Vladímir Putin

Vladímir Putin RIA Novosti / Alexéi Druzhinin

Desde mayo de 2012 Vladímir Putin ejerce su tercer mandato presidencial. Anteriormente presidió Rusia durante dos mandatos consecutivos, entre 2000 y 2008. Desde mayo de 2008 hasta mayo del 2012 estuvo a la cabeza del Gobierno. Tras ganar en la primera ronda las elecciones presidenciales celebradas el cuatro de marzo de 2012, Vladimir Putin ocupará la jefatura de Estado hasta el año 2018, de acuerdo con la enmienda constitucional aprobada en 2008. Es el primer presidente ruso elegido para este cargo por tercera vez.

Infancia y juventud

Dieciséis años en los servicios de inteligencia

Rumbo hacia la primera línea política

El desafío

Misión clave: cuidar de Rusia

Primer mandato presidencial

Segundo mandato presidencial

Primer ministro

Tercer mandato presidencial

Infancia y juventud

Vladímir Vladímirovich Putin nació en Leningrado (actualmente San Petersburgo), el siete de octubre de 1952, en el seno de una familia sencilla de trabajadores. Aunque fue el tercero de tres hermanos, creció como hijo único: el primero de los hermanos falleció pocos meses después de nacer y el segundo no sobrevivió a las penurias del bloqueo de Leningrado impuesto por las tropas alemanas nazis en la Gran Guerra Patria. Durante la invasión nazi de la URSS, su padre, Vladímir Spiridónovich Putin, tomó parte activa en el conflicto como soldado de comando especial y resultó gravemente herido. Después de la guerra trabajó en la fábrica de construcción de vagones de metro en Leningrado. La madre de Vladímir Putin, María Ivánovna Shelómova, trabajaba en la misma fábrica. Su abuelo paterno fue cocinero de los líderes soviéticos Vladímir Lenin e Iósif Stalin.

A los once años Vladímir Putin comenzó a practicar sambo y más tarde yudo. En su libro autobiográfico Ot pérvogo litsá (‘En primera persona’), publicado en abril de 2000 en formato de entrevista, Putin explica su predilección por el yudo: “No es solo un deporte, sino una filosofía, es el respeto hacia la gente de edad mayor, hacia el adversario. En yudo no hay flojos”. En 1976 Vladímir Putin fue campeón de Leningrado y sigue siendo yudoca con cinturón negro hoy día.

Al finalizar la escuela secundaria, en 1970, Putin ingresó en la facultad de Derecho de la Universidad Estatal de Leningrado, donde conoció al profesor Anatoli Sobchak, y el hombre que habría de influir decisivamente en su destino.

En aquel libro-entrevista del año 2000 Putin enfatizó que su biografía podía resumirse de forma muy sencilla, tan visible “como la palma de la mano”: “Acabé la escuela, fui a la universidad. Me gradué en la universidad, y pasé al KGB. Terminé en el KGB e ingresé de nuevo a la universidad. De la universidad, fui a trabajar con Sobchak. Después de trabajar con Sobchak llegué a Moscú, a la cancillería presidencial. Después pasé a la Administración Presidencial. Y de allí al FSB. Después me nombraron primer ministro. Y ahora soy presidente interino. Eso es todo”.

Diecisiéis años en los servicios de inteligencia

En la época soviética todos los licenciados de los institutos superiores y universidades tenía asegurado el empleo. Debían ocupar la plaza laboral asignada por el Estado y no cambiarla durante tres años, al margen de que les gustara o no el trabajo. En el caso de Vladímir Putin, sus aspiraciones y las del Estado coincidieron: él quería ser oficial de los servicios especiales y el KGB también lo acogió con mucho gusto porque desde hacía años un inspector del departamento de personal de la universidad seguía de cerca los estudios y el comportamiento personal del posible candidato Putin. Así, en 1975 comenzó su formación en una escuela del KGB, en Leningrado. Sus primeras misiones fueron de contraespionaje. Tras un año de capacitación en el centro preparatorio de Moscú fue transferido al departamento de Inteligencia Exterior de San Petersburgo.

En 1980 conoció a Liudmila Shkrébneva, una azafata de líneas aéreas. El primer encuentro tuvo lugar en compañía de varios amigos en un teatro de Leningrado. Vladímir y Liudmila fueron novios durante más de tres años y se casaron en 1983. Del matrimonio nació en 1985 la primera hija, María, y en 1986 la hija menor, Yekaterina. En junio de 2013 la pareja anunció su divorcio pero puntualizó que seguirían siendo amigos. Los familiares de Putin no son personas públicas.

En 1985 la carrera de Putin en el KGB dio un paso al frente: fue enviado a la ciudad de Dresde, en Alemania Oriental. En su autobiografía Putin asegura que allí estuvo realizando labores de Inteligencia política “de rutina”. La misión principal era la de recopilar y analizar la información sobre la OTAN, enemigo número uno de la Unión Soviética y del bloque del Pacto de Varsovia. En Dresde Putin permaneció junto con su familia hasta enero de 1990. Ya de regreso en Leningrado trabajó en la universidad, preparando su tesis de candidato a doctor en ciencias económicas.

Rumbo hacia la primera línea política

Pero a Putin le interesaba también el ámbito político y administrativo, y se unió al político demócrata y liberal Anatoli Sobchak, su antiguo profesor universitario, que el doce de junio de 1991 ganó los comicios a la alcaldía de Leningrado. El veintiocho de junio del mismo año Putin fue nombrado presidente del comité de relaciones exteriores de la alcaldía de San Petersburgo.

El diecinueve de agosto de 1991 tuvo lugar el fallido intento de derrocar al presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov. Vladímir Putin, valorando negativamente el papel que jugó el KGB en el golpe de agosto, renunció al servicio secreto soviético.

En la alcaldía de San Petersburgo Putin estuvo a cargo de la promoción de las relaciones internacionales e inversiones extranjeras, así como del registro de las empresas extranjeras en San Petersburgo.

Siguió desarrollando esta labor hasta 1996, cuando el alcalde Anatoli Sobchak perdió los comicios urbanos. Junto con todo su equipo, Putin renunció a su cargo en la alcaldía, pero su talento organizador no habría de quedar por mucho tiempo en el olvido, ya que pronto fue llamado a Moscú para trabajar en la Administración del primer presidente de la Federación de Rusia, Borís Yeltsin. Durante dos años seguidos fue subjefe de la Administración presidencial ocupándose de asuntos jurídicos y de las propiedades estatales rusas en el exterior.

En 1998, dos años después de entrar en el equipo del presidente Yeltsin, Putin fue nombrado director del FSB (Servicio Federal de Seguridad), la agencia que sucedió al KGB. En agosto de 1999 Yeltsin lo nombró primer ministro. Pocos esperaban que Putin, en aquel entonces prácticamente un desconocido para el público en general, se mantendría en el cargo más tiempo que sus predecesores. Además, en esa época el país atravesaba tiempos difíciles debido al estallido de una nueva crisis en el Cáucaso Norte de Rusia.

El desafío

El siete de agosto de 1999 extremistas comandados por Shamíl Basáyev penetraron en el territorio de la república caucásica rusa de Daguestán. Su objetivo pasaba por separar a todo el Cáucaso de Rusia y proseguir su invasión por las demás repúblicas caucásicas del país. En su libro autobiográfico Vladímir Putin opina que la invasión de Daguestán creaba un ambiente propicio para acabar con Rusia: “Había que pararlo inmediatamente… Yo tenía que hacerlo pagando el precio de mi carrera política”.

Entonces fue cuando se tomó la decisión, apoyada por el presidente Borís Yeltsin, de emprender acciones de combate a gran escala contra los extremistas. En un mes fueron derrotados en Daguestán, y a finales de septiembre de 1999 el ejército federal inició la operación antiterrorista en territorio checheno. En diciembre comenzó el asalto a la capital de la república rusa de Chechenia, Grozny, que cayó a principios de febrero de 2000. El gobierno ruso, con Vladímir Putin al frente, declinó todas las propuestas de tregua. Las autoridades rusas no quedaron intimidadas por los actos terroristas con decenas de víctimas fruto de las explosiones de bloques de viviendas en Buinaksk, Moscú y en Volgodonsk (septiembre de 1999). A finales del marzo de 2000 concluyó la fase activa de los combates y los extremistas pasaron a la táctica de guerrilla. La mano dura de Vladímir Putin en el Cáucaso Norte le granjeó el apoyo de los ciudadanos del país y, en especial, durante las elecciones presidenciales.

Misión clave: cuidar de Rusia

El treinta y uno de diciembre de 1999 el presidente Borís Yeltsin citó al primer ministro al Kremlin a las 9.30 de la mañana. En el transcurso de la reunión el mandatario ruso nombró a Vladímir Putin presidente interino del país y le entregó uno de los mayores símbolos del poder, el ‘maletín atómico’, enlace portátil con el mando de las fuerzas estratégicas misilísticas. “Cuide de Rusia”, le dijo Yeltsin a Putin.

A mediodía el primer presidente ruso anunció su renuncia en una alocución televisada. Le faltaban aún seis meses para concluir su mandato, y Yeltsin se expresó de esta manera en relación a su sucesor: “El país dispone de un hombre fuerte, digno de ser presidente, con el que prácticamente cada ruso vincula sus esperanzas de futuro. No voy a molestar, no hace falta esperar medio año más”.

La fiesta del Año Nuevo 2000 fue toda una sorpresa para los regimientos del ejército federal acantonados en la ciudad chechena de Gudermés, ya que para felicitarles arribó el presidente interino, que voló desde Moscú.

Vladímir Putin viajó a la república rusa de Chechenia acompañado por su esposa Liudmila. Ella recuerda que los helicópteros que partieron desde la capital de la república rusa de Daguestán, Majachkalá, no pudieron aterrizar en Gudermés a causa de la neblina y los pilotos decidieron regresar. En pleno vuelo a bordo del helicóptero Liudmila Pútina, Vladímir Putin y su comitiva brindaron con champaña por la fiesta. A su regreso a Majachkalá Putin insistió en viajar nuevamente a la república rusa de Chechenia en automóvil. En la madrugada del uno de enero de 2000 las tropas formadas en la plaza central de Gudermés saludaron al futuro presidente y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Rusia.

Primer mandato presidencial

Tres meses más tarde, en marzo de 2000, Putin ganó las elecciones presidenciales en primera vuelta con un 52,94 % de los votos.

La primera ley promulgada por el nuevo jefe del Estado fue la que garantizaba la inmunidad del ex presidente Borís Yeltsin y de los miembros de su familia. Les fue garantizada residencia oficial, transporte, protección y otras facilidades.

Durante el primer mandato de Vladímir Putin la situación económica en el mundo y, en especial, el alza de los precios de las materias primas, favoreció a Rusia y facilitó una mejora económica del país, que había sufrido una profunda crisis en 1998. El presidente emprendió la reforma bancaria y de las pensiones, promulgó el nuevo código de tierras que formalizó el derecho a la propiedad y estableció el mecanismo para la compra y venta de tierras agrícolas.

Putin realizó cambios importantes en la estructura del poder, acabando con los anhelos extremistas y reforzando la llamada ‘vertical del poder’. Para ello introdujo medidas como el nombramiento de representantes plenipotenciarios del presidente en siete distritos federales -la nueva forma de división administrativa introducida por Putin- o la creación del Consejo del Estado. En muy poco tiempo quedó limitada la influencia de los magnates financieros e industriales -oligarcas- que trataron de hacerse con las riendas del poder durante la época del presidente Yeltsin. Esas medidas fueron bien recibidas por el pueblo ruso, que culpaba a los empresarios millonarios de la severa crisis económica de 1998. El nivel de pobreza disminuyó del 29 % en 2000 al 18 % en 2004.

En política exterior Putin llevó a cabo un giro estratégico, iniciando un acercamiento a Occidente. En particular, Rusia se solidarizó con Estados Unidos tras el ataque terrorista del once de septiembre de 2001.

Los desafíos extremistas en el Cáucaso Norte seguían estando a la orden del día y cobraron la forma de atentados a gran escala. En octubre de 2002 fueron tomados como rehenes más de mil espectadores y artistas en la sala de conciertos Dubrovka de Moscú. En la operación de rescate murieron 130 rehenes. Rusia quedó estremecida en septiembre de 2004 por otro secuestro masivo, en este caso de alumnos y profesores en la escuela secundaria en la ciudad de Beslán, república de Osetia del Norte. Perecieron más de 300 niños y adultos. A cada uno de los atentados el gobierno del presidente Putin respondía con duros golpes contra los terroristas y con el recrudecimiento de las medidas de seguridad en todo el territorio nacional.

En 2000 el submarino atómico Kursk se fue a pique tras una explosión. En la catástrofe perecieron 118 marineros, después de lo cual Putin dijo: “Ha sido un golpe moral duro para las Fuerzas Armadas, para el país y para mí también. Resultó imposible hacer algo para salvar a la tripulación, porque los constructores del submarino en los años 80 no diseñaron ni pensaron medios de salvamento para una catástrofe de tales dimensiones”.

Segundo mandato presidencial

En 2004 Putin fue reelegido para un segundo mandato ganando en primera vuelta con el 71 % de los votos.

El mandatario continuó con las reformas estructurales del poder. Fueron suspendidas, en particular, las elecciones de gobernadores provinciales. Durante el primer mandato Putin separó a los gobernadores de la cámara alta del parlamento (el Consejo de la Federación) que pasó a quedar formada por representantes provinciales que, a diferencia de los gobernadores, ya estaban trabajando permanentemente en Moscú. Las elecciones a la Duma, la cámara baja del parlamento, comenzaron a celebrarse en base a listas de candidatos que presentaban los partidos. Según las encuestas de opinión, Putin restauró la estabilidad -algo que el país apenas había vivido durante el siglo pasado- así como una sensación de orgullo en una población cansada ya de tantas crisis. El presidente mantuvo su costumbre de celebrar conferencias televisivas anuales con los ciudadanos que duraban varias horas y tocaban todo tipo de cuestiones.

Durante gran parte de su segundo mandato, el país creció económicamente y se reinventó como superpotencia energética. El nivel de vida aumentó y ambiciosos programas sociales vieron la luz. Se introdujo una reforma fiscal que incluyó diferentes medidas como la introducción del Impuesto sobre la Renta de Personas Físicas de un 13 %, y una bajada del 24 % del impuesto sobre la propiedad, así como el recorte de otros impuestos y tasas (en conjunto una disminución de un 33 % en la cantidad de impuestos). Esta reforma contribuyó a la mayor recaudación de tributos y estimuló el crecimiento económico. Los expertos valoraron los cambios tributarios como uno de los éxitos más serios del presidente Putin.

Las inversiones extranjeras aumentaron considerablemente: en el año 2000 el índice fue de 11 000 millones de dólares, mientras que en 2007 ya alcanzó los 120 000 millones de dólares.

Los expertos, en particular el rotativo ‘The Wall Street Journal’, destacaron que Rusia no solo recuperó sus posiciones perdidas en los años 90, sino que creó el sector de servicios, que prácticamente no había existido en una escala considerable en el país. Las reservas de oro y divisas pasaron a ser las terceras por su volumen en el mundo después de China y Japón. El Banco Mundial resumió que se podía considerar a Rusia como uno de los islotes de estabilidad económica en el mundo, lo que se reflejaba en la calidad de la política macroeconómica, el crecimiento de la demanda interna, las reservas de oro y de divisas ahorradas, así como en la recaudación del fondo de estabilización, creado a partir de los beneficios de los altos precios del crudo ruso.

En política exterior tuvo lugar un enfriamiento de las relaciones entre la Federación de Rusia y algunos países de la Comunidad de Estados Independientes, como Ucrania y Georgia, y del mismo modo con Estados Unidos. Putin fue muy crítico con la política exterior de EE. UU. y, en especial, con el programa de emplazamiento de cohetes y radares antimisiles en Europa del Este. En 2007 el presidente ruso pronunció un discurso memorable durante una conferencia sobre seguridad en Múnich, donde arremetió contra los intentos de EE. UU. de gobernar todo el planeta e hizo un llamamiento para crear un mundo democrático y multipolar.

En su segundo mandato Vladímir Putin se enfrentó nuevamente a los desafíos terroristas. En mayo de 2004 una bomba colocada bajo de las tribunas de un estadio en Grozny mató a Ajmat Kadyrov, líder de la república rusa de Chechenia. El veinticuatro de agosto de 2004 dos terroristas suicidas destruyeron en pleno vuelo dos aviones que despegaron del aeropuerto moscovita de Domodédovo. Estos y otros atentados explican la postura intransigente del mandatario ruso frente a las críticas en relación al endurecimiento, a la centralización del poder estatal y a otras medidas que tuvo que emprender Putin para proteger a los ciudadanos rusos.

Sin embargo, a lo largo de sus ocho años de mandato, aproximadamente el 70 % (y en ocasiones hasta más del 80 %) de los rusos ha apoyado a Putin.

Primer ministro

Según la Constitución rusa, en 2008 Putin no tenía derecho a presentarse a un tercer mandato presidencial consecutivo. En los comicios parlamentarios de diciembre de 2007, el jefe de Estado saliente encabezó la lista electoral del partido Rusia Unida, agrupación que obtuvo el 64,3 % de los votos, que se tradujeron en 315 escaños en la Duma estatal.

A finales de 2007, a unos meses de las elecciones presidenciales, Vladímir Putin anunció que apoyaría la candidatura del primer viceprimer ministro, Dmitri Medvédev, al cargo de presidente. Por su parte, Medvédev, aseguró que, de ganar las elecciones, nombraría a Putin primer ministro. Medvédev se impuso claramente en la primera vuelta electoral con el 70,28 % de los sufragios.

El ocho de mayo de 2008, Vladímir Putin encabezó por segunda vez el gabinete de ministros de Rusia. Bajo su cargo, el poder ejecutivo mantuvo un rumbo encaminado al desarrollo estable. El jefe del Gobierno se centró en desarrollar proyectos nacionales prioritarios relacionados con la sanidad, la educación, la vivienda y la agricultura, además del programa de subsidios a las familias con varios hijos. De este modo, Putin continuó con el curso trazado durante sus primeros mandatos presidenciales.

En 2008 Rusia se vio involucrada en la crisis financiera mundial. Sin embargo, en menos de un año la situación en la zona quedó estabilizada.

En el país se emprendieron grandes proyectos para asegurar la primacía mundial del sector energético ruso. En noviembre de 2011 entró en funcionamiento el gasoducto Nord Stream, que atraviesa el mar Báltico y garantiza el suministro de combustible ruso directamente a Alemania y de allí a otros países de Europa Occidental. Un proyecto similar, South Stream, será lanzado en el sur de Europa en diciembre de 2012.

Rusia aceleró también los preparativos para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014, que se celebrarán en la ciudad de Sochi, a orillas del mar Negro, donde ya se han construido numerosas instalaciones necesarias para la práctica de los deportes de invierno. En particular, fue abierta la pista de esquí de Krásnaya Poliana, población cercana a Sochi. Vladímir Putin tiene predilección por estos deportes. A menudo el jefe de Estado se deja ver practicando esquí junto con el presidente anterior y actual jefe de Gobierno, Dmitri Medvédev.

El veinticuatro de septiembre de 2011, en el congreso del partido Rusia Unida, Dmitri Medvédev, tal como había asegurado anteriormente, propuso a Vladímir Putin para la carrera presidencial que culminó en los comicios del cuatro de marzo de 2012 con la victoria contundente de Putin en la primera ronda.

Tercer mandato presidencial

En los comicios 2012 la mayoría de los ciudadanos rusos de nuevo demostraron su confianza y apoyo a Putin, que fue reelegido para la presidencia tras obtener el 63,6 % de los votos.

De acuerdo con las enmiendas constitucionales aprobadas en 2008 que amplían el mandato presidencial a seis años, el presidente electo ocupará el puesto de jefe de Estado hasta el año 2018. Putin tomó posesión del cargo al expirar el mandato de su predecesor, Dmitri Medvédev, el siete de mayo de 2012.

Según comentó posteriormente el vencedor de los comicios, las elecciones de 2012 no solo fueron un paso necesario para elegir al siguiente jefe de Estado, sino que fueron también “una prueba muy importante para comprobar el nivel de la madurez política e independencia” del pueblo ruso.

Sobre los objetivos para el futuro próximo, Vladímir Putin prometió seguir trabajando en provecho del Estado y cumplir con todos los planes recogidos en su programa electoral. Estos comprenden el desarrollo de la economía y la creación de nuevos puestos de trabajo, la mejora de la calidad de vida en el país, una política social efectiva, la lucha contra la corrupción y el refuerzo de la posición de Rusia en el panorama internacional.

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