Fiódor Tókarev
Fiódor Vasílievich Tókarev, el diseñador que supuso para la Unión Soviética lo que pudo ser Browning para Estados Unidos o Mauser para Alemania, nació el dos de junio (catorce de junio según el calendario actual) de 1871 en el poblado cosaco de Egorlýkskaya, a orillas del río Don, en el seno de una familia también cosaca. El niño creció bastante ensimismado y silencioso, y todos los días los pasaba en una herrería. Pero cuando el pequeño Fiódor cumplió 7 años sorprendió a todos los vecinos de la localidad al hacer de madera y chapa de hierro un pequeño arado.
Cuando varios años más tarde preguntaron a Fiódor Tókarev cómo llegó a diseñar armas, el afamado armero contestó: “A mi juicio fue por casualidad. De niño conocí a un armero y me entusiasmé mucho con trabajo. Creo que todo empezó con ello.”
A los once años comenzó a trabajar de aprendiz de forja, lo que le permitió a los trece años conocer al armero Krasnov, de la planta de armas de Tula, un hecho que predeterminaría toda su trayectoria profesional. En 1887 ingresó como estudiante en la Escuela Mecánica Militar de Novocherkassk, capital de los cosacos del Don, donde conoció a Chernolijov, diseñador y técnico de armas que participó en el desarrollo del fusil reglamentario ruso.
Al graduarse como mecánico con el grado de suboficial, fue destinado al Regimiento n.º 12 de Cosacos del Don como maestro armero. Cuando terminó la escuela militar en 1900, el joven teniente Tókarev pasó a servir al mismo regimiento como encargado de armamento.
En 1907, siendo alumno de la Escuela de Armamento de Oranienbaum, Tókarev pudo conocer el trabajo y el manual sobre armas automáticas escrito por el armero ruso Vladímir Grigórievich Fiódorov, quien en 1916 desarrollara el primer fusil automático de asalto en el mundo. Entusiasmado por la idea, Tókarev comenzó sus propios estudios sobre armas automáticas, interrumpidos en 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
A principios de 1913 el fusil automático de Tókarev, desarrollado por el armero con piezas complicadas torneadas por él personalmente en la planta de Sestroretsk, demostró los mejores resultados en las pruebas comparativas en un polígono. Seguidamente el Departamento de Artillería, entonces al cargo de todo el armamento del Ejército ruso ordenó fabricar cuanto antes 12 fusiles según el modelo de Tókarev para sucesivos ensayos. En julio de 1914 las piezas de estos fusiles se empezaron a fabricar. Faltaba solo ensamblar los fusiles pero estalló la Primera Guerra Mundial. El capitán Tókarev fue nuevamente llamado a filas. Al mando de su escuadrón, del regimiento de cosacos n.º 29, varias veces mostró su valentía en combates, por lo cual fue cinco veces condecorado.
Entretanto el Ejército necesitaba más armas y en 1916 Tókarev fue nuevamente enviado a la planta de Sestroretsk. El director de la planta, conocedor de su laboriosidad, lo nombró encargado del control perceptivo y del ensamblaje de fusiles. También le quedaba ensamblar sus 12 fusiles. Pero muy pronto el diseñador vuelve a ser sorprendido por otro evento de importancia mundial, esta vez en 1917 le toca experimentar la Revolución Rusa.
A pesar del origen cosaco y del grado de oficial, Tókarev inicialmente no fue perseguido durante la guerra civil. Además, en 1918 fue nombrado jefe del taller modelo de la fábrica, asistente del ingeniero jefe y luego, subdirector de la fábrica de armas de Sestroretsk.
En el verano de 1919, Tokarev partió en comisión de servicio para restaurar la fábrica de armas de Izhevsk. Los armeros y operarios de esta planta eran muy valorados y estaban bien pagados por su trabajo. Pero en 1918 la ciudad sufrió una oleada de ejecuciones de trabajadores de la planta bajo la acusación de rebelión contra el régimen soviético y colaboración con el Ejército Blanco. Como resultado, cuando los blancos por segunda vez abandonaron la ciudad en 1919 casi todos los obreros calificados de la fábrica dejaron también la ciudad con las tropas blancas. La fábrica fue saqueada y parcialmente destruida. Tókarev logró organizar desde prácticamente la nada la fabricación de fusiles Mosin. Sin embargo, la tarea de fomentar la calidad hasta el nivel prerrevolucionario fracasó. Como resultado, por decisión del Tribunal Revolucionario, el 30 de agosto de 1920 el armero Tókarev fue condenado a fusilamiento por "sabotaje". Por suerte, la sentencia no fue ejecutada, y pronto fue absuelto. La razón de esta decisión fue probablemente la falta de armeros cualificados. En el verano de 1921 se revocó la sentencia del Tribunal.
El talento de Tókarev floreció a inicios de los 20, en la fábrica de armas de Tula. En 1924 el Ejército Rojo adoptó la ametralladora ligera Maxim modernizada. En 1926, dada la ausencia en todo el mundo de ametralladoras aéreas de gran cadencia de fuego, Tókarev desarrolló una nueva versión de la vieja Maxim para uso de la Fuerza Aérea, que sustituyó dignamente la Vickers. En la fábrica de Tula también diseñó en 1927 el primer subfusil nacional para uso con cartucho de revólver (pistola-ametralladora de Tókarev de 1927).
Finalmente pudo terminar el desarrollo de su fusil automático (tras casi unos 30 años de trabajos, frecuentemente interrumpidos), cuyas dos versiones, la SVT-38 y la SVT-40 sirvieron al Ejército Rojo durante toda la Segunda Guerra Mundial.
En vísperas de la Segunda Guerra Mundial, tras dos concursos esta arma de fantásticas prestaciones en su época fue seleccionada para reemplazar totalmente al viejo fusil Mosin de 1891.
En 1941 gran parte del Ejército Rojo, especialmente las unidades acuarteladas cerca de la frontera occidental, ya estaba dotada de los SVT, pero al estallar la guerra casi todos se perdieron durante la tremenda derrota que surfió el Ejército en los primeros meses del año.
La industria resultó incapaz de recuperar esta pérdida abrumadora de material bélico y las nuevas unidades ya se armaban con viejos Mosin. Además, los fusiles veteranos destacaban por la sencillez y bajo coste de producción y por su simplicidad de manejo (cosa muy importante en condiciones de grandes reclutamientos durante la guerra).
Sin embargo, aunque se redujo considerablemente, la producción de SVT no cesó. Durante la guerra surgió un fenómeno imprevisto por el diseñador: un arma que resultó tan buena durante sus pruebas en polígono no se adecuó a las condiciones de aquella guerra, a la suciedad en las trincheras, al barro y al frío, a la escasa preparación de los soldados que entraban en combate… Con frecuencia los soldados soviéticos tiraban estos fusiles para reemplazarlos por los viejos Mosin, que no les fallaban nunca.
Pero, no obstante las dificultades de su mantenimiento, los fusiles de Tokárev fueron muy admirados por las unidades que tradicionalmente tenían alto nivel de preparación personal (y mejores condiciones para realizar este mantenimiento). Sobre todo, esto sucedió así entre los infantes de la Marina, las tropas aerotransportadas y los destacamentos de reconocimiento.
Además, se han fabricado cerca de 50 000 SVT-40 en su versión de fusil de francotirador. Pese a varios desperfectos (por ejemplo, se observó que el SVT-40 padecía de dispersión vertical del disparo, fenómeno inaceptable para un fusil de francotirador, motivo por el cual en cesó la producción de la versión de francotirador del SVT-40) frente a la modificación de francotirador de Mosin, los SVT con mira telescópica fueron usados por varios conocidos francotiradores soviéticos, por ejemplo por la primera dama del tiro de precisión: la teniente Liudmila Pavluchenko con 300 efectivos enemigos “en su haber”.
Según datos aproximados, la producción total del SVT-38/40 fue de unos 1,6 millones de fusiles, hasta que fueron dados de baja al término de la Segunda Guerra Mundial.
Han trascurrido más de 60 años desde aquella época, pero hasta ahora los SVT siguen siendo usados por cazadores y criadores de ciervos en las zonas septentrionales rusas.
Fiódor Vasílievich Tókarev estuvo trabajando casi 75 años (el famoso diseñador falleció en 1968, a la edad de 97 años). Ningún museo de armas será capaz de exponer los 150 modelos de armas que desarrolló este gran trabajador durante su larga trayectoria profesional.