Nikolái Pirogov

Nikolái Pirogov RIA Novosti

Nikolái Pirogov, eminente doctor, pedagogo y fundador de la cirugía militar, contribuyó a sentar las bases de la medicina moderna. Nació el 25 de noviembre de 1810 en Moscú, en la familia de un tesorero militar. Sus padres tuvieron catorce hijos, pero sobrevivieron solamente seis. Así, el decimotercero, Nikolái, se convirtió en el menor.

Determinación ante la adversidad

Los hijos se preparaban para la vida común de los herederos acaudalados: las chicas iban a casarse y los chicos iban hacer la carrera militar. Sin embargo, debido a que el padre de la familia debió asumir la responsabilidad de un desfalco de una considerable suma cometido por su adjunto, se arruinó, y la familia perdió la posibilidad de pagar la educación de sus hijos. Así, a los 14 años Nikolái tuvo que abandonar los estudios secundarios.

Por el consejo de un amigo de la familia, un médico conocido y profesor de la Universidad de Moscú, Pirogov decidió entrar en la Facultad de Medicina de la Universidad. Pirogov inició los estudios universitarios con solo 14 años, pues había dicho que era dos años mayor en la admisión. Pronto su padre murió y él se vio obligado a mantener a toda su familia.

Durante los años de estudio, el joven tuvo que trabajar mucho, asumiendo el aprendizaje de la experiencia necesaria para un médico y asegurándose de que había elegido un camino justo. Posteriormente, cuando Pirogov ya era restaurador de las instituciones de enseñanza, recordaba sus dudas y decía que lo principal para dominar cualquier profesión es ser un hombre de verdad. Para el doctor, este concepto presuponía tener fe en Dios y anhelo de trabajar.

Para seguir sus estudios y alcanzar el título de profesor, Pirogov se dirigió a la Universidad de Tartu (actualmente en Estonia), donde durante cinco años de prácticas y estudios preparó su tesis doctoral. Su tema fue la ligadura de la aorta abdominal, una operación acometida solamente en una ocasión por el cirujano inglés sir Astley Cooper. El paciente de Cooper había muerto, mientras que los diez pacientes que se sometieron a la mesa de Pirogov sobrevivieron. Cuando el británico se informó de su método, afirmó que, si hubiera tenido que hacer esa operación una vez más, lo habría hecho como el ruso.

Tan esencial como lavarse las manos

Pirogov era ya un cirujano reconocido cuando fue a Europa a continuar sus estudios. En Alemania practicó en los hospitales de Berlín y Gotinga. Durante su práctica, conoció al profesor Langenbek, quien le enseñó primero varias formas más efectivas de operar y, lo más importante, a nunca optar por una operación quirúrgica sin haber probado antes todos los métodos terapéuticos para tratar la enfermedad.

Asimismo, durante su estancia en Alemania, Pirogov estableció una regla muy importante que hoy en día ni que decir se tiene: el cirujano debe lavarse las manos antes de operar y utilizar material limpio para el vendaje (algo en lo que en la época anterior los médicos no solían pensar).

En 1847, Pirogov practicó sus métodos en campaña, durante la guerra en el Cáucaso. Allí, por primera vez en la historia, el doctor aplicó la narcosis etérea, lo que permitió liberar a los heridos del dolor y reducir la mortalidad.

Pirogov fue el autor del método osteoplástico que actualmente lleva su nombre. Asimismo, introdujo en la práctica de la investigación una nueva disciplina: la anatomía topográfica, o “anatomía de hielo”. Los estudios de los cuerpos helados le sirvieron para componer un manual ilustrado para cirujanos. Este atlas anatómico se convirtió en la base del sucesivo desarrollo de la cirugía.

"El doctor milagroso"

Durante la campaña de Crimea (1855-1856) Pirogov se convirtió en el cirujano principal del Sebastopol asaltado. Fue allí donde el médico por primera vez aplicó uno de sus inventos más famosos: las vendas enyesadas. También organizó el cuidado de los heridos por las Hermanas de la Caridad. Durante la defensa heroica de Sebastopol, de las 5400 amputaciones que tuvieron que llevarse a cabo, el cirujano realizó 5000.

Después de la guerra regresó a San Petersburgo. Pero en esta ciudad, entonces capital de Rusia, el famoso doctor cayó en desgracia debido a un conflicto con el zar. Pasados unos años, le despidieron de su puesto y lo relegaron al sur del país, en calidad de funcionario de las instituciones de enseñanza.

En su hacienda en las proximidades de la ciudad de Vínnitsa (actualmente Ucrania), el médico e investigador organizó un hospital con servicios gratuitos y nunca lo dejó, salvo en dos períodos cortos, cuando participó en la guerra franco-prusiana (1870-1871) y en la campaña ruso-turca (1877-1878). A ambas fue como representante de la Cruz Roja Internacional.

La gente llegaba allí desde todas partes de Rusia. Lo bautizaron “el doctor milagroso”. El escritor ruso Alexandr Kuprín escribió una novela corta con el mismo título, en la que contó la historia de una familia pobre a la que un viejo doctor bondadoso, encontrado por casualidad por el padre de familia en el momento de desesperación, ayuda a recobrar la salud y arreglar sus cosas. Esta fue una de las numerosas leyendas sobre Pirogov. Según otras, el doctor era capaz de pegar una cabeza arrancada y resucitar a una persona. Así lo creían los soldados.

Poco antes de su fallecimiento, el científico hizo un descubrimiento más al proponer un nuevo método de embalsamiento.

Nikolái Pirogov murió de cáncer de mandíbula superior, a la edad de 70 años, el 5 de diciembre de 1881. Todavía su cuerpo, embalsamado, yace en su sepulcro familiar, en la casa museo de Pirogov de Vínnitsa.

“Ser, y no parecer, este es el lema que cualquier ciudadano que ame su patria debe guardar en su corazón. Servir a la verdad. Ser un verdadero ser humano”, decía Pirogov. Según sus principios médicos, el doctor debía tratar a su paciente con ánimo alentador, así como no ocultar sus errores profesionales para dar ejemplo a sus colegas menos experimentados. “Hay que educar a una persona de manera que esta sepa ser feliz si son felices los otros”, ese fue su credo.

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