Andréi Rubliov
El regreso a la pintura medieval
Andréi Rubliov nació alrededor del año 1370, durante la época del yugo tártaro-mongol, que fue probablemente el periodo más duro de toda la historia rusa. No se conoce el lugar preciso de su nacimiento pero se suele considerar que procedía de Rusia central, cuyas ciudades más importantes en aquel entonces eran Moscú y Vladímir. Tampoco se conoce su origen social. Puede ser que sus familiares fueran artesanos porque la palabra rusa “rubel”, de donde procede el apellido del pintor, daba nombre a un instrumento que se utilizaba para tratar el cuero. Ni siquiera se sabe cuál era su nombre en la vida secular dado que el nombre de Andréi lo adoptó al tomar el hábito de monje.
En 1380, cuando Rubliov era niño, tuvo lugar la batalla de Kulikovo, providencial para Rusia, en la que el ejército unido de los principados rusos bajo el mando del príncipe moscovita Demetrio derrotó a los invasores tártaros. Esa batalla fue el primer paso en el camino hacia la liberación del país y al renacimiento de la nación, algo que quedó reflejado en el arte de Rubliov.
La primera mención de Rubliov en las crónicas manuscritas, que son las únicas fuentes históricas sobre aquella época remota, aparece en el año 1405. En esta fecha el príncipe de Moscú Basilio I invitó a tres maestros —Teófanes el Griego, Prójor de Gorodets y el monje Andréi— para que pintaran los frescos de las paredes de la iglesia de la Anunciación del kremlin de Moscú.
El encargo de pintar la importante iglesia moscovita testimonia el reconocimiento del que ya en aquel entonces gozaba Rubliov como pintor de iconos. Lamentablemente, nada de la pintura en aquella iglesia se conserva debido a las varias reconstrucciones por las que ha pasado el templo.
La siguiente mención de Rubliov en las crónicas se refiere al año 1408, cuando junto con Daniil el Negro trabajó en la catedral de la Asunción de la ciudad de Vladímir, donde creó iconos para el iconostasio y decoró las paredes. Se trataba de la renovación de la antigua catedral saqueada por los tártaros casi dos siglos antes. La mayoría de las pinturas permanecen intactas y son ahora obras básicas para estudiar la herencia artística de Rubliov.
La otra ciudad donde trabajó Rubliov fue Zvenígorod. Actualmente es una pequeña localidad en la provincia de Moscú pero en los siglos XIV y XV fue la capital de un fuerte principado que competía con Moscú rusa para convertirse en el centro de la reunificación del país. Igual que en Vladímir, Rubliov creó en Zvenígorod el iconostasio y los frescos de las paredes de la principal iglesia de la ciudad, que fue consagrada a la Asunción de la Virgen. Se conservan solo restos de estos frescos y solo tres iconos del iconostasio, pero estos, especialmente el del Salvador, son las obras más conocidas del maestro.
La vida de Andréi estuvo vinculada a dos monasterios, el de la Trinidad en Sérguiev Posad, que ahora es el monasterio más famoso de Rusia, y el del Salvador y Andrónico, uno de los más antiguos de Moscú.
El monasterio de la Trinidad fue fundado por san Sergio de Rádonezh, uno de los santos rusos más venerados y el santo patrón del país. El monasterio fue el lugar donde Andréi Rubliov tomó el hábito. Más tarde, el hermano Andréi volvió a este convento para pintar los iconos y frescos de la catedral de la Trinidad, que fue la primera construcción de piedra del monasterio. Del iconostasio de esta catedral procede la más famosa obra de Rubliov y de toda la pintura rusa medieval: el icono de La Santísima Trinidad, considerada la más perfecta expresión del genio del pintor.
El tema del icono es el episodio bíblico de la aparición de Dios en forma de tres ángeles a Abraham. Los ángeles están sentados alrededor de una mesa sobre la que hay un cáliz que simboliza el sacrificio de Cristo. El ángel de la izquierda —Padre— bendice el cáliz, el ángel del centro —Hijo— expresa su sumisión a la voluntad divina y el ángel de la derecha —Espíritu Santo— consuela al que ha de sacrificarse. La profundidad espiritual, el simbolismo y la técnica hacen de este icono una verdadera obra maestra de la cultura rusa.
Los historiadores del arte medieval destacan que la paleta de Rubliov suele reunir toda la gama de colores con matices de tonalidades claras y luminosas, y con esto se logra el efecto de emisión de luces dulces. En la composición del icono hay una sucesión rítmica de líneas curvas que se asemejan a un círculo. La Santísima Trinidad sorprende por su profunda inspiración y maestría, características que convirtieron esta obra de Rubliov en un modelo para los pintores rusos, que imitaron la obra en numerosas ocasiones.
La fecha exacta de la muerte de Rubliov tampoco se conoce con exactitud pero lo más probable es que el monje falleciese en 1430. Rubliov pasó sus últimos años de vida en el monasterio del Salvador y Andrónico de Moscú, donde hacía vida monacal y pintaba en la catedral del Salvador, el edificio más antiguo que existe hoy en día en la capital rusa.
En total, solo se sabe de cinco iglesias donde trabajó Rubliov y la cantidad de sus iconos pintados para otros encargos tampoco es grande. El pintor religioso fue canonizado en 1988 y el cuatro de julio la Iglesia ortodoxa rusa celebra su efeméride.
El regreso a la pintura medieval
Hasta comienzos del siglo XX en Rusia no se apreciaba mucho la pintura medieval. Los frescos antiguos frecuentemente se repintaban para corresponder a los gustos nuevos y los iconos “se renovaban”, es decir, encima de la pintura original se pintaba de nuevo. Inicialmente se reproducía casi el mismo episodio pero poco a poco el estilo y la técnica iban cambiando. Sin embargo, en 1904 el pintor y coleccionista Iliá Ostroújov, miembro de la agrupación artística Peredvízhniki se ofreció a investigar detalladamente el icono de La Santísima Trinidad, que durante siglos había sido venerado por peregrinos. Cuando el investigador terminó de quitar las capas de pintura nueva, se hizo evidente que se encontraba ante una obra irrepetible. Nadie conocía entonces toda la perfección del arte antiguo y la belleza que contenían las obras originales de Rubliov. Al mismo tiempo, solo entonces los rusos se dieron cuenta de cuántas obras maestras de arte antiguo habían desaparecido para siempre en los siglos anteriores.
Más tarde hubo nuevos descubrimientos, incluidos algunos muy inesperados. Por ejemplo, las obras de Rubliov del iconostasio de Zvenígorod fueron descubiertas completamente cubiertas de lodo en un pajar de una zona rural cercana a la catedral de la Asunción. Los iconos, de inestimable valor, eran utilizados de peldaños en una escalera del desván.
Durante la época soviética, cuando las propiedades de la Iglesia fueron confiscadas y nacionalizadas por las autoridades, todos los iconos de Rubliov, así como los de otros maestros, fueron entregados a los museos. La mejor colección de las obras de Rubliov, que incluye a La Santísima Trinidad y El Salvador de Zvenígorod, forma parte de los fondos de la galería Tretiakov de Moscú. En 1956 en las instalaciones del monasterio del Salvador y Andrónico fue abierto el museo de la cultura rusa medieval, que lleva el nombre del pintor. En 1966 el cineasta soviético Andréi Tarkovski rodó la película Andréi Rubliov.