Dmitri Shostakóvich

Dmitri Shostakóvich RIA Novosti / Mijaíl Ozerski

La búsqueda del músico

Dmitri Shostakóvich es autor de quince sinfonías, desde la Primera sinfonía de 1925 y que fuera una composición de graduación, hasta la tormentosa Decimotercera, basada en la poesía de Yevgueni Yevtushenko.

Pero Shostakóvich también es una figura cuya historia versa sobre temas desafiantes y apasionantes que van mucho más allá de la música: cuestiones de conciencia, del papel moral del artista y de las dificultades que afronta la humanidad de cara a la guerra y la opresión durante el siglo más sangriento de la Historia.

Por lo general, Shostakóvich era increíblemente modesto y no le gustaba hablar de su música. También era una persona muy nerviosa, pero ello podría ser consecuencia del terror por el que pasó a lo largo de su vida: primero en 1936, después en 1948 y más tarde en 1962.

Música contra el Terror Rojo

La revolución bolchevique tuvo lugar cuando Dmitri Shostakóvich solo tenía 11 años. Desde entonces, su vida y carrera reflejarían el ascenso y el fracaso del régimen comunista soviético. La mayor parte de su carrera Shostakóvich la vivió bajo el estalinismo.

Durante las purgas vio cómo se llevaban a sus amigos y nunca regresaban a casa. También fue testigo de cómo desaparecieron los habitantes de todo un edificio a la vez o toda una familia. Solía decir que uno podía un día disfrutar de una cena con su familia y al día siguiente la puerta del domicilio estaba abierta y todos habían desaparecido.

Aludió a situaciones como esta en su Decimocuarta sinfonía como protesta contra la muerte, la violencia y el encarcelamiento.

La gente vivía una vida tan horrible y golpeada por la realidad que la rodeaba, que a muchos simplemente no les quedaba energía para la música de Shostakóvich. Sin embargo, aquella música —a lo largo de toda su existencia— fue una llamada a  luchar contra la opresión, encontrar fuerzas internas y sobrepasar el temor y, a la vez, buscar activamente la justicia sin esperar a que las embestidas del poder la bajaran de las alturas.

Shostakóvich conocía personalmente a Stalin, quien le distinguía entre lo demás por su posición crítica. Stalin jugaba un extraño juego atacando al compositor en el periódico Pravda y, al mismo tiempo, cubriéndolo con premios. El hecho llevó a una comprensión errónea de la visión política de Shostakóvich. No solo fue el compositor más importante de cuartetos y sinfonías para cuerda entre los 1920 y los 1970, sino que también fue testigo de todo lo que pasaba en su patria.  

Familia

Aunque la familia de los Shostakóvich era polaco-lituana, los ascendientes inmediatos del compositor provenían de Siberia. Dmitri Boleslávovich Shostakóvich, el padre del compositor, nació en el exilio en Narim en 1875 y estudió en la Facultad de Físicas y Matemáticas de la Universidad de San Petersburgo, en la cual se graduó en 1899. 

Después de terminar los estudios, empezó a trabajar como ingeniero para Dmitri Mendeléyev en la Oficina de Pesos y Medidas de San Petersburgo. En 1903, se casó con Sofia Kokoúlina.

El compositor Dmitri Shostakóvich nació en 1906 en San Petersburgo. Después de la muerte de su padre en 1922, obtuvo una beca de la fundación de Borodín. En busca de trabajo firmó un contrato como pianista de un teatro ambulante.

Educación

Shostakóvich estudió piano y composición en el Conservatorio en el que se graduó en 1925.

Durante el inmediato periodo post revolucionario, el Conservatorio de Petrogrado poco cambió en comparación con la época anterior. La institución estaba encabezaba por un compositor prodigioso que se convirtió en un administrador respetado incluso a los 19 años que tenía. Se llamaba Alexandr Glazunov, quien siguió las venerables tradiciones de Rimski-Kórsakov y la Edad de Oro de la música rusa

Glazunov logró aportar continuidad y estabilidad a la institución durante los años de desequilibrio. Su devoción infatigable por la causa de la música profesional, su participación activa en todos los aspectos del funcionamiento del Conservatorio y la absoluta desatención a sus preferencias personales a la hora de identificar y promover a los músicos jóvenes talentosos le ganaron el respeto generalizado y el afecto de estudiantes y colegas.

Shostakóvich necesitaba ayuda y, a la vez, la protección de Glazunov. Durante el periodo de los disturbios civiles y cuando la hambruna reinaba por todos lados, Glazunov usó su considerable reputación para promover al joven músico prometedor y controlar su progreso con mucha atención. 

El primer año en el Conservatorio, es decir de 1919 a 1920, fue especialmente difícil para Dmitri. Durante el invierno, la falta de calefacción en el Conservatorio forzaba a los estudiantes a asistir a las clases y a los conciertos envueltos en abrigos y con gorros, quitándose los guantes solo para escribir sus ejercicios. Como el transporte público era inseguro y muy inaccessible, Dmitri tenía que cubrir diariamente un camino largo desde su casa ubicada en la calle Marat. Su composición de graduación del Conservatorio fue la extraordinaria Primera sinfonía. Interpretada por la Orquesta Filarmónica de Leningrado en 1926, esta obra se popularizó y lanzó con brillante efecto la carrera del joven músico como compositor.  

Obras

Su Segunda sinfonía, compuesta en 1927 para conmemorar el 10 aniversario de la Revolución, fue recibida con poco entusiasmo y Shostakóvich emprendió un nuevo proyecto: la ópera La nariz.  

Su Cuarta sinfonía —al igual que otra obra suya llamada Lady Macbeth de Mtsensk— estaba llena de sonidos disonantes, algo muy característico de la música contemporánea. Pese a que llegó al proceso de ensayos, no se estrenó hasta 1960.  

Shostákovich compuso una Quinta sinfonía. Con una armonía estructurada de modo más clásico, la obra prometía no ofender el oído de los conservadores, pero muchos la denunciaron como formalista.

En aquel periodo de su vida, Shostakóvich estaba pasando por un terrible drama personal: enamorarse de una mujer que se negó a ser su esposa. Esta partió a España donde se casó con un hombre llamado Román Carmen. A partir de entonces —y tal vez pensando que ella tomaría ahora el apellido de su esposo, tal como se hacía según costumbre rusa— para Shostakóvich ella pasó a ser su “Carmen”, aquella que le había rechazado. Esa es la razón de que los temas musicales de la ópera Carmen de Bizet estén tan presentes en su Quinta sinfonía.  

Finalmente, en 1932 Shostakóvich se casó con la joven física experimental Nina Varzar. Al final ese año, escribió su segunda ópera con el nombre de Lady Macbeth de Msentsk, la que tuvo tanto éxito en Moscú y Leningrado en 1934 que permaneció en cartelera durante los dos años siguientes.  

Persecución

En 1936 apareció en el periódico Pravda un artículo bajo el título de “Estruendo en vez de música” en el que se criticaba a Shostakóvich. Supuestamente, lo habría encargado el mismo Stalin. El texto se centraba en la ópera Lady Macbeth de Mtsensk, la que para entonces ya había aparecido cerca de 200 veces en la escena soviética y extranjera. “La capacidad de la música de encantar a las masas se ha sacrificado por un formalismo pequeño-burgués”, condenaba el artículo, publicado dos días después de que el líder soviético asistiera a la actuación. “Juegos como este siempre terminan mal”, acusaba el texto.

Ese año Dmitri escribió a un amigo: “Siento dolor. No sé qué puedo o debo hacer. Solo me concentro en finalizar la sinfonía que he empezado”. 

En 1936 y 1938 nacieron dos hijos del autor y su mujer: Galina y Maxim,  respectivamente.

La Sinfonía de Leningrado

Su rehabilitación resultó completa cuando en 1942 se interpretó su Séptima sinfonía, tanto en la Unión Soviética como en Londres y Nueva York. 

La Séptima sinfonía se considera una obra de tema bélico con un mensaje universal. Víktor Kozlov, clarinetista que, entre otros, interpretó la Sinfonía de Leningrado durante el bloqueo de esta ciudad recuerda sobre la obra lo siguiente:

“La música desempeñó un importante papel en el levantamiento del ánimo del pueblo de Leningrado durante el bloqueo de la ciudad. Dicen que la compuso desde el punto de vista comunista, pero no tuvo nada que ver con los políticos ni con los comunistas. Compuso su música según la sentía y como pensaba que debía ser.”

Durante el periodo del bloqueo y la hambruna se encontraba en la ciudad la Orquesta del Comité de la Radio de Leningrado. Era una orquesta pequeña, de unos 25 músicos, dirigida por Yevgueni Mravinski. Posteriormente, partió a la ciudad de Kúibyshev (actualmente denominada Samara).

Shostakóvich también permaneció en la ciudad durante el primer año del bloqueo logrando escribir las primeras dos partes de la sinfonía. Luego le indicaron que abandonara la ciudad para ir a Kúibyshev, donde acabó las dos partes finales. Fue entonces cuando decidió estrenar la sinfonía en Kúibyshev, lo que causó, cuenta Kozlov, una especulación particular:

“La gente de Leningrado se enteró y preguntó por qué, si la sinfonía estaba dedicaba a la ciudad de Leningrado y al bloqueo de Leningrado, se estrenaría en otra ciudad. Poco tiempo después, la Orquesta del Comité de la Radio empezó a preparar las partituras instrumentales.

Resultó que la orquesta necesitaba 80 personas, pero solo tenía 25. Anunciaron por la radio que invitaban a los músicos a que fueran al Comité de la Radio y formaran parte de la Orquesta. Así que comenzó a llegar gente, aunque todos eran ya viejos, pues todos los jóvenes estaban en el Ejército.

Recibieron en sus filas a violinistas pero, dado que les faltaban intérpretes de instrumentos de viento, se dirigieron al Ejército para pedir ayuda. Fue así como acabé tocando el clarinete en la orquesta.

Empezamos a ensayar, lo que coincidió con el clímax de la hambruna. Nos sentábamos para tocar sin nada que comer. Los primeros ensayos duraban solo de 15 a 20 minutos. Los que tocábamos instrumentos de viento no podíamos hacerlo como Dios manda ya que no podíamos apretar los labios, ni ejercer fuerza. Nuestros labios estaban débiles.

Poco a poco, los ensayos se hicieron más largos y el 9 de agosto de 1942 interpretamos la Séptima sinfonía de Shostakóvich en el recinto de la Orquesta Filarmónica en Leningrado. Es interesante que los alemanes también enviaran invitaciones por todos los lados también para ese día diciendo que iban a celebrar su victoria en el Hotel “Astoria”.

Fue precisamente durante esa jornada cuando fue interpretada la Séptima Sinfonía de Shostakóvich para demostrarles que la ciudad todavía permanecía viva y seguía activa.

El público nos recibió verdaderamente bien. Nos aplaudieron mucho. Estaban firmes. Una mujer hasta le dio flores al director de la orquesta. Imagínense: en aquel momento no había nada en la ciudad pero, de todos modos, la mujer encontró flores en una parte. Fue maravilloso.”

Después de Stalin

En 1953 la orquesta de Yevgueni Mravinski presentó por primera vez la Décima sinfonía de Shostakóvich, emblema de la política liberalizadora de Jruschov. Es significativo que la sinfonía fuera escrita en 1953, pocos meses después de la muerte de Stalin, quien había gobernado al pueblo soviético con mano de hierro durante 31 años.

La Décima sinfonía apareció 8 años después de la Novena, lo que suponía un intervalo inmenso para un compositor tan fecundo y tan dedicado a su trabajo como Shostakóvich.

Historia de amor

El compositor expresó su historia personal de amor en la sinfonía. El profesor y la estudiante se vieron por primera vez en el otoño de 1947 en Moscú. Para aquel entonces, Elmira Nazírova ya era conocida en Azerbaiyán como joven música talentosa. En sus primeros años de carrera artística fue consideraba como una niña prodigiosa en la Escuela Musical de Bakú, que estaba bajo el patrocinio del Conservatorio de Azerbaiyán.

En 1942 y con solo 14 años sus primeros logros profesionales fueron tan impresionantes que la invitaron a la Unión de Compositores de Azerbaiyán. 

Nazírova fue animada a continuar sus estudios en el mundialmente conocido Conservatorio de Moscú, donde al ingresar estudió piano con Yákov Zak y composición con Dmitri Shostakóvich.

De nuevo perseguido

A meses de su regreso a Moscú, Shostakóvich tuvo que pasar por lo que sería el periodo más duro de su vida. El Partido Comunista había aprobado un decreto que condenaba fuertemente al compositor y a otros por lo que se juzgaba como un enfoque superfluo a la hora de componer música sinfónica disonante. Es decir, una música sin melodía y que contenía armonías ásperas.

Fue un tiempo terrible para el gran compositor y que concluyó con su despido del Conservatorio de Moscú. Mstislav Rostropóvich recordaría posteriormente cómo al entrar en el Conservatorio leyó el comunicado donde se informaba de que Shostakóvich no volvería a darles clase. Todos quedaron estupefactos.

La Décima sinfonía

La relación del compositor con Nazírova llegó a convertirse en una novedosa y cada vez más íntima relación intelectual. Se veían a menudo. Daban largos paseos, escuchaban a Bethoven y Mahler y discutían sobre asuntos relacionados con la música y la vida en general. Shostakóvich daba consejos a Elmira acerca de sus nuevas composiciones e intentaba atraer su atención a géneros o formas específicas. Al mismo tiempo, compartía con ella sus propias ideas creativas.

Shostakóvich valoraba lo que ella pensaba y opinaba acerca de lo que él componía. El creador le informaba cada paso que daba en su trabajo en la Décima sinfonía. También abordaría el aparente estancamiento que —tarde o temprano— aparecería en su relación: “¿Alguna vez nuestros ritmos coincidirán? Es posible que no. Hay muchas, muchas razones para ello”.

Durante muchos años, los críticos permanecieron desconcertados por las frases musicales dominantes en el tercer movimiento: ¿Qué significaban? Algunos analistas pensaban que eran llamadas; otros las interpretaban como una descripción de la naturaleza; otros suponían, aunque no estuvieran muy convencidos, que era un retrato de Stalin. Nadie se imaginaba cuál era su real significado.

La verdadera historia escondida en la Décima sinfonía finalmente se reveló, a pesar del secreto con que se guardó durante casi cincuenta años. La historia del genio Shostakóvich y su amor platónico estaba escrita en la historia de la música. Su representación fueron las memorias de una mujer gentil e increíblemente talentosa, distinguida por su carisma y magnetismo.

Trabajo y años posteriores

Shostakóvich escribió otras ocho sinfonías y completó un conjunto de quince cuartetos.

En 1959 fue nombrado Primer Secretario de la Unión de Compositores Soviéticos.

Shostakóvich fue una persona muy compleja y generó muchas preguntas que pueden quedar sin respuesta para siempre. Por ejemplo, ¿por qué decidió afiliarse al Partido Comunista en 1960, justo cuando los artistas ya no sufrían el peligro y la presión tan característicos de la época de Stalin?

Este hecho se ha descrito generalmente como un acto de compromiso con la idea del socialismo, una rendición final o como el resultado de un gran acoso político. En una entrevista de 1999 —concedida pocas horas antes de que saliera a dirigir la Cuarta Sinfonía que compuso su padre en San Petersburgo— Maxim contó que el día en que su padre se afilió al Partido Comunista fue una de las dos veces en que le vio llorar.

La otra oportunidad tuvo lugar cuando Nina Varzar, primera mujer de Shostakóvich y madre de Maxim, murió en diciembre de 1954.

Su muerte y legado

Tras su muerte en 1975, Shostakóvich fue enterrado con todos los honores de Estado en el cementerio del monasterio de Novodévichi de Moscú. En las necrológicas soviéticas y también en Occidente se le describió como un fiel comunista. Fue incluso proclamado Héroe del Pueblo.

En su música no solo se puede distinguir su sufrimiento personal, sino también su compasión por el dolor ajeno.

“Es la gente que ha vivido los difíciles y tensos tiempos del régimen de Stalin la que tiene una percepción más aguda de la música. La obra de Shostakóvich es obviamente una dura crítica de aquel periodo.

Estoy profundamente convencido de que es un documento mucho más verídico que cualquier memoria, obra literaria o incluso un documental. La música de Shostakóvich transmite el ambiente aterrador de aquel periodo de una manera increíble, un terror helado que penetró en la vida de todo el país. Tiene esa cualidad de desesperación inconsolable. Es una música lúgubre”, explica el antiguo rector del Conservatorio de Moscú, Tigrán Alijánov.

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