Historia del budismo en Rusia
Origen y situación de los pueblos budistas dentro el Imperio ruso
El budismo en la URSS y en la Rusia actual
Según la Asociación Budista de Rusia, el número de fieles budistas en Rusia ronda los 1,5-2 millones de personas. Junto con la Iglesia ortodoxa rusa, el islam y el judaísmo, es una de las cuatro religiones reconocidas como tradicionales en la Federación de Rusia (el catolicismo no lo es ya que no ha tenido representación importante en el territorio de la Rusia moderna a excepción de dos parroquias, en Moscú y San Petersburgo).
La mayoría de los budistas rusos son de origen mongol y los lamas rusos practican una forma de budismo tibetano cuyo máximo jerarca es asignado por el dalái lama. Los lamas rusos suelen estar formados en Nepal y Mongolia.
En 2011 por decisión de las máximas dignidades budistas de Sri Lanka, las reliquias de Buda que se conservaban en este país fueron enviadas a la república rusa de Kalmukia. Además de estas reliquias, a Kalmukia llegó también la cepa del árbol sagrado de Jaya Sri Maha Bodhi(árbol sagrado de Sri Lanka plantado en el año 288 a. C., el árbol más antiguo jamás plantado), engendrado, según la leyenda, de la cepa del histórico árbol debajo del cual Buda se iluminó. Las reliquias fueron trasladadas a Kalmukia en atención a los méritos de los budistas de esta autonomía rusa en la difusión del budismo.
La última vez que el dalái lama visitó Rusia fue en 2004, pese a las protestas de China por la invitación de Kirsán Iliumzhínov, dirigente de Kalmukia de 1993 a 2010. Anteriormente el líder espiritual había visitado la URSS en varias ocasiones, la primera durante el mandato de Leonid Brézhnev y dos veces durante el de Mijaíl Gorbachov.
Kalmukia alberga el templo budista más grande de Europa, construido en tan solo once meses e inaugurado en 2005. La estatua de Buda mide nueve metros, dos más que la erigida en la república rusa de Buriatia, cerca del lago Baikal.
Origen y situación de los pueblos budistas dentro el Imperio ruso
El budismo (lamaísmo) se difundió en Rusia en el siglo XVII, momento en el que a la desembocadura del río Volga y a la región de Zabaikalie (territorio al este del enorme lago siberiano Baikal) llegaron de la región china de Zungaria tribus nómadas de kalmukos y buriatos (de origen mongol). En la segunda mitad del mismo siglo una parte de los kalmukos que se habían trasladado regresaron a Zungaria, mientras que la otra parte pobló la margen sur del delta del Volga.
El Gobierno ruso estaba interesado entonces en mantener alianzas con la población budista contra sus vecinos turcos, entonces el principal enemigo de Rusia.
Con el visto bueno de Pedro el Grande en esa remota tierra los kalmukos tradujeron varios libros tibetanos, fundaron monasterios y difundieron su cultura. Hoy en día es el único pueblo budista de Europa.
Por su parte los buriatos se asentaron en los territorios adyacentes al lago Baikal y al este de esta zona. No obstante su “cristianización” superficial (y con frecuencia forzosa), los buriatos que habitan en la región de Transbaikal son por excelencia budistas. Otra parte de los buriatos, mayoritariamente aquellos que se asentaron en la región de Irkutsk, mantuvo sus creencias y prácticas tradicionales relacionadas con la comunicación con el mundo de los espíritus, el chamanismo.
La importancia del lamaísmo en Rusia aumentó aún más al incorporarse al imperio, en 1914, la región de Tuvá, con sus 22 monasterios budistas (datsán). La región, que ahora es una república autónoma dentro de la Federación de Rusia, está situada en una zona montañosa en la parte meridional de Siberia, al noreste de la república de Buriatia y al noroeste de la república autónoma de Jakasia.
Los tuvanos eran el único pueblo turco que practicaba el budismo. Al igual que en el caso de los buriatos, la peculiaridad de la vida espiritual de la región consistía en que a lo largo de los siglos coexistieron pacíficamente las creencias tradicionales y el budismo. A principios del siglo XX Tuvá contaba con unos 4000 lamas (maestros espirituales) y con alrededor de 2000 chamanes. Al mismo tiempo era bastante frecuente que las mujeres chamán se convirtieran en legítimas esposas de los lamas o incluso que la misma persona asumiera las funciones de lama y de chamán.
Los mismos rusos empezaron a sentir interés por el budismo a finales del siglo XIX. Inicialmente el acercamiento a Oriente, y al budismo en particular, tuvo un marcado carácter militar, ya que la aplastante mayoría de las expediciones rusas (y no solo rusas) a Oriente, Tíbet y la cordillera de Pamir se realizaban en el contexto del Gran Juego, término con el que Rudyard Kipling definió la rivalidad ruso-inglesa en torno al reparto de zonas de interés en Asia en el siglo XIX. Sin embargo, las numerosas expediciones no solo llevaron a Rusia información militar, sino también geográfica, etnológica y filosófica.
Estas expediciones impulsaron en Rusia el estudio del sánscrito y del budismo tibetano y se comenzaron a publicar y traducir textos budistas. El primer diccionario tibetano-ruso fue editado en San Petersburgo en 1843.
En 1915, en plena Guerra Mundial y en medio de una fuerte oposición por parte del alto clero ortodoxo, en San Petersburgo fue inaugurado el primer templo budista de Europa, construido con el dinero del dalái lama y donaciones de 200 budistas residentes en la capital del Imperio ruso.
Fruto de este interés fue también el surgimiento de las ideas filosóficas del célebre pintor ruso Nikolái Rérij (con frecuencia transliterado “Roerich”) y los estudios teosóficos de Yelena Blavátskaya.
El budismo en la URSS y en la Rusia actual
Con la llegada de los bolcheviques al poder en 1917 comenzó un periodo trágico en la historia del budismo, al igual que en la historia del resto de religiones. En la Rusia comunista se desató un ataque ideológico a gran escala contra la cultura tradicional, incluida la religión, que a partir de aquel periodo empezó a considerarse exclusivamente “opio para el pueblo” y un “vestigio del pasado”.
Los monasterios fueron privados de su propiedad sobre la tierra y cerrados, al igual que las escuelas budistas. Los bienes de los monasterios se confiscaron. Muchos lamas fueron fusilados. En pocos años fueron destruidas todas las estatuas de Buda. Para el año 1941 en el país no quedaba ni un solo monasterio budista.
La actitud del Estado hacia los fieles se suavizó en los tiempos de la Gran Guerra Patria: la fe en todas sus manifestaciones era uno de los mejores medios de motivación para el Ejército.
En el caso de los buriatos, el repentino paso de las represalias a una relativa tolerancia se debió a la participación activa de los fieles en la recaudación de recursos para el Fondo Material de Defensa. Como recompensa, a los budistas de esta república se les permitió restablecer su comunidad. En 1945 fue construido y abierto el monasterio de Ivolguinski, la actual sede de la Junta Central Budista de Rusia. Sin embargo, hasta mediados de los años ochenta la situación del budismo en el país no fue buena: los únicos dos templos existentes en toda la Unión Soviética se encontraban en Buriatia, con la restricción añadida de que en ellos no podían servir más de diez clérigos.
La situación de los kalmukos fue bien diferente. Después de la Segunda Guerra Mundial el pueblo kalmuko fue desterrado a Asia Central, acusado por Stalin de simpatizar con los alemanes (efectivamente, formaron unos cuantos escuadrones de caballería para apoyar al Ejército nazi) y solo tras la denuncia de los crímenes de Stalin por Nikita Jruschov, en 1957, los kalmukos regresaron a su tierra. Asimismo fue restablecida su autonomía en 1959. Hoy en día Kalmukia tiene en total 27 templos y monasterios budistas.
Desde los años 60 del siglo pasado en Europa Occidental y Estados Unidos está creciendo activamente el interés por la filosofía y la cultura oriental, incluido el budismo. En la Unión Soviética este interés destacaba particularmente entre los intelectuales de Leningrado (centro histórico de estudios orientales en Rusia): investigadores, orientalistas, filósofos y filólogos. Los más atrevidos hasta emprendían intentos de cruzar la frontera como turistas, a veces a pie, a veces en automóvil, y llegar hasta el Tíbet. Entonces en Leningrado nadie sabía que en la república de Buriatia existían maestros budistas “nacionales”.
En los tiempos de Brézhnev la represión contra la religión disminuyó. Las autoridades soviéticas preferían usar a las comunidades legalizadas en su propio interés ideológico. Por una parte, se demostraba el reconocimiento de la “libertad de conciencia” en la URSS (que en realidad no existía) y por otra, los representantes de diferentes confesiones en este territorio participaban en conferencias internacionales, colaborando así en la creación de una buena imagen de su país en el exterior.
Tras el colapso de la URSS, en los dos últimos decenios en Rusia, junto con el creciente interés hacia varias religiones, ha aumentado considerablemente el número de personas que se inclinan por la doctrina de Buda y sus diferentes escuelas. Son personas muy diferentes desde el punto de vista de su origen étnico, estado social y grupo de edad, pero todos se sienten atraídos por el sentido filosófico de esta doctrina y su sencillez y, a la vez, profundidad.
Gran parte de este interés se debe a la relación con el budismo de varias personalidades del cine, la música y la literatura.