La pistola TT-30/33
Seguramente muchos recuerden la fotografía de la Segunda Guerra Mundial en la que un oficial soviético (teniente, “instructor político”) llama al ataque a los soldados con una pistola en la mano.
Pero nuestra historia no es sobre el hombre de la imagen (por cierto, el instructor político retratado, Alexéi Yeriómenko, cayó en aquel combate en 1942, poco después de que le tomaran la fotografía), sino sobre su arma, la pistola Tula-Tókarev 33, la TT-33.
Históricamente el Ejército ruso usaba armas cortas de diseño extranjero: de la Smith and Wesson del calibre 44 a la Nagant de 1895, que fue durante varios años el símbolo del Ejército quizá más numeroso del mundo, y cuya fiabilidad fue muy respetada por sus “usuarios”.
Pese a ser una buena arma, el revólver Nagant ya resultaba obsoleto durante la Primera Guerra Mundial y la guerra civil de Rusia (1918-1922), cuando la mayoría de los Ejércitos del resto de Europa ya contaba con modelos reglamentarios de pistolas automáticas.
Además de este veterano, el enorme Ejército del país, tanto antes como después de la Revolución de 1917, disponía solo de cierta cantidad de pistolas adquiridas en el extranjero, en su mayoría Mauser 1896 y algunas FN 1903, Colt 1911 y Parabellum 1906 (el revólver Nagant modelo 1895, inicialmente fabricado en la factoría belga de Lieja creada por Emile y Leon Nagant, comenzó a fabricarse ya en 1896 en la planta nacional de armas de Tula).
En la década de 1920 el Ejército Rojo encargó una moderna pistola automática de desarrollo nacional para sustituir el anticuado revólver. De este encargo resultó el desarrollo en 1928 de dos pistolas, Korovin y Prilutski, que usaban el cartucho ASR Browning de 7,65 mm.
Sin embargo, más tarde el Comité de Artillería, encargado de la organización del concurso, decidió adoptar como cartucho reglamentario para las pistolas el que usaba el Mauser de 1896, al que denominarían 7.62x25 Tókarev, un cartucho muy potente, de gran velocidad inicial y una trayectoria muy rasante (más tarde para este tipo de cartuchos se desarrollaría el conocido subfusil soviético PPSh, de Gueorgui Shpaguin y el PPD, de Vasili Degtiariov). La energía cinética de este cartucho no permitió su uso en las pistolas diseñadas hasta entonces, obligando a buscar nuevas soluciones.
Estas “soluciones” llegaron 10 años después, con la pistola diseñada por Fiódor Tókarev, hombre que supuso para la URSS lo que pudo ser Browning para Estados Unidos o Mauser para Alemania.
La exigencia de facilitar la producción ahorrando el tiempo de mecanizado obligó a que el diseño de Tókarev se simplificara al máximo. En el verano de 1930 el arma estaba lista para el examen que superaría en competición con otros modelos, incluidos los de Walther, Luger y Browning. Entre las características exigidas destacaban el poder de penetración del proyectil, la precisión, la recarga y el funcionamiento. En las pruebas de precisión y de resistencia la pistola de Tókarev resultó superior a otros modelos rusos ensayados e igualaba a los mejores extranjeros.
Como resultado del concurso, la Comisión recomendó la adopción del modelo TT-30 (Tula Tókarev 1930), encargando que esta vez fuera el propio Ejército quien la probase, para lo cual se fabricaron 1000 pistolas. Tres años después el diseño se modificó, atendiendo a las mejoras solicitadas por los militares y surge la TT-33, la pistola que inmortalizó a su diseñador.
Características de la TT-33
Longitud del cañón: 117 mm
Peso: 0,82 Kg
Funcionamiento: Acerrojado por corto recorrido
Calibre: 7,62x25
Estrías: 4
Capacidad: 8+1
Velocidad inicial: 411 m/s
Cartucho: 7,62x25 Tókarev
Durante las “guerras criminales” de los 90 en la Rusia postsoviética resurgió el interés hacia la TT-33. El arma que fue concebida justamente para fines militares y no policiales y siempre sirvió para defender la patria, se convirtió (en su versión fabricada en China) en la principal arma de los sicarios, debido a las altas prestaciones balísticas y al poder de penetración de su proyectil, que puede perforar un casco de soldado de parte a parte, una capa de agua de 120 mm de espesor, entrar en la arena a la profundidad 35 centímetros, perforar un tronco de pino de 15 centímetros y atravesar un oso grande, también de parte a parte, sin hablar de los ligeros chalecos antibalas, de amplia comercialización en aquella época (cosa que no se puede conseguir con su “sucesor”, el PM de Makárov, hasta ahora de uso reglamentario en el Ejército y en la Policía).
Descripción:
La Tókarev pertenece al grupo de armas de cañón móvil, con retroceso conjunto de este y de la corredera. Su diseño heredó mucho de la FN mod. 1903 y de la Colt 1911. Estéticamente resaltan su reducido grosor y la ausencia de una aleta de seguro manual (hecho que causó varios “incidentes” y que hace que no convenga como arma “policial”). Podemos decir que resulta de lo más funcional y práctico, ideal para un arma de combate.
La Tókarev utiliza cargadores separables convencionales con capacidad para ocho cartuchos. Sus elementos de puntería comprenden un punto de mira fijo, que forma parte de la corredera, y un alza en cola que permite corregir el tiro en deriva.
De las ventajas que ofrece esta arma resaltan su sencillez de diseño, hecho que facilita su producción y manejo. Es un arma de bajo coste, diseñado para su fabricación a gran escala para un Ejército numeroso.
Su proyectil tiene un gran poder perforador (perfora un casco a una distancia de hasta 50 metros) y su considerable energía cinética (poco menos de 500 julios) y trayectoria rasante le proporciona buena precisión al fuego.
El reducido grosor del arma la hace muy cómoda para portar (inclusive en el porte oculto).
Es una verdadera y eficiente arma de combate que conceptualmente heredó mucho de la pistola Mauser 1896, (aunque su diseño se parece más a FN mod. 1903 y de la Colt 1911) sobre todo su potente cartucho, un verdadero cartucho de combate.
De los puntos débiles de TT destacan su reducida durabilidad, debido a que la muy alta potencia del cartucho desgasta con rapidez su mecanismo de cierre. De ahí que el funcionamiento real de la pistola no supere los 200-300 disparos (por lo menos en sus modernas réplicas de producción china). Posteriormente surgen varias interrupciones impredecibles, hasta atascamientos de vainas en la recamara.
Otra seria desventaja del arma es la ausencia de un seguro manual, por lo cual hasta por un fuerte golpe (por ejemplo al caer la pistola sobre el suelo) podría causar un disparo “no sancionado”. Hace décadas el Ministerio del Interior de la URSS incluso tuvo que emitir una disposición especial al respecto que prohibía portar esta pistola estando un cartucho en su recámara.
Una circunstancia muy importante es el hecho de que una gran cantidad de cartuchos 7,62x25 (que tanto gustaban a los militares a inicios del siglo XIX) se fabricara especialmente para su uso en subfusiles. El diseño de este proyectil se parece más a un cartucho intermedio que a uno de pistola, por lo cual desarrollar un fiable mecanismo de cierre para esta arma es extremadamente complicado.
Durante la Segunda Guerra Mundial se fabricaron cerca de 600 000 TT-33, siendo esta pistola la principal arma personal de oficiales y generales del Ejército Rojo (aunque en los primeros años de guerra fue de amplio uso el anticuado pero muy fiable Nagant).
Las TT-33 capturadas como trofeos fueron adoptadas por el Wehrmacht alemán bajo la designación Pistole 615(r).
La producción de la veterana continuó hasta 1952, año en que fue adoptada la pistola de 9 mm PM (Makárov). Sin embargo la TT-33 siguió en servicio en el Ejército hasta los años 60 del siglo XX y hasta los 70 en la Policía.
Se fabricaba por licencia en China, Corea del Norte, Hungría, Polonia, Rumanía y la antigua Yugoslavia.