Tradiciones universitarias rusas
La vida universitaria está llena de momentos inolvidables, algunos de los cuales resultan agradables y otros no tanto, pero que en todo caso quedan grabados en la memoria de todos para siempre. Así los “mártires de la ciencia” rusos que pasan por la difícil y espinosa escuela universitaria suelen recordar las experiencias estudiantiles con mucho cariño y aprecio. La mayoría de los egresados rusos está convencida de que los años universitarios fueron los mejores de su vida, llenos de un optimismo inagotable, numerosas aventuras, maximalismo juvenil y muchas aspiraciones y esperanzas para un futuro mejor.
Tradiciones de otras épocas
Para los que estudiaron en la época soviética una de las experiencias más inolvidables eran los entonces famosos “contingentes de construcción” (en ruso, stroiotriady). Estos contingentes daban la posibilidad a los estudiantes universitarios de trabajar en los meses de verano, además de recibir algún dinero extra. El fin era, según las autoridades de la URSS, no solo obtener una remuneración económica (que, por cierto, era reducida), sino “educar” a los estudiantes en el espíritu del colectivismo creativo y el respeto hacia el trabajo. En la época soviética estos contingentes servían para adoctrinar a los jóvenes social e ideológicamente, inculcándoles “elevados sentimientos” éticos y patrióticos mediante la inmersión en la labor “socialista”. Así se formaban las altas cualidades morales y el “inquebrantable espíritu patriótico” de la juventud soviética, que solía pasar uno o dos meses de verano construyendo viviendas en las zonas rurales o realizando diversas faenas en granjas colectivas.
El terror de los estudiantes
Existe un dicho ruso que a los estudiantes les encanta repetir cuando surge la ocasión, que dice que “entre temporada y temporada de exámenes la vida del estudiante es fácil y alegre”. Hasta en las universidades que actualmente han adoptado el sistema de Bolonia, y donde se exige un alto rendimiento durante todo el curso, para estos “desafortunados” (o al revés, afortunados en cierto modo) la palabra “sessia” (temporada de exámenes) es la que más miedo, nervios y agobios provoca.
El sistema de educación y el número de años que los estudiantes pasan en la universidad varía en función de las reglas de cada institución, de la carrera elegida o de las circunstancias personales de cada estudiante. Pero independientemente de eso, todos suelen celebrar por todo lo alto el final de cualquier sessia (que son dos anuales: en invierno después de las fiestas navideñas y en verano durante el mes de junio).
Ríos de miel por santa Tatiana
En cuanto los exámenes del primer semestre llegan a su fin todos los alumnos mantienen una tradición: celebrar el famoso 25 de enero, día de santa Tatiana, patrona del estudiantado ruso. La tradición estuvo muy asentada inicialmente entre los estudiantes de la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov y posteriormente fue adoptada por los estudiantes de otras universidades. Los rasgos principales de la fiesta son la medovuja (una bebida fermentada elaborada a base de miel), bailes, actuaciones artísticas y la ceremoniosa liturgia en la iglesia de Santa Tatiana.
En Moscú el programa de celebraciones de la santa patrona incluye fiestas humorísticas, conciertos de artistas aficionados y el concurso Miss Estudiantado, durante el cual las chicas se esfuerzan en mostrar sus dotes intelectuales y atractivo físico.
El año 2010, por ejemplo, muchas universidades moscovitas decidieron cambiar el programa tradicional por la entrega de invitaciones a la pista de hielo montada en la Plaza Roja de Moscú, donde aquellos que estuvieran cansados de la temporada de exámenes pudiesen patinar cantando con las estrellas de la música pop rusa y disfrutar gratis el alquiler de los patines.
La Universidad Estatal de Moscú Lomonósov (Moskovski Gosudarstvenny Universitet, MGU) tiene la larga tradición de reunirse con el rector para beber la famosa medovuja, traída de las colmenas personales del ex alcalde moscovita Yuri Luzhkov. El rector de la Universidad es el primero en catar la bebida y, después de dar su visto bueno, invita a todos los asistentes a sumarse al alegre y desenfrenado proceso de beber la dulce medovuja.
Una de las canciones más populares entre los estudiantes durante esas celebraciones es el himno universitario Gaudeamus igitur, que tiene una larga historia que se remonta a los siglos XII-XIII.
Normalmente los estudiantes pasan cinco años en la universidad pero al finalizar la mitad de la carrera suelen celebrar una fiesta denominada “Ecuador”. Los estudiantes que logran aprobar todos los exámenes de los 2 cursos y medio son considerados ya verdaderos “gurús” en comparación con los novatos de los primeros años y suelen organizar algún viaje o simplemente reunirse con el objetivo de hacer un balance de los conocimientos obtenidos y recordar todos los momentos que han vivido juntos durante esos años. Entonces recuerdan a los profesores más destacados y carismáticos que tuvieron durante la carrera y también a sus compañeros de clase que por diferentes razones ya no están con ellos.
Un poquito de suerte nunca sobra
Eso sí, para llegar a la celebración final, al Vypusknói, la fiesta de celebración de fin de carrera (del ruso “výpusk”, promoción, emisión), hay que aprobar muchas sessii. Es allí, cómo no, donde se revela principalmente el carácter supersticioso y a la vez ingenioso de los estudiantes rusos que harán todo lo posible, y a veces lo imposible, para agarrar la suerte que suele ser tan necesaria y oportuna a la hora de sacar el “número afortunado de la lotería de los exámenes”.
Entre las muchas tradiciones que son más bien particulares de cada universidad o residencia estudiantil, hay algunas que son comunes a todos los estudiantes. Una de ellas se llama “Jaliava” (significa “chollo”, “ganga”) que, según la creencia generalizada, es una dama invisible y misteriosa capaz de traer suerte en las situaciones más desesperadas, pero que al mismo tiempo es muy caprichosa y escurridiza, por lo cual es necesario “atraerla”. Una de las formas de hacerlo es la siguiente: a las 12 de la noche de la víspera del examen es necesario abrir la ventana, sacar la libreta de las notas (una libreta especial que tienen los estudiantes, en la que los profesores registran las notas con sus firmas), gritar con todas las fuerzas: “¡Jaliava, ven!”. Eso no es todo. Luego es necesario cerrar la ventana, poner en la libreta un poco de azúcar (atraerla con algo dulce), luego cerrar la libreta con una goma y ponerla en la nevera, para que la suerte no se “escape”. Al llegar al aula donde tendrá lugar el examen, hay que abrir la libreta “dispersando la suerte” por toda la clase antes de que el profesor ponga en ella la nota deseada.
Algunos estudiantes, expertos en la materia, también recomiendan frotar el sitio de la futura nota en la libreta con alcohol o vodka para que la suerte “se pegue” en el sitio adecuado. Otros recomiendan poner allí migas de pan para “darle de comer” y halagarla de esta forma, aunque no hay que olvidarse de quitarlas de antemano ya que podrían parecer sospechosas a algún profesor profano en la materia.
Dicen que los estudiantes de las universidades politécnicas son los que con mayor celo guardan la tradición: los vecinos suelen sufrir por los gritos de los estudiantes llamando a la Jaliava durante el período de exámenes.
Otra receta peculiar para que venga la dama de la fortuna es la siguiente: se puede construir un pequeño altar para rezar o traer pequeñas ofrendas como chicles, cerveza, cigarrillos o un poco de dinero. Solo cuando acaben los exámenes se podrán usar las ofrendas para los fines “necesarios”.
Importante observación de los estudiantes que tienen que aprobar educación física (en Rusia casi en todas las universidades se mantiene la tradición de la clase de educación física durante los 2 primeros años de carrera): es mejor que la nota de este examen no sea la primera de la libreta ya que se dice que posteriormente “tendrás que correr mucho por las otras notas”.
Los de la Facultad de Economía suelen barrer el suelo de casa antes del examen, pero no sacan la basura, dejan el montoncito de polvo y ponen la escoba al revés para que la suerte no escape. Con el mismo propósito los cadetes de las academias militares no se quitan la gorra en la que suele estar “atrapada” la suerte y también duermen con el cinturón puesto.
Otra costumbre muy extendida entre los varones es la de no afeitarse y entre las chicas, la de no lavarse el pelo antes del examen porque se puede “lavar todo lo aprendido”. También se recomienda poner debajo de la almohada los apuntes para que se queden “grabados” en la memoria al día siguiente.
Los estudiantes de humanidades de Rusia dicen que para ellos el que trae más suerte es san Néstor, el primer cronista de la Rus de Kiev (antigua Rusia de los siglos IX-XII). Precisamente hacia su monumento suelen ir los estudiantes para pedirle ayuda e inspiración en los exámenes de las asignaturas de humanidades. Así muchos estudiantes de periodismo visitan las santas reliquias que yacen en el monasterio de Pecherska (el monasterio de las Cuevas) en Kiev.
En Moscú también hay varios monumentos que “ayudan” a los estudiantes. Esa es precisamente la razón de que en la estación del metro moscovita Plóschad Revolutsii (Plaza de la Revolución) el hocico de las estatuas que representan a perros pastores brillen tanto: muchísimos estudiantes acuden especialmente a esta estación de metro para frotar sus hocicos de bronce. Se cree que a partir de aquel momento los estudiantes, dotados del olfato, fuerza y perspicacia caninas, pueden superar fácilmente las pruebas universitarias.
Estas son solo algunas de las tradiciones, costumbres y supersticiones a las que los estudiantes rusos suelen recurrir como “última opción” en los momentos más agobiantes de su vida universitaria. Por supuesto que ninguna de ellas podrá aportar los conocimientos necesarios para aprobar los exámenes, pero lo que es capaz de hacer es, sin duda alguna, proporcionar a la vida estudiantil elementos de diversión, alegría y sorpresa.