Isla de Kizhi

Isla de Kizhi www.karelphoto.narod.ru

Todo el que haya visitado alguna vez en su vida la isla de Kizhi, en la república rusa de Carelia, no la olvidará nunca. Tiene forma de barco y parece navegando entre la niebla del lago Onega, donde se ubica. Es una de las principales atracciones turísticas del Norte Ruso. Tiene fama por su museo único al aire libre, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Antiguos molinos y cobertizos, viviendas y capillas… un total de 89 monumentos arquitectónicos de madera hacen de la isla una joya que se ha conservado a lo largo de los siglos.

Están abiertas para las visitas auténticas casas de campesinos que tienen exposiciones de utensilios, muebles, ropa, joyas y abalorios, perlas de río u otros objetos originales de los siglos XVIII–XIX. Pero la atracción principal de la isla Kizhi es el cementerio ortodoxo en cuyo recinto se alzan dos templos únicos de madera conocidos en todo el mundo: la iglesia de la Transfiguración y la catedral del Manto de la Virgen. La suma total de sus cúpulas, 33, simboliza la edad de Cristo. Las láminas de álamo temblón que cubren las cúpulas brillan bajo el sol como la plata y se ponen verdes cuando llueve.

La iglesia de la Transfiguración, de 37 metros de altura, fue construida a principios del siglo XVIII, en 1714. Una hermosa leyenda carelia dice que la levantó un sacerdote ortodoxo sin usar ni un solo clavo. Tardó en construirla tan solo una noche y, al acabar su trabajo, echó su hacha al lago Onega y dijo: "¡No hubo y no habrá otra iglesia como esta!".

La catedral del Manto de la Virgen (1764) es más pequeña que la primera, pues se utilizaba sobre todo en invierno (en sus salas pequeñas se conserva mejor el calor, lo que es una ventaja indudable para los parroquianos cuando las temperaturas invernales son de hasta 40 grados bajo cero). En la actualidad sigue abierta para el culto.

Tanto la arquitectura como la historia de este lugar representan un interés enorme para los científicos. Las primeras menciones a la isla datan del siglo XV, cuando allí empezaron a trasladarse los habitantes de Nóvgorod. El nombre de la isla proviene de la palabra carelia kizhat que significa "juego". Según una versión de los historiadores, los antiguos  paganos usaban este territorio para celebrar sus ritos. En la actualidad los empleados del museo organizan unas fiestas de representación de antiguas tradiciones, tanto paganas como cristianas.

La situación geográfica y las condiciones climáticas de la isla influyeron tanto en las costumbres y el estilo de la arquitectura local, como en los objetos de uso común. Un ejemplo: la canoa “kizhanka”, típica de la isla Kizhi. Esta canoa de seis metros de longitud con la proa y popa agudas, hecha de madera de alta calidad carelia se usaba para el transporte de trigo y ganado al continente. Gracias a su forma única, la kizhanka podía navegar fácilmente por el río aún en medio de la tempestad. Los hombres carelios solían afirmar que el derecho de remar en tal canoa pertenecía a la mujer, mientras que los hombres cumplían el papel más importante: le indicaban la dirección.

En la isla de Kizhi abundan las leyendas y una de ellas está vinculada con la iglesia de la Resurreción de San Lázaro, la menor y más antigua del museo. Se considera que fue construida por el santo ortodoxo Lázaro, que murió en 1391 a la edad de 105 años. Los locales afirman que san Lázaro llevó el cristianismo a la isla y los mismos paganos que habitaban allí, estremecidos por los milagros del beato, le ayudaron a construir el templo. Los creyentes están seguros de que la iglesia puede curarles todos los males. Los guías locales, a partir de esa idea, ofrecen a los turistas dar tres vueltas alrededor del edificio diciéndoles que ese acto los ayudará a deshacerse de todas las enfermedades.

Por el camino que se extiende a lo largo de Kizhi se puede atravesar toda la isla. Desde el punto más alto se vislumbra un panorama impresionante: un archipiélago pintoresco.

No solo las exposiciones sobre historia y antropología, sino también las aldeas antiguas de Kizhi impresionarán a cualquier viajero. Situadas en la parte sur de la isla, en el siglo XVI había allí 16 localidades, en nuestros tiempos quedan solo dos de ellas. La población local es muy abierta y amistosa: siempre están listos para hospedar a un viajero cansado, darle de comer y contarle cautivadoras historias sobre su región.

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