Vólogda
En la ciudad norteña de Vólogda encontrará la grandiosidad de las poblaciones del Anillo de Oro pero con una mayor sensación de descubrimiento. Hasta principios del siglo XVII la ciudad contaba solo con casas de madera y esta arquitectura única es una de las principales razones para visitarla.
El viajero casi no encontrará aquí dos casas de madera iguales: los pintorescos jambajes o marcos de las ventanas (elemento de decoración de madera muy popular en las aldeas rusas), contraventanas y puertas reflejan las tradiciones, la individualidad y el arte de sus autores, talladores de madera. En los museos de la ciudad también se pueden admirar vajillas, cucharas, platos, tazas y cucharones de madera, hechos con el amor y fantasía de los artesanos.
Vólogda, como muchas otras ciudades, cuenta con sus leyendas e historias. Uno de los museos más curiosos de la ciudad es el del cuerpo diplomático, cuyas salas narran un hecho histórico trascendente de la época de la Primera Guerra Mundial: tras recibir la noticia de que los alemanes avanzaban hacia Petrogrado (actual San Petersburgo), los embajadores y diplomáticos que representaban a sus países en Rusia recibieron la orden de evacuar la entonces capital. Poco tiempo después los embajadores franceses, estadounidenses, italianos y serbios, entre otros, se trasladaron a esta ciudad. Durante casi 5 meses Vólogda, alejada del escenario de la guerra pero bien situada en el centro de las comunicaciones, fue la capital diplomática de Rusia. Finalmente los bolcheviques forzaron a los diplomáticos a abandonar su refugio y el país, ya que la mayoría de los embajadores defendía los intereses de los enemigos de la nueva Rusia soviética.
La ciudad cuenta con una casa museo de Pedro el Grande. Allí se alojó el emperador en una de sus visitas a la ciudad. Durante los primeros años de su reinado, Vólogda se convirtió en un centro militar de gran importancia donde se almacenaba material para la construcción de fortalezas y embarcaciones en el norte del país. Pero cuando creció la importancia de San Petersburgo como nuevo puerto, el papel de Vólogda perdió importancia.
La majestuosa catedral de Santa Sofía (construida entre 1568 y 1570), la primera construcción de piedra de la ciudad, fue levantada, como casi todas las grandes iglesias de Vológda, como réplica de la catedral moscovita de la Asunción.
Santa Sofía fue construida por orden de Iván el Terrible. El zar eligió la ciudad para establecer una de sus residencias y para ser la capital de la Opríchnina, una porción del territorio ruso controlado directamente por el zar Iván.
El monarca obligó a los trabajadores a erigir la enorme catedral en dos años y esta prisa casi causó una tragedia. Según la leyenda, cuando Iván entró por primera vez al templo, un ladrillo se desprendió del techo y le cayó en la cabeza hiriéndolo. Este decidió que era un mal presagio, dejó la ciudad y nunca regresó. Se dice que habría ordenado su demolición, pero después de un tiempo cambió de parecer. En cualquier caso, la iglesia fue consagrada solo después de su muerte.
El corazón histórico de la cuidad es el kremlin, construido en el siglo XVII como centro administrativo de la Iglesia para acompañar a la catedral de Santa Sofía. Cuenta actualmente con curiosos museos como el Krayevédchesky (museo de etnografía regional), con una rica colección prehistórica, y el Museo del Encaje, con interesantes ejemplos de la típica artesanía de Vólogda.
Esta industria artesanal nació en el siglo XIX cuando los siervos empezaron a hacer encaje para embellecer la ropa interior y los vestidos siguiendo la moda europea.
Existen diferentes tipos de ejemplos acerca de cómo se pueden utilizar los encajes y los hay para todos los gustos. Para la casa se producen manteles, servilletas, ceniceros; para los amantes de la moda se hacen blusas, vestidos, chaquetas, chalecos y capas. También hay otros artículos textiles como bufandas, sombreros, bolsos y guantes y hasta souvenirs como marcadores de libros.
Otro emblema de Vólogda es la mantequilla “Vologódskoye” con sabor a dulce de nuez. El producto se elabora exclusivamente con leche de vaca. Su sabor dulce proviene de las diferentes hierbas de los prados donde los animales pastan en el mes de mayo. La primera mantequería de Rusia abrió cerca de Vólogda en 1871. La mantequilla producida en esa fábrica rápidamente alcanzó fama mundial. Es curioso que durante algunas décadas la famosa mantequilla se denominara “mantequilla de París” y hasta la década de los años 30 no se asentara el nombre actual de este producto.
Otro episodio de la vida de Vólogda es tristemente famoso. Esta ciudad maravillosa fue el hogar de los carceleros más crueles e implacables del país. También desde el siglo XV Vólogda fue un lugar de destierro y en el siglo XIX recibió el sobrenombre de “la Siberia cercana a capital”. Aquí, aunque en diferentes épocas, estuvieron desterrados Lenin y Stalin. La casa donde vivió este último se ha conservado y ahora funciona como museo del exilio de Vólogda.