Año Nuevo

Año Nuevo RIA Novosti / Mijaíl Fomichiov

El Año Nuevo es la fiesta más esperada en Rusia. Los niños sueñan con los regalos, los adultos con que sus más ansiados deseos se hagan realidad y todos, amigos y desconocidos, se desean felicidad, prosperidad y alegría para el próximo año. Es una fiesta en la que la gente se reúne para celebrarla junto con los amigos y personas más íntimas, porque es la festividad de mayor importancia para los rusos, comparable solo a la importancia que tiene la Navidad en los países Europeos.

La novedad de celebrar el Año Nuevo el primero de enero

La tradición de celebrar la fiesta el primero de enero apareció en Rusia hace tan solo tres siglos. Antes, enero no era diferente de cualquier otro mes porque el año nuevo agrícola comenzaba el primero de marzo y el seglar, el primero de septiembre. Pero en el año 1699, el emperador Pedro I emitió un decreto por el que se ordenaba celebrar el Año Nuevo el uno de enero.

Después del decreto de Pedro I "Sobre la celebración del Año Nuevo" a la manera europea, el abeto se convirtió en un símbolo de esta fiesta en Rusia. Siguiendo las órdenes del zar, los moscovitas adornaron por primera vez sus casas con motivo del Año Nuevo con ramas de pino, abeto y enebro según los casos.

Inicialmente, los árboles navideños se adornaban con frutos secos, caramelos, frutas e incluso verduras, pero se comenzó a decorar con adornos artesanales el árbol mucho más tarde, a partir de mediados del siglo XIX. El abeto iluminado apareció en Rusia por primera vez en 1852 en San Petersburgo, en la estación ferroviaria de Catalina (ahora estación de Moscú). Esta tradición proviene de la comunidad de los residentes de origen alemán en el país. Los alemanes creían que la pícea (parecida al abeto común) es un árbol sagrado, en cuyas ramas viven espíritus buenos del bosque, defensores de la verdad. El árbol con su verdor perenne representaba la inmortalidad, la eterna juventud, la valentía, la lealtad, la longevidad y la dignidad.

Los rusos consideraban que el Año Nuevo se debía celebrar con ropa y zapatos nuevos, como símbolo del inicio de una nueva etapa vital. Por lo general, antes de Año Nuevo se cobraban todas las deudas, se perdonaban todos los males, se hacían las paces y se pedía perdón por todas las ofensas. Antiguamente, la entrada de año se celebraba también sacando de las casas todos los platos y muebles rotos y lavando las ventanas y los espejos.

A la Nochevieja se la llama "la noche generosa". Una abundante mesa festiva según la antigua creencia garantizaría el bienestar en el próximo año y se consideraba clave para la riqueza de la familia. Por lo tanto, trataban de servirla con todo lo que quisieran tener en abundancia en el futuro. En la cena servían carne, cereales y empanadas, cocidos, compota de frutas, cerveza y pasteles con diferentes rellenos. También kisel, jugos de frutas y bayas, jarabes, mermeladas y leche con añadido de patata o de almidón de maíz o fermento de maíz.

Es necesario mencionar que durante los siglos XVIII y XIX la fiesta del Año Nuevo era esencialmente una fiesta de personas pudientes. 90 % de la población del país eran campesinos que se contentaban celebrando solo la fiesta más tradicional: la Navidad.

Peripecias del Año Nuevo tras la Revolución de Octubre

Con la subida al poder de los bolcheviques en 1917, el Año Nuevo empezó a considerarse una fiesta burguesa que no era admisible en un Estado proletario (aunque durante los primeros años del régimen soviético en la capital se organizaron celebraciones especiales para los niños, en las que participaban los jefes de Estado, incluido el mismo Vladímir Lenin). Desde 1918 el Año Nuevo dejó de considerarse feriado oficial y el uno de enero se convirtió en jornada laboral ordinaria. Sin embargo, las familias mantuvieron en la intimidad la tradición de celebrar esta fecha y la Navidad. En diciembre de 1935 volvió a autorizar oficialmente la celebración de la Noche Vieja.

La importancia de la celebración de la Nochevieja en Rusia está estrechamente ligada con la política y muestra de ello es esa autorización de 1935, que se debió a que el poder percibió en la fiesta un buen potencial de entretenimiento para los niños y, lo que es más importante, un buen motivo para hacer balance del año e informar a la población sobre los éxitos del Estado y su pueblo. Asimismo la celebración del Año Nuevo estaba destinada a sustituir la celebración de la Navidad definitivamente, a hacerla desaparecer. También ayudó a que la celebración de la Navidad perdiera fuerza fue el cambio de calendario. Tras la revolución de 1917 Rusia adoptó el calendario gregoriano extendido en Europa desde el siglo XVI. La Iglesia ortodoxa rusa se negó a abandonar el hasta entonces utilizado calendario juliano, retrasado trece días respecto al gregoriano, y en consecuencia las festividades religiosas se desplazaron esos trece días respecto al calendario seglar. La celebración de la Nochevieja quedó así ubicada antes de la de Nochebuena y la Navidad (seis y siete de enero respectivamente), convirtiéndose en una fuerte tentación para los fieles ortodoxos, que deben ayunar en Adviento. Con el tiempo, la propaganda del Año Nuevo como una fiesta principal fue creciendo y cosechando frutos.

Con la decisión de 1935 empezaron de nuevo a producirse y a aparecer en las tiendas y en los hogares los adornos típicos de este periodo: primero, muy simples, de algodón, tela, cartón y papel; y luego más brillantes y hermosos, parecidos a los de antes de la revolución.

En el árbol de Navidad en la URSS, junto con los juguetes tradicionales, se colgaban estrellas de rubí y la bandera roja que representaba la Revolución de Octubre, los nuevos símbolos del país.

El sueño de todos los niños era la fiesta del Árbol de Año Nuevo que se celebra durante 7-10 días antes y después de Año Nuevo. La fiesta en realidad consiste en actividades para niños con música y juegos en las que participan también el Abuelo del Frío (en ruso "Ded Moroz", un personaje análogo de Papá Noel) y su nieta, Snegúrochka (de la palabra "sneg", "nieve"). Hasta 1954 tenía lugar en la espléndida Sala de las Columnas de la Casa de las Uniones, y desde esa fecha se celebra en el kremlin.

Actualmente, la celebración de la principal fiesta nacional del año conserva muchas buenas tradiciones de todos los periodos de la historia de Rusia y sigue siendo un maravilloso festejo de magia y alegría. La llegada del Año Nuevo la noche del treinta y uno de diciembre al primero de enero se puede percibir por doquier. Las calles están adornadas con guirnaldas; las tiendas están llenas de adornos festivos; los escaparates exhiben las mejores decoraciones; letreros luminosos, pantallas gigantes que muestran vídeos dedicados al Año Nuevo, ferias con productos típicos, puentes y edificios iluminados… todo luce sus mejores galas anunciando la gran fiesta.

Las plazas principales, las instituciones públicas y las mismas casas ya están decoradas con los abetos. El principal de todos ellos se instala en el corazón de la capital rusa, en la Plaza de la Catedral del kremlin. Antes de ser instalado allí, el árbol participa en un tenso concurso. Unos guardabosques experimentados organizan una selección a gran escala para encontrar el abeto que responda a las siguientes exigencias: todo el tronco debe ser del mismo grosor, ha de ser frondoso y tener muchas agujas, tiene que tener un buen aspecto para que luzca con el kremlin al fondo y, lo más importante, tiene que poder resistir los caprichos del tiempo en Moscú.

Otra peculiaridad importante de la fiesta es el Abuelo del Frío. Cada año este bondadoso anciano inicia su periplo desde su residencia en Veliki Ústug, una ciudad antigua, pequeña y tradicional al noroeste de Rusia, recorre otras localidades rusas y llega a Moscú el veintiséis de diciembre para repartir los regalos a los que le escribieron a su servicio postal mágico, especialmente a los más pequeños, y, para cumplir una misión muy importante: dar fe del tiempo que queda antes del nuevo año. Con motivo de su llegada, se organiza un espectáculo de variedades.

“Pasarás el siguiente año tal y como lo recibas”, dice un famoso refrán ruso. Por eso, es muy habitual celebrar esta fiesta con verdadera euforia, con muchas risas y ruido, mucha alegría, para que los recuerdos de esta noche se conserven durante los siguientes 365 días.

Y si alguien no tiene suficiente con una Nochevieja al año, en Rusia puede celebrar dos. Debido al cambio de calendario, tras el Año Nuevo “oficial”, se puede celebrar la noche del trece la Nochevieja según el calendario juliano: el llamado “Viejo Año Nuevo”. En realidad no se trata hoy en día de una fiesta importante, ni siquiera oficial, pero es una buena excusa para reunirse de nuevo con los amigos.

DESTACADOS
Rambler's Top100