El tanque T-54/55
Los carros de la serie T-54/55 han entrado en combate más veces que cualquier otro carro de posguerra.
En cuanto a su uso por parte de la Unión Soviética, fueron los T-54 los que entraron en Hungría en 1956, ayudaron a aplastar “las desviaciones en la construcción del socialismo” de la primavera de 1968 en Checoslovaquia o combatieron en la guerra de Afganistán. En 1956 en Hungría incluso tuvieron que enfrentarse con su “abuelo”, el T-34/85, cuando los insurrectos en Budapest se apoderaron de cinco carros de combate pertenecientes al Ejército húngaro.
El uso de estos relativamente viejos tanques de la primera generación posbélica en Afganistán se debe a varios factores. El primero de ellos fue el hecho de que todos los tanques modernos se suministrasen a las divisiones acantonadas en Checoslovaquia y en la República Democrática Alemana, es decir a la frontera con la OTAN, mientras que las tropas en la frontera oriental de la URSS disponían solo de T-55 y T-62. El segundo factor de peso fue que a lo largo de toda la guerra de Afganistán los muyahidines no disponían de tanques y tenían una cantidad bastante reducida de medios antitanques, mayoritariamente los lanzacohetes de mano y cañones sin retroceso. De ahí que las bajas en combate del T-55 fueran insignificantes. La relación entre tanques perdidos en combate y tanques dados de baja por razones técnicas fue de uno a veinte. La mayor cantidad de tanques perdidos en combate fue destruida por minas.
Estos mismos carros de combate se abrieron paso a través de las verjas del Palacio Presidencial de Saigón, poniendo punto final a la guerra de Vietnam, han combatido en la mayoría de los conflictos africanos y asiáticos desde los años sesenta, se suministraban a Nicaragua en la década de 1980 y son empleados en gran número de países integrantes del antiguo Pacto de Varsovia y por las fuerzas armadas que habían sido equipadas por la antigua Unión Soviética. Se conocen varios casos de uso de T-55 en conflictos bélicos de la antigua URSS y en los países que se formaron en su territorio, como por ejemplo las guerras entre Armenia y Azerbaiyán, o entre Georgia y Abjasia. Aunque los primeros ejemplares se construyeron hace ya 40 años, el T-54/55 en sus distintas versiones sigue en servicio en muchos ejércitos y varias empresas ofrecen diferentes modelos.
La familia de los T-54/55 incluye diversas clases, lo que dificulta la comparación con modelos análogos de otros países. El prototipo de serie fue actualizado varias veces casi de inmediato y, como se introdujeron numerosas alteraciones con carácter retrospectivo, resulta difícil distinguir entre las diferentes versiones.
No cabe la menor duda de que ha sido el tanque más fabricado y más vendido en la historia mundial pero lamentablemente resulta muy difícil valorar la cantidad de unidades exportadas, especialmente porque estos carros de combate los vendía no solo la URSS sino también Polonia y Checoslovaquia. Réplicas de estos carros de combate, aunque de muy baja calidad (los “Tipo 59” y “Tipo 69”), se fabricaban y exportaban en China
Antecedentes e historia del desarrollo
Después de la Segunda Guerra Mundial la escuela soviética de diseño de tanques, que desarrolló entre 1940 y 1945 destacados carros de combate, ocupó durante décadas la primera posición en la carrera armamentística de carros blindados. Alemania, otro protagonista de la guerra con extensa tradición y experiencia en la materia, se quedó muchos años sin posibilidad de desarrollar semejantes armas. Lo mismo sucedió con sus antiguos aliados, Japón e Italia, que, por otra parte, nunca habían sido líderes en el diseño de tanques.
Así, en 1945 en el mundo, aparte de la Unión Soviética, quedaron solo dos centros de desarrollo de tanques: Gran Bretaña y Estados Unidos. Sin embargo, los tanques rusos estaban fuera de competencia. Además, la experiencia de la guerra había grabado en la mentalidad del alto mando militar soviético una firme confianza en el valor de los carros de combate como el medio principal de victoria en tierra.
Para finales de la Segunda Guerra Mundial en la URSS se terminó de desarrollar el tanque T-44, el último de la familia de los veteranos T-34. De hecho, el carro constituyó el máximo punto de la evolución del famoso tanque medio. Aunque fabricado en serie hasta 1947 (se fabricaron unos 1800 tanques), no se pudieron realizar determinadas mejoras (la más trascendente era instalar un cañón más potente en el viejo chasis del veterano) y el departamento de diseño de Morózov se dio cuenta de que las posibilidades de modificar el T-34 habían llegado a su límite. Era el momento del T-44.
El departamento de Morózov estaba terminando el desarrollo de un carro de combate de nueva generación. El prototipo del tanque, sometido a pruebas en el polígono de Kúbinka (cerca de Moscú), causó la misma impresión por su aspecto absolutamente nuevo que en su entonces había causado su “abuelo”, el T-34, desarrollado por el mismo departamento, trasladado durante la Segunda Guerra Mundial de la ciudad ucraniana de Járkov a los Urales. Con solo cuatro toneladas más de peso que el famoso T-34-85, en el nuevo carro se instaló una coraza frontal del casco de 120 mm, otra coraza de 200 mm en la parte frontal de la torreta y el cañón estriado D-10T, una estupenda y temible pieza en su época. En su momento, el cañón de 100 mm era el más potente del mundo, muy superior a sus contemporáneos estadounidenses desde mediados de los cuarenta hasta mediados de los cincuenta. Fue durante ese periodo el único cañón con dicho calibre y largo total montado sobre un tanque producido a gran escala, a diferencia de los cañones estadounidenses M32 de 76 mm, M3A1 y M36 de 90 mm, que poseían los M41, M46 y M47 respectivamente. Pero los principales epítetos a favor de la nueva máquina los recibieron la forma semiesférica de su torreta, las placas inclinadas y su “belleza”.
El nuevo carro de combate adquirió definitivamente su famosa fiabilidad técnica y aspecto exterior absolutamente semiesférico en el año 1951 con su tercera modificación. Esta versión ya se hizo moderna en el pleno sentido de la palabra, al incorporar una nueva torreta totalmente esférica, miras de alta calidad y equipo de colocación de humos con un sistema de control remoto. Sin duda llegó a ser el mejor tanque medio de su época. Así, por ejemplo, el conocido experto y exgeneral alemán durante la Segunda Guerra Mundial, Senger Und Etterlin, destacaba la movilidad del T-54, su muy bien pensada composición y su potente armamento, en aquella época muy superior a las piezas de tanques análogos de otros países.
Se suele pensar que los acontecimientos de la Guerra de Corea (de 1950-1952) y sobre todo el destacado papel que jugaron en la etapa inicial de este conflicto los tanques medios soviéticos T-34-85, impulsaron a los diseñadores estadounidenses y británicos a desarrollar nuevos tipos de carros de combate. Sin embargo, la razón de mayor peso para estos trabajos fue la aparición en la URSS del tanque T-54 (T-55 en su versión posterior), máquina sin paragón en el mundo. Sumando a ello la notable superioridad numérica de tropas acorazadas soviéticas, Estados Unidos tenía suficientes motivos para estar muy preocupado. Esta preocupación abrió otra espiral de la “carrera de tanques”, estimulando a Estados Unidos a desarrollar un nuevo carro de combate que con el tiempo desembocaría en la creación del modelo M60.
Carros de combate para una guerra nuclear
A finales de la Guerra de Corea (1950-1953) en la URSS ya estaba plenamente en marcha la fabricación de esta última versión del T-54-3. Para aquel entonces el departamento de diseño de Nizhni Tagil estaba encabezada por Leonid Kártsev. La modernización ulterior del tanque fue impulsada por situaciones externas.
Como primer factor podríamos destacar la aparición de armas nucleares. El segundo factor estaba relacionado con un “descubrimiento” poco agradable para los fabricantes de armas rusos: el cañón de 83,8 mm del tanque británico Centurion MK-3 con los nuevos proyectiles perforantes superó al cañón del T-54 en sus resultados contra material blindado.
El desarrollo del nuevo cañón D-YuT, de un estabilizador en dos planos tipo “Ciclón” y de un sistema de protección contra ataques atómicos se llevó a cabo simultáneamente entre 1952 y 1956.
Gracias a estos trabajos se pudo mejorar sustancialmente el poder perforador del cañón. La nueva versión del tanque quedó dotada de equipo infrarrojo de visión nocturna, tanto para el comandante del tanque como para el conductor; un avanzado equipo de comunicación, un eyector de gases del cañón, estabilizador del cañón y de la ametralladora coaxial en los planos fijos horizontal y vertical (en dirección y en altura), extintores automáticos y un filtro de aire.
Entre otros cambios importantes podemos destacar los de la planta motriz, donde se cambió el V-54 por el V-55 de cuatro tiempos; el aumento de los caballos de potencia hasta 581; y la introducción del embrague asistido, lo que incrementó la relación potencia/peso a 14,6 hp/ton y la velocidad máxima a 55 km/h.
Asimismo, para mejorar la maniobrabilidad de tropas acorazadas en el tanque se instaló un snorkel (previamente hermetizado completamente), que le permitía cruzar ríos y lagos de hasta 5,5 metros a una velocidad de 2 km/h. Este equipo se instalaba en un lapso de entre quince y treinta minutos aproximadamente pero podía ser desmontado inmediatamente tras salir del agua.
Los requerimientos técnicos para desarrollar un sistema protector contra ataques atómicos suponían lograr en décimas de segundo una sobrepresión interna (exceso de presión dentro del tanque para prevenir la muerte de tripulantes por onda de choque generada en una explosión nuclear). Poco más tarde dentro del tanque se empezó a instalar un detector de rayos gama.
Como resultado de todas estas mejoras surge el T-55, llamado en la etapa de pruebas T-54M (modernizado) y el Ejército soviético consiguió el primer carro de combate apto para el uso en condiciones de guerra nuclear.