Mijaíl Kutúzov

Mijaíl Kutúzov RIA Novosti

Mijaíl Kutúzov fue uno de los discípulos más talentosos del generalísimo ruso Alexandr Suvórov. Sin embargo, a diferencia de su maestro, que profesaba la estrategia y táctica de la guerra relámpago de ataques con golpes rápidos y con toda la presión, Kutúzov diseñó un arte militar basado en la guerra defensiva. Los expertos militares opinan que Kutúzov conseguía la victoria final por medio de las batallas y operaciones secundarias, extendidas en el tiempo y en el espacio. Al mismo tiempo el jefe militar siempre tenía un concepto global de la campaña que abarcaba todos los aspectos. Resaltaba además la necesidad de mantener el ánimo de las tropas y valerse del apoyo popular, en especial, de la guerrilla.

Y el éxito de esta estrategia es indiscutible: en 1812 las tropas rusas que comandó expulsaron del país al Ejército invasor del emperador francés Napoleón Bonaparte. La absoluta mayoría de los uniformados franceses se quedó en Rusia, muertos o presos.                 

Invasión francesa

Kutúzov: carrera militar

“La batalla más terrible de todas”

Personaje de Guerra y paz

Marcha atrás

Orden de Kutúzov


Invasión francesa

En la madrugada del veinticuatro de junio de 1812, sin haber hecho declaración de guerra, las tropas francesas cruzaron el río Neman en la frontera occidental del Imperio ruso e invadieron el país. Bajo el mando de Napoleón Bonaparte había más de 600 000 soldados y oficiales. Las tropas rusas se componían de unos 240 000 efectivos militares divididos entre los tres ejércitos bajo los mandos de Mijaíl Barklái de Toli, Piotr Bagratión y Alexandr Tormásov.

En vista de las distancias y del poderío militar de Rusia, Napoleón planificó la campaña para un período de tres años: en 1812 debería ocupar y afianzarse en toda la parte occidental del país; en 1813, conquistar Moscú, centro histórico ruso y antigua capital; y en 1814, en San Petersburgo, capital del Imperio, debería firmarse el acta de capitulación del país desmembrado. Los tres ejércitos rusos debían ser derrotados por separado en batallas fronterizas.

Los rusos optaron por la retirada al interior del país. El plan de Napoleón empezó a fallar: fueron sus tropas las que tuvieron que lanzarse a la persecución de los rusos. El Ejército francés se adentraba en el interior del país, con lo que se iban alejando de los puntos de comunicación y abastecimiento. Los rusos desgastaron a los franceses en numerosos combates. En la retaguardia gala surgió una guerrilla formada por destacamentos cosacos y campesinos. Poco a poco la balanza de la potencia militar francesa y rusa se nivelaba.

El tres de agosto en los alrededores de la ciudad de Smolensk se unieron los ejércitos rusos de Barklái y Bagratión. Mientras tanto, en la corte del emperador Alejandro I, entre las tropas y entre la opinión pública rusa en general había descontento con el desempeño del general Barklái de Toli, ministro de Defensa y comandante de los dos ejércitos unidos. El general, después de que las tropas se unieran en Smolensk, continuó con la estrategia de evitar una batalla decisiva con Napoleón e insistía en la necesidad de ganar tiempo para acumular reservas. El militar, de procedencia escocesa, fue acusado de cobardía y traición. Las acusaciones eran infundadas: el zar dejó a Barklái de Toli en el Ejército. En los combates posteriores el general mostró una valentía extraordinaria.

Kutúzov: carrera militar

El veinte de agosto de 1812 el emperador Alejandro I firmó el decreto que ordenaba al general Mijaíl Kutúzov situarse al frente de las tropas rusas.

Mijaíl Kutúzov nació el cinco de septiembre de 1745. Mijaíl, hijo de un aristócrata y militar, se graduó en la escuela de artillería con el grado militar de alférez y sirvió en un regimiento comando por el famoso Alexandr Suvórov. Participó en varias guerras contra Turquía y en julio de 1774 resultó gravemente herido y perdió el ojo derecho. En otro combate una bala le hirió en el pómulo y le atravesó el cuello. En noviembre de 1790 destacó en el asalto a la fortaleza turca de Izmail y obtuvo el grado de general. Alcanzó también grandes éxitos en el cumplimiento de misiones diplomáticas en Turquía y Prusia y en las gobernaciones de varias provincias rusas.

Sus coetáneos destacaron en primer lugar el carácter astuto y prudente de Kutúzov. Su tutor, Alexandr Suvórov, decía: “¡Astuto, astuto! ¡Inteligente, inteligente! A Kutúzov nadie lo engaña”.

A lo largo de su carrera militar Kutúzov ocupó diferentes cargos en la cadena de mando. Se le consideraba una persona de mente fría y calculadora que sabía esperar y no apresurarse.

Kutúzov, además de ser ingenioso, fue muy galante. Se hizo indispensable tanto en la corte de la emperatriz Catalina II, como en la de su sucesor, Pablo I. Catalina siempre lo llamaba “mi Kutúzov”. Sin embargo, no era del agrado del emperador Alejandro I.

En 1802, después de unas discrepancias con este emperador, Kutúzov dimitió y se fue a vivir al campo pero en 1805 fue convocado al Ejército ruso, que combatía aliado con Austria contra Napoleón. El veinte de noviembre de 1805 Kutúzov perdió la famosa batalla de “los tres emperadores” de Austerlitz. No obstante, la opinión de los expertos es que el general no fue el responsable de la derrota. El monarca ruso Alejandro I y el austriaco Francisco I le obligaron a realizar una ofensiva cuando el Ejército aún no estaba preparado. El plan de ataque, además, fue elaborado por un general austriaco. Alejandro I quedó muy disgustado con la derrota, culpó de ella a Kutúzov y durante mucho tiempo no quiso perdonarlo.

“La batalla más terrible de todas”

En agosto de 1812 Kutúzov recibió la orden del emperador de acudir al lugar donde estaba el ejército. Antes de la salida de San Petersburgo su sobrino le preguntó si creía en la posibilidad de derrotar a Napoleón. “Derrotarlo, no”, respondió el anciano. “Confío en engañarlo, eso sí…”.

Borodinó es una aldea rusa situada a 110 kilómetros de Moscú. Es ahí donde Kutúzov estableció el lugar de la batalla decisiva contra los franceses.

La formación de combate de las tropas rusas se extendía a lo largo de cuatro kilómetros. Napoleón planificó un ataque falso por el flanco derecho de los rusos pero el golpe principal debía ser asestado en el flanco izquierdo, empujar el adversario hacia un meandro del río Moskvá, rodearlo y aniquilarlo.

Tras una serie de combates de vanguardia cerca de la aldea de Shevardinó, Kutúzov entendió el plan francés y en dos días fortificó el campo de batalla.

La batalla comenzó el seis de septiembre de 1812. Durante seis horas las tropas de Piotr Bagratión estuvieron rechazando los ataques franceses en el flanco izquierdo. Bagratión fue herido de muerte. Ambos ejércitos atacaban y contraatacaban pero no se llegaba a ningún desenlace victorioso para ninguno de los bandos. Por la noche Napoleón ordenó el repliegue de las tropas a las posiciones iniciales.

En la batalla de Borodinó los franceses tuvieron 58 000 bajas y los rusos, más de 38 000. El ejército ruso no fue derrotado. Kutúzov decidió celebrar una nueva batalla cerca de Moscú pero, al saber que las reservas todavía no estaban listas, optó por abandonar la ciudad. En el consejo militar reunido en la aldea de Filí, el general expresó: “Con la perdida de Moscú, no está perdida Rusia. Fijo como mi primera obligación preservar el Ejército y reunirme con las tropas que van al refuerzo. Con la entrega de Moscú se prepara la inevitable muerte del enemigo”.

En sus memorias Napoleón destacó: “La batalla más terrible de todas las que he librado es la que tuvo lugar cerca de Moscú. Los franceses se mostraron dignos de obtener la victoria y los rusos resultaron dignos de ser invencibles”.

Personaje de Guerra y paz

Mijaíl Kutúzov es uno de los personajes de la novela de Lev Tolstói Guerra y paz. El célebre escritor ruso se propuso investigar a través de Kutúzov y de los demás protagonistas el papel que puede desempeñar una sola persona en los cambios históricos. Según Tolstói, durante la batalla de Borodinó el jefe militar veló, en primer lugar, por el espíritu combativo de las tropas: “Ninguna persona puede decidir la suerte de la batalla. Lo hace aquella fuerza imperceptible que se llama el espíritu de las tropas. Él [Kutúzov] siguió aquella fuerza y la condujo de acuerdo con el poder que tuviera”. Tolstói llega a la conclusión de que Kutúzov personificó un brillante talento militar, demostró las cualidades de un fuerte hombre de Estado y de un líder nacional, tenido en muy alta estima en el Ejército y en el pueblo en general, lo que le permitió influir en el transcurso y en el desarrollo de los acontecimientos históricos.

Marcha atrás

El ejército de Napoleón ocupó Moscú el catorce de septiembre de 1812. Lev Tolstói escribió: “La fuerza moral del ejército francés atacante quedó agotada. La invasión francesa, igual que una bestia enfurecida que en su arranque fue herida mortalmente, ya sentía su muerte: no podía pararse, tampoco lo podía hacer el ejército ruso que era dos veces más débil. Después del empuje recibido, las tropas francesas podían rodar hacia Moscú pero ahí, sin esfuerzos nuevos de parte del ejército ruso, debería perecer, sangrando por la herida mortal que había sufrido en Borodinó”.

En la capital rusa Napoleón esperó en vano casi dos meses a los mensajeros de Alejandro I con las propuestas de paz. La ciudad fue saqueada y quemada. Las tropas francesas perdieron el espíritu combativo. Mientras tanto, el ejército de Kutúzov, acantonado en la aldea de Tarútino, 140 kilómetros al sur de Moscú, se hacía cada vez más fuerte con la llegada de refuerzos de tropas y de municiones. Kutúzov escribió: “Cada día que hemos pasado en esta posición ha sido un día dorado para mí y para las tropas, lo hemos aprovechado bien”.

El diecinueve de octubre los franceses abandonaron Moscú y se dirigieron a Tarútino. Las tropas rusas salieron de su campamento y se lanzaron al combate cerca de la ciudad de Maloyaroslávets.  Aunque los franceses lograron tomar la ciudad, el ejército ruso nuevamente cerró el paso hacia el sur. Napoleón ordenó el repliegue definitivo.

La marcha de regreso fue desastrosa: los franceses debían recorrer las vías y los territorios que habían sido devastados durante la ofensiva. El acoso de la guerrilla cosaca era constante, el hambre y el frío ruso, mortales. El dos de diciembre de 1812 los últimos soldados del ejército francés cruzaron el río Neman. De un total de unos 600 000 efectivos del ejército galo se salvaron solo unos 30 000, en su mayoría la guardia personal de Napoleón. 

Al emperador francés le preguntaron después del regreso a París: “¿En qué situación está el Ejército?”. Napoleón respondió: “Ya no hay más Ejército”.

“La guerra se acabó a causa del exterminio total del enemigo”, dijo Kutúzov.

Kutúzov falleció en abril de 1813 y no alcanzó a ver la entrada de las tropas rusas en París ni la caída irreversible de Napoleón. Poco antes de morir lo visitó el emperador Alejandro I y le pidió perdón por las ofensas. Kutúzov respondió: “Su Majestad, yo le perdono pero ¿acaso Rusia le perdonará?”

Orden de Kutúzov

Durante la Gran Guerra Patria (1941-1945) los más destacados generales y oficiales del Ejército soviético fueron condecorados con la Orden de Kutúzov de tres grados. La distinción se entregaba por “la elaboración minuciosa y realización de la operación que ocasionó severas perdidas al enemigo y por la preservación de la capacidad combativa de sus propias tropas”. Precisamente este fue el modo típico de combatir del precavido general mariscal de campo Mijaíl Kutúzov.

 

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