Canto popular ruso

Canto popular ruso RIA Novosti / Yuri Káver

El talento de la gente y su deseo de expresar en las canciones sus pensamientos, esperanzas y aspiraciones contribuyó a la aparición en Rusia de un gran número de cantares populares en cuyo arte se escondían los orígenes del estilo de interpretación de la escuela de canto rusa.

El canto popular ruso se caracteriza por el calor del timbre de voz pectoral, por vocales abiertas que dan vivacidad y estridencia al sonido, pero al mismo tiempo (en comparación con la manera académica), el sonido es “directo” (es decir no hay vibraciones en la voz) y la resonancia es menor que la que poseen los cantantes de ópera.

Las raíces de la música rusa se remontan al arte de las tribus eslavas orientales que poblaban el territorio de la antigua Rusia hasta el tiempo de la aparición del primer Estado ruso en el siglo IX en torno a Kiev. En aquel momento la canción popular ocupaba un lugar muy importante en la vida cotidiana y social de la población.

Como en la Rus no existían formas desarrolladas de música profesional laica y debido a las creencias religiosas paganas que seguían existiendo hasta la penetración del cristianismo en el país (a finales del siglo X) el papel del folclore ritual en la vida de la sociedad era determinante, y no solo entre las masas populares, sino también en los círculos feudales y hasta en la corte principesca.

Los portadores principales de la cultura artística en aquel entonces eran los boyany (de boyan: creador, narrador y cantor de poemas épicos rusos, de relatos populares) y los predecesores de los actores profesionales, los skomoroji, artistas callejeros que viajaban y se compenetraban con las peculiaridades artísticas de los habitantes locales en diferentes zonas del país y cuyo arte era parte indispensable en todas las festividades populares, al igual que en la corte zarista y en las casas de los cortesanos importantes.

El canto sacro

El canto religioso tuvo un papel importante en la preparación de cantantes profesionales en la Rus. La vida de la gente estaba ligada de forma tan estrecha a la vida religiosa y sustentada por la influencia de la Iglesia de manera tan profunda, que el arte eclesiástico podía equipararse con el arte popular.

Tras la introducción del cristianismo como religión del Estado en el país comenzó el desarrollo de la música religiosa. La preparación profesional no solo entre los clérigos, sino también entre personas ya alfabetizadas musicalmente, se realizaba antes de la entrada en las escuelas monacales, donde los cantantes aprendían solfeo y recibían formación sobre teoría de la música.

La música sacra era exclusivamente vocal (no se admitía el uso de instrumentos musicales en las iglesias), siguiendo las formas típicamente bizantinas que determinaron la primera etapa de la música en aquel entonces. La cultura musical religiosa, a diferencia de la pagana, desde el principio poseía una tradición de notación escrita.

Los cantos eclesiásticos se caracterizaban por un carácter lento y majestuosamente narrativo, melodías suaves y fluidas, ausencia de intervalos grandes, una tesitura (extensión vocal) media y a la vez penetrante, pronunciación de palabras exactas, entonación impecable, dinámica reservada y una general nobleza de estilo. Así eran las características principales del canto sacro que, al estar muy difundido (principalmente por gran abundancia de iglesias, monasterios, etc.) permitía hallar entre las grandes masas de cantantes las mejores voces. Eso sí, las largas frases musicales, los ritmos lentos y el carácter tranquilo de la música religiosa exigían a los cantantes una respiración adecuada. De este modo se cultivaba la base del canto, donde una pronunciación “limpia” y clara era un requisito obligatorio.

Así, mediante la música sacra el cantante adquiría el profesionalismo necesario, lo que al final permitió a los artistas rusos dominar fácilmente el repertorio operístico cuando llegó al país en el siglo XVIII.

Historia del canto ruso religioso

El canto ruso religioso, al igual que la arquitectura y el arte, experimentó varias etapas en su historia, por desgracia todavía parcialmente desconocida ya que no están recogidos y estudiados todos los libros antiguos de notas y composiciones históricas sobre el tema. Este recorrido del canto ruso se puede dividir en dos épocas temporalmente desiguales:

Primera etapa

La primera etapa del canto sacro transcurre desde el comienzo del cristianismo en Rusia hasta el siglo XVII. Este período se caracteriza por un dominio del canto monódico, hasta en los coros, y por el uso de una notación musical no lineal, por la que el canto correspondiente fue designado kriukovoye (de kriuk o gancho). En este período los cantantes solían interpretar canciones más “de oído” que gracias a un aprendizaje profundo del arte musical.

Aquí hay que destacar el primer período (desde el bautismo de Rusia en 988 y hasta los siglos XI-XII), en el que dominaba el canto gregoriano y las melodías de los eslavos del sur (sobre todo búlgaras), que se transformaban y obtenían sus propias formas en la tradición folclórica rusa.

Según los libros de notas antiguos, y debido a la existencia de dos tipos de signos musicales, el canto en este tiempo se dividía en kondakarny (de kondakar un tipo especial de codificación litúrgica en forma de manuscritos antiguos de obras de varias estrofas,) y znamenny (notaciones donde se usan signos especiales, llamados znamiona, del ruso arcaico “marcas”, “muestras”, “banderas”). Debido a su gran complejidad, el canto kondakarny desapareció, por lo que quedó solamente el znamenny o “de ganchos”.

La característica más notable de este sistema de escritura musical es que registra más bien las transiciones de la melodía que las notas. Los ganchos también codifican un humor y una gradación de cómo cada parte de melodía debe ser cantada (tiempo, fuerza, carácter, etc.).

Del XII al XIV se establece de forma universal el canto kriukovoye que en aquel entonces empieza a denominarse también “de habla verídica” porque las letras y las sílabas se pronuncian exactamente como están escritas (la “a” como “a” y la “o” como “o” y no como en la habla cotidiana que a veces se intercambian.

Los dos siglos posteriores fueron un periodo sombrío para el canto religioso del país. Predominaba la jomonia, un canto abatido, lento, melancólico en el que se añadían vocales inexistentes tras las consonantes finales.

Debido a la complejidad de este último, en el siglo XVI un intérprete de Nóvgorod, Iván Shaidurov, intentó simplificar la notación añadiendo al lado de cada kruk (gancho) unas letras eslavas en rojo que explicaban cómo debía ser cantado cada sonido. Esta simplificación tampoco llegó a expandirse.

Después del siglo XVII, durante el reinado de Alejo I (Alexéi Mijáilovich Románov) y el Patriarca Nikón (que en 1652 reformó la liturgia y los ritos de la Iglesia ortodoxa rusa) hubo numerosos intentos por parte de las autoridades de eliminar la jomonia del canto religioso para lo que reunieron a numerosos conocedores de la escritura del canto. A finales del siglo XVII definitivamente cambiaron la pronunciación de las oraciones (el “habla verídica” fue restituida). Los adversarios del nuevo sistema “lineal” tuvieron reconocer su superioridad. La rápida difusión de este sistema facilitó el conocimiento de un gran número de melodías procedentes de Kiev, Grecia y Bulgaria.

Segunda etapa

El rasgo peculiar de la segunda época  —siglo XVII hasta nuestros días— es la difusión paulatina de la polifonía, que primero coexistía con la monodia aunque luego llegó a predominar. Es cuando empezaron a enseñar canto en las escuelas y en coros especializados y comenzó una expansión gradual del canto popular de masas.

A finales del siglo XVII y comienzos del XVIII (época de Pedro el Grande) fue el período del canto armónico, también llamado “canto de tres líneas” porque la armonía se obtenía mediante la combinación de tres melodías y tres voces. Posteriormente la armonía se complicó y la composición de melodías y la cantidad de voces aumentó.

Este período se caracteriza por la introducción en el canto sacro ortodoxo, prioritariamente en las capitales, de melodías italianas ya que los compositores en la segunda mitad del XVIII eran en gran medida extranjeros que no conocían ni la lengua rusa ni el oficio religioso ortodoxo.

En los años 30 del siglo XVIII llegó la ópera. Hay que destacar que los cantantes populares rusos, debido a su preparación y experiencia, no solo pudieron aprender pronto el “nuevo estilo musical” sino que hasta rivalizaban exitosamente con él.

En la segunda mitad del siglo XVIII (reinado de Catalina II) continuó la influencia extranjera. Se conocen compositores como Galuppi, Sarti, y otros extranjeros pero de origen ruso como Berezovski, Vedel y Dejtiariov. La autoridad eclesiástica por su parte intentó por todos los medios preservar el antiguo canto monódico, para lo que en 1772 publicó libros de cantos y los difundió entre las iglesias del país. Así estas melodías empiezaron a despertar el interés e inspirar a los compositores.

De forma singular se desarrolló en aquel siglo una de las esferas tradicionales de la cultura musical rusa más estables: la música coral, donde los compositores rusos, siguiendo las tradiciones conservadas a lo largo de los siglos, alcanzaron su más alta cota artística y dejaron obras de gran valor cultural.

También es el momento de la aparición de canciones laicas, muchas de ellas sobre temas de la vida cotidiana y de contenido patriótico y amoroso, en parte debido al importante desarrollo de la poesía. El canto lírico se convierte en la forma musical más venerada por la clase media urbana.

Hasta la mitad del siglo XIX se intenta armonizar los cantos religiosos preservando el espíritu oracional de los mismos. Entre los años 70 y 90 del siglo antepasado se determina, por un lado y por decisión de los representantes del Coro de la Corte (La Capilla Imperial), cuya influencia administrativa era cada vez mayor, unir las melodías existentes, erradicando de cualquier forma los cantos de carácter no religioso, pero por otro lado permitir más libertad y simplicidad en la trascripción de las antiguas melodías religiosas. Hay que mencionar a los dirigentes de la Capilla de aquel entonces. Nikolái Bajmétev, cuya actividad estuvo dirigida a simplificar el arte musical y creativo religioso, y Mili Balákirev, que intentó hacerlo renacer.

El siguiente período estuvo marcado por personalidades como Glinka, Chaikovski, Azéyev, Lvovski, Rimski-Kórsakov y, posteriormente, Rajmáninov y otros. Finalmente el siglo XX se caracteriza por la intención de proporcionar sonoridad y carácter melodioso a los cantos, usando en gran parte melodías religiosas.

De este modo por un lado la canción popular rusa y el arte de interpretación popular, y por otro, una gran cultura de canto religioso fueron factores de gran importancia que prepararon el terreno para la aparición del arte del canto profesional laico (a finales del siglo XVIII). Pero hasta con la aparición de este, el canto religioso (que para aquel entonces ya contaba con diez siglos de existencia) no disminuyó ya que sus representantes más conocidos del canto laico solían recibir su formación inicial en los coros religiosos y al alcanzar la fama seguían basándose en las composiciones aprendidas.

El canto popular siempre ha sido y sigue siendo una parte inalienable de la cultura rusa. Esta expresión artística posee una tradición multisecular, un profundo contenido espiritual y una enorme influencia en el estado emocional, moral y espiritual tanto de los oyentes como de los propios intérpretes. Precisamente esto explica el interés continuo hasta hoy día por las obras populares y determina su presencia en la celebración de las festividades del país. A través de los cantos y bailes nacionales, la cultura popular se configura cada vez más como la base espiritual de la sociedad.

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