Dacha
La dacharusa es una casa de campo que suele encontrarse relativamente cerca de la ciudad y usarse estacionalmente. Varían desde sencillas cabañas de madera con un pequeño huerto hasta grandes casas de varios pisos con todas las comodidades, jardines con pabellones y piscinas. En las dachas la gente se dedica a cuidar el huerto y a descansar al aire libre, desde que se derrite la nieve en abril hasta los primeros fríos de noviembre. Las dachas dotadas de sistema de calefacción también son populares para pasar la semana de vacaciones de Año Nuevo.
Con los primeros días soleados muchas personas cansadas de las grandes urbes y del frío invernal se trasladan a sus casas de campo en coche, autobús o en tren. Durante la “temporada de dacha” las carreteras de Moscú, que ya de por sí están demasiado congestionadas, se paralizan de viernes al domingo por la tarde debido al éxodo y el retorno de los dáchniki, los domingueros de dacha. La primera migración en masa del año suele tener lugar en vísperas del puente del primero de mayo, fiesta del Día de la Primavera y del Trabajo. Muchos jubilados incluso suelen pasar en sus dachas la mitad del año y alquilan sus pisos en la ciudad.
En la época soviética la dacha se consideraba uno de los tres elementos esenciales del bienestar económico: “piso, coche y dacha”. Esa frase también se usaba con frecuencia despectivamente en referencia al consumismo y el ansia de exhibir el estatus social.
Los orígenes de las dachas modernas se remontan al principio del siglo XVIII, cuando el emperador Pedro I otorgaba parcelas de tierra a sus allegados y favoritos en los alrededores de la recién construida capital rusa, San Petersburgo. La palabra “dacha” proviene del verbo ruso “dat” que significa “dar”. Las dachas se hicieron inmensamente populares entre los residentes de las ciudades más grandes del Imperio ruso hacia el siglo XIX. Ya en 1803, el historiador y escritor Nikolái Karamzín comentaba que Moscú se quedaba vacía en verano.
En los años 30 del mismo siglo aparecieron zonas especiales para los veraneantes en los suburbios de Moscú, que hoy día son barrios residenciales modernos de la capital. Con el desarrollo del transporte ferroviario las dachas empezaron a construirse más lejos de la ciudad, a unos 30 o 50 minutos de viaje en tren. La gente acomodada alquilaba las dachas en pueblos de prestigio, estaban dotadas de ducha y retrete e incluso algunas tenían un teatro de verano donde acudían con regularidad las compañías metropolitanas. Los empleados con ingresos menores alquilaban habitaciones o incluso chozas en los patios de los campesinos. A finales del siglo XIX, casi la cuarta parte de Moscú —unas 40 000 personas— se trasladaba a dachas en el verano, llevando consigo todas sus cosas, muebles incluidos, para no pagar el alquiler del piso urbano.
En 1930, las autoridades soviéticas solo concedían casas de campo a los altos funcionarios públicos así como a las personalidades distinguidas del ámbito cultural o científico.
En 1934, por recomendación del escritor Maxim Gorki, el Gobierno soviético concedió un solar en la localidad de Peredélkino, en el oeste de Moscú, para la creación de un pueblo de 90 dachas para los escritores. Al cabo de varios años se habían construido 50 casas de madera con diseño alemán. Entre los primeros habitantes del complejo había famosos escritores, poetas, dramaturgos y traductores de la URSS como Borís Pasternak, Isaak Bábel, Iliá Erenburg, Lev Kassil, Iliá Ilf y Yevgueni Petrov, etc. El pueblo creció después de la guerra y se convirtió en un símbolo de la élite cultural del país.
Desde mediados de los años 30, las dachas se emplearon como huertas, en las cuales se cultivaban papas, zanahorias, pepinos, tomates, verduras, frutas etc. A menudo estos productos ayudaban a las personas a sobrevivir y a alimentar a su familia en los años de hambre o déficit, cuando solamente se podía adquirir comida con cartillas de racionamiento.