferentes países, ciudades y años la celebración suele hacerse en fechas diferentes. 

Tanto el nombre ruso de la fiesta, Iván Kupala, como los ritos que se celebran en ella son una mezcla de tradiciones paganas y cristianas.

La antigua fiesta eslava Kupalie estaba dedicada al dios pagano de los frutos de la Tierra, Kupala, que simbolizaba la unión del fuego y el agua, y se celebraba en la noche más corta del año: del 21 al 22 de junio. El nombre de "Kupala" proviene de la misma raíz que la palabra “vkupe” y significa “unión”.

Con la época cristiana en Rusia, el nombre pagano poco a poco se combinó con el nombre de la fiesta religiosa dedicada a San Juan Bautista, que en ruso es “Iván”. Como las tradiciones de las dos celebraciones coincidían y consistían en sumergir a personas en el agua, no tardaron mucho en asociarse. En la época moderna, Kupala recibió un segundo sentido, “kupat”, literalmente “bañar”, y empezó a hacerse referencia inmediata a los ritos del agua, el fuego y las hierbas en las celebraciones. La fecha fue desplazada y perdió su simbología astronómica.

En Rusia antes de la época soviética esta fiesta era una de las más importantes pues contaba con la participación de toda la población rural y todos debían cumplir al detalle con el ritual.

Tradiciones

Durante la noche de Iván Kupala no se puede dormir ya que recuperan su increíble poder y se hacen muy activas la fuerzas malignas: kikímory (ninfas de los pantanos) y rusalki (ninfas de ríos y lagos, o sirenitas). Las dos están al servicio de Vodianói, el genio mayor de las aguas; de brujas, diablos y de Leshi, el genio de los bosques, y pueden raptar a los que no estén despiertos y atentos, en particular a los niños, para hacerlos sus esclavos.

Como medio de protección los hombres solían usar manojos de ortiga que colocaban en los umbrales y huecos de ventanas: se creía que impedían a los genios malos penetrar en las casas. También guardaban con muchas precauciones todo el ganado y caballos para quitarles a las brujas la posibilidad de robarlos y ir montadas en ellos a los aquelarres, en los que ni animales ni humanos tendrían la menor posibilidad de sobrevivir.

Además, se creía que esta era la única noche en la que se podía oír cómo hablan entre sí las plantas y animales y entenderlos e, incluso, ver cómo los árboles se desplazan de un lugar a otro. Y si alguien logra atravesar sin parar 12 huertas se le cumplirá cualquier deseo.

Agua

Nadar o sumergirse en el agua el día de Iván Kupala es una costumbre común a todos los eslavos. Sin embargo, en la época antigua algunas tribus creían lo contrario: se abstenían de acercarse a las fuentes ya que creían que este día Vodianói, el genio de las aguas, celebra su cumpleaños y, como odia que lo molesten, ahoga a los humanos.

Fuego

Uno de los elementos principales del día, o mejor dicho, de la noche de Iván Kupala, son las hogueras a las orillas de los ríos. Se baila alrededor y se salta por encima de ellas. Los que salten más tendrán mejor suerte. Las parejas saltan cogidos de las manos y si logran llegar al otro lado de la hoguera sin separarse significa que estarán juntos durante toda la vida y serán muy felices.   

En la época antigua hacían pasar al ganado por las llamas purificadoras para protegerlo de la peste. También tiraban al fuego las ropas de niños enfermos para que con las prendas se quemaran también las enfermedades.  

Hierbas

Otro elemento imprescindible de la noche son las hierbas. Una de las tradiciones de las jóvenes solteras es recoger hojas de llantén durante la fiesta y ponerlas debajo de la almohada a la noche siguiente. Así durante el sueño podrá ver a su futuro novio.

Otra costumbre es hacer un ramito de hierbas y flores recogidas al azar y ponerlo bajo la almohada. Si al despertar hay en el manojo doce especies de plantas diferentes serás feliz toda la vida, te casarás y gozarás de buena salud.

Siempre se ha creído que las hierbas curativas recogidas durante la noche de Iván Kupala tienen una fuerza superior. Se usaban tanto para curar enfermedades, como para practicar encantamientos. Además, se empleaban para asustar a las fuerzas malignas y durante las tormentas las arrojaban en las estufas encendidas para proteger la casa de los rayos.

El helecho sigue siendo hasta hoy en día el protagonista y una de las mayores atracciones de las celebraciones para los jóvenes entusiasmados. Se cree que esta noche es la única del año en la que florecen los helechos por unos instantes a la medianoche. Y con esta flor se puede conseguir cualquier tesoro, por más escondido que esté. Así que miles de personas invaden parques, jardines, prados y bosques en búsqueda de la flor milagrosa. Se dice que los que la encuentran tienen garantizada prosperidad, buena suerte y sabiduría. La botánica puede ayudar a explicar esta creencia: los helechos nunca florecen, ellos se reproducen por esporas. Pero el sueño de encontrar la flor maravillosa continúa.

Unión de agua, fuego y hierbas

La unión de agua, fuego y hierbas siempre ha sido un símbolo de amor feliz y fertilidad. Y, al parecer, esta es la parte más fascinante para los jóvenes hasta hoy día.

Las chicas solteras se esconden de los ojos ajenos y depositan candelas encendidas en coronas de flores que han hecho a mano. Luego, dejan flotar las coronas en la corriente del río con la intención de adivinar su suerte. Si la guirnalda tarda poco en hundirse, predice desgracia y mala suerte, soltería, traición o enfermedades. Pero la joven cuya candela permanezca encendida más tiempo, será más longeva. Y aquella, cuya corona logre viajar más lejos por el río, será muy feliz en su matrimonio.

Mientras tanto, los muchachos intentan recoger las coronas corriente abajo con la esperanza de agarrar aquella que pertenezca a la mujer deseada.

Además, las solteras suelen colocar guirnaldas de flores en sus cabellos e internarse entre los árboles y arbustos. Las siguen los jóvenes solteros fingiendo buscar hierbas o helechos. Este era el comienzo de una floreciente relación y antiguamente resultaba que la mayor tasa de natalidad ocurría en marzo.

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