El programa espacial Vosjod
Tras la carrera contrareloj por lanzar cuanto antes la primera nave espacial tripulada —la Vostok— y así adelantar a EE. UU. en el primer programa de vuelos pilotados, la siguiente ronda de competición con los Estados Unidos se concentró en los vuelos tripulados con varias personas y en las actividades extravehiculares (EVA, por sus siglas en inglés, o el famoso “paseo espacial”).
Primer paseo espacial de la historia
Datos básicos del programa Vosjod
El primer toque de alarma para los especialistas soviéticos sonó a finales del 1963, momento cuando los medios estadounidenses informaron sobre los dos vuelos planeados de dos proyectos simultáneos: la NASA ya se había trazado un nuevo objetivo y trabajaba en los proyectos Gemini y Apollo. El primer vuelo del Gemini, tripulado por más de una persona y con una salida al espacio prevista, fue programado para 1964 o para inicios de 1965. Los especialistas soviéticos estaban seguros de que hasta un ingeniero tan genial, trabajador y fanático como Koroliov, el alma del proyecto espacial de la URSS, no podría ofrecer una respuesta a los vuelos estadounidenses… y se equivocaron.
Cuando la noticia sobre los proyectos espaciales estadounidenses llegó a Nikita Jruschov, Koroliov (el entonces jefe, alma e ideólogo de los programas espaciales rusos) fue llamado urgentemente al Kremlin, donde el omnipotente líder del Partido Comunista y al mismo tiempo jefe de Gobierno le planteó la imposible, al parecer, tarea de lanzar a tres personas en una cápsula al espacio (solo este “detalle técnico” interesaba al mandatario) para el próximo aniversario de la Revolución Bolchevique, en noviembre de 1964. Se cuenta que Koroliov intentó explicarle que el país no disponía de cohetes portadores capaces de lanzar este tipo de nave, pero, tal como era de esperar, estos aburridos “detalles” técnicos no interesaron al líder.
Sin prometer nada y tan solo diciendo “lo estudiaré”, el diseñador jefe regresó a la antigua ciudad de Kaliningrad, en la provincia de Moscú (ahora llamada “Koroliov” en honor al científico) donde se encontraba la Oficina de Diseños Experimentales 1 (OKB-1), que él había fundado (ahora la mundialmente famosa Corporación de Cohetería Espacial “Energuia” Koroliov).
Por razones bien comprensibles (se dejaban sentir los años que pasó en un gulag), el carácter de Koroliov era “complicado”, lo que a veces se traducía en arrebatos de verdadera furia. Sin embargo, aquel día de su regreso a Kaliningrad, por los pasillos del centro corrió la voz de que no había regresado el PeEse (apodo de Pável Serguéyevich —Koroliov—) “de siempre”. Con cara de pocos amigos el jefe del centro se dirigió a su despacho diciendo a su secretaria que convocara una reunión urgente de diseñadores de los elementos principales de naves y cohetes. Sin decir nada sobre su conversación con Jruschov, Koroliov comunicó lacónicamente que tenían “un encargo” para lanzar al espacio a una nave triplaza a más tardar el 7 de noviembre de 1964. Esta fecha —el aniversario de la Revolución— reveló a los allí reunidos quién estaba detrás de este extraño “encargo”. Al terminar de informar, el diseñador jefe sugirió que se dieran propuestas. Lógicamente no hubo ninguna, puesto que todo parecía más bien una broma. Koroliov tuvo que cerrar la reunión pidiendo que si surgía alguna estaría dispuesto a estudiarla a cualquier hora, fuera de día o de noche.
Durante una reunión convocada al día siguiente, Koroliov expuso la única solución posible: “Tengo una propuesta. Intentaremos meter los tres asientos en la Vostok, aligerando así la ‘esfera’ [el módulo habitable de la nave, apodado por los ingenieros ‘sharik’, o ‘esfera’], sacando de esta todo lo que se pueda sacar para aligerarla”.
Así empezó el proyecto Vosjod, de mucha fama… y de poco valor científico.
Tarea a primera vista imposible… Koroliov escuchó con paciencia voces enfadadas del tipo: “¡Imposible! ¡Apenas entra un asiento! ¡El diámetro interior es menos de dos metros!”, y resumió: “¡Vamos a probar!”
Incluso cuando de la “esfera” hubieron sacado prácticamente todo el equipo científico y reducido al mínimo la cantidad de medios de apoyo vital, tres cosmonautas de dimensiones pequeñas no “encajaban” en la cápsula, para ese entonces todavía llamada Vostok.
Mientras continuaban los intentos fue hospitalizado Leonid Voznesenski, mano derecha de Koroliov, cuyos nervios no aguantaron. Él también se daba cuenta de que le habían obligado a meterse en una aventura sin ningún sentido científico, tan solo para lanzar a tres ciudadanos soviéticos antes que los estadounidenses.
El atolladero en el trabajo fue finalmente superado: se tomó la decisión de ubicar en el estrecho recinto a los tres cosmonautas sin escafandras, apostando por el total hermetismo de la nave. Se cuenta que esta valiente solución fue propuesta por el diseñador de módulos de descenso Konstantín Feoktístov. Al ser preguntado por Koroliov sobre quién se atrevería a ser lanzado sin medios de protección, Feoktístov respondió: “Voy a ser el primero”. Como resultado, uno de los principales diseñadores, persona de salud bastante floja y herido cuando era joven, se convirtió en cosmonauta.
Sin embargo, tres personas vestidas incluso con simples trajes no entraban en el “martirizado” Vostok —ya rebautizado como “Vosjod”, “Amanecer”, en ocasiones transliterado “Voskhod”— a pesar de no contar ya con la reserva de víveres para diez días y gran parte del equipo.
Entonces, se tomó la decisión de encargar a un escultor asientos que reprodujera la figura de cada cosmonauta. Feoktístov acordó urgentemente las candidaturas de otros dos tripulantes: Borís Yegórov, joven y muy pequeño médico y el mejor y más preparado de todos los cosmonautas soviéticos, y Vladímir Komarov (más tarde muerto en una de las misiones del programa Soyuz).
Por la mañana del 12 de octubre de 1964, Koroliov (antes siempre seco y exigente) abrazó a cada uno de los tres viajeros y la nave despegó en un vuelo muy propagandístico y arriesgado para los tripulantes. Tras efectuar 17 vueltas alrededor de la Tierra la Vosjod-1 aterrizó en el Asia Central soviética el 13 de octubre. Al día siguiente Nikita Jruschov fue destituido de sus funciones.
En el informe presentado por Koroliov a los nuevos inquilinos del Kremlin figuraban varias propuestas: congelar el vuelo con un aterrizaje en la Luna y estudiar este satélite dentro de las posibilidades disponibles, es decir, mediante pequeños aparatos automáticos; congelar todos los proyectos y no intentar adelantar cada vuelo del programa estadounidense Gemini, concentrarse en desarrollar un nuevo cohete portador para el programa de la nueva nave espacial Soyuz; y lanzar esta nave y comprobar la posibilidad de desarrollar estaciones orbitales para después diseñar un transbordador que pudiera ir reemplazando a los tripulantes de estas estaciones.
Las propuestas de Koroliov, al parecer, fueron aceptadas y a cambio el ingeniero les propuso adelantar a EE. UU. en la primera actividad extravehicular, puesto que uno de los objetivos del programa Gemini era la realización de una o varias salidas al exterior a partir de mediados de 1965.
La misión del programa en el desarrollo de Vosjod-2, con fines de salida al exterior, a diferencia de despresurización le dio preferencia a una esclusa de salida.
En calidad de tripulantes fueron seleccionados Pável Beliáyev, como comandante, y Alexéi Leónov, como copiloto y primer hombre en salir al espacio. Excandidato para el primer vuelo espacial, Leónov era un piloto físicamente muy entrenado, con mucha destreza y experto en paracaidismo (y también un buen pintor). En una semana de duros entrenamientos aprendió a salir de la esclusa con su pesada escafandra, y con los ojos tapados, en un minuto.
La nave Vosjod-2 despegó el 18 de marzo, cinco días antes del lanzamiento de la Gemini-3.
Mucho en aquel vuelo era todavía terra incognita, incluso hasta el largo de la cuerda de seguridad que debía unir al cosmonauta con la nave. Según contó el mismo Leónov, se decidió que fuera de cinco metros porque alguien dijo que 15 metros era demasiado, mientras que desde 10 metros no se vería la nave. En fin, se optó por la “redonda” cifra de 5 metros.
Primer paseo espacial de la historia
La salida al espacio empezó durante la segunda vuelta de la nave alrededor de la Tierra. Desde el cuadro de control, Beliáyev abrió la escotilla a la cámara de la compuerta. Además de un cordón de seguridad, Leónov llevaba una mochila que contenía oxígeno de emergencia.
Leónov salió sin contratiempos por la escotilla despresurizada y abandonó la nave. “Me sentía bien e iba informando de lo que veía”, añadió. Sin embargo, a los 10 minutos de paseo descubrió un problema. “El traje espacial se estaba comportando de una forma muy diferente a como lo había hecho en la Tierra”.
El traje se empezó a hinchar y dificultaba los movimientos tirando de las manos y pies de Leónov. En el momento en el que el cosmonauta se disponía a regresar a la nave las cosas se descontrolaron.
“A pesar de que había un buen ajuste, mis pies se salían de las botas del traje y mis manos de los guantes”, recordó. “El trabajo se volvió imposible, traté de agarrar las asas [de la escotilla] pero mis dedos no podían sujetarla porque no se ajustaban a los guantes.”
Además, la escafandra se hinchó tanto que ya no cabía por la escotilla. En ese momento Leónov, sin consultar con el control de Tierra, decidió bajar la presión interna del traje en un 200 %. “Pensé que había respirado oxígeno suficiente para evitar que el nitrógeno provocase burbujas en mi sangre [la tristemente célebre narcosis de nitrógeno que sufren los buceadores]”, contó.
Además, Leónov desobedeció el procedimiento normal de regreso a la nave entrando primero con los pies. A esto se sumó que su temperatura corporal se incrementó en casi 2ºC durante su actividad extravehicular.
“No puedo... otra vez no me sale… Vuelvo a intentarlo... ¡No puedo!”. Cuando Leónov finalmente entró por la escotilla gritó “¡Hurra!” y empezó a maldecir como un carretero.
Pero incluso el exitoso regreso de Leónov no puso fin a las aventuras de la tripulación, ya que el sistema automático de control de descenso falló y Beliáyev tuvo que asumir el control manual de la nave y encender los motores de descenso en el momento preciso, según las indicaciones del Centro de Control de Vuelos. Esto tampoco fue fácil puesto que el control manual era imposible estando los cosmonautas sujetos en los sillones de descenso, a 90º del cuadro de control.
La nave estaba ya en su rotación 18 alrededor de la Tierra. Solo podía descender en la parte norte del país, con riesgo de caer en el océano Glacial Ártico en caso de un error en los cálculos. Fueron puestas sobre aviso todas las unidades militares acuarteladas en esa zona.
Finalmente la nave aterrizó en el taiga, lejos de zonas habitadas y en condiciones invernales. Su descenso lo vieron habitantes locales y lo comunicaron a una vecina unidad militar. Cuatro horas después llegaron los socorristas pero su helicóptero no pudo aterrizar en el bosque. Tan solo se pudo preparar una pista de aterrizaje a 9 kilómetros del paradero de Beliáyev y Leónov. Tras tres días y dos noches pasadas a la intemperie, los cosmonautas llegaron al sitio en esquíes, “escoltados” por unos 20 socorristas y médicos.
La Vosjod-2 fue la última nave pilotada lanzada en la URSS en vida de Serguéi Koroliov. El célebre ingeniero falleció el 15 de enero, nueve meses después de ese vuelo; se detuvo su corazón que no pudo aguantar una operación de un tumor maligno.
Datos básicos del programa Vosjod
Después del triunfo total del primer programa espacial Vostok, la segunda nave espacial tripulada fue desarrollada con la máxima rapidez a partir de la anterior nave soviética Vostok. La puesta en marcha de este programa respondía más bien a experimentos más cercanos a las relaciones públicas que al interés científico.
Oficialmente, el objetivo principal del proyecto fueron los estudios biomédicos, es decir, el estudio del organismo humano en el espacio, así como las actividades extravehiculares.
Dentro del proyecto fueron efectuados dos vuelos tripulados: Vosjod-1 y Vosjod-2 (de tres y de dos personas); y otros tres sin tripulación: Kosmos-47, Kosmos-57 y Kosmos-110.
Los ocupantes de la nave se ubicaban en un módulo de descenso esférico habitable, “sharik”, de 2,3 metros de diámetro, que albergaba un panel de control con el motor de frenado principal y varios equipos. El módulo se encontraba montado sobre la etapa superior del cohete portador.
Las diferencias fundamentales entre la nave Vosjod y la Vostok, en esencia casi iguales, eran:
- Las Vosjod podían llevar hasta 3 cosmonautas (las Vostok solo 1)
- Las Vosjod-2 podían efectuar actividades extravehiculares al estar dotadas de una esclusa inflable para no despresurizar la cápsula.
- Debido a la tremenda estrechez de la cápsula, las Vosjod contaban con un sistema de aterrizaje suave, en lugar de asientos eyectables.
- Las Vosjod pesaban 5682 kilos, frente a los 4730 kilos de las Vostok. Por esta razón fue necesario modificar el cohete Vostok, ampliándole su tercera etapa. Así fue transformado en el cohete llamado Vosjod (11A57).